Los guatemaltecos perdimos a un campeón de la libertad porque el 23 de agosto pasado falleció Estuardo Zapeta.
Desde su micrófono en Libertópolis, desde sus columnas en Siglo Veintiuno, desde sus aulas en la Universidad Francisco Marroquín y desde donde podía, su ejercicio profesional fue siempre en busca de defender los derechos individuales y en busca de la verdad.
El mensaje final de El Zapet es muy en su estilo y no pudo ser más apropiado: Esta vasta Galaxia Gutenberg me ha absorbido. Soy indígena y global al mismo tiempo. Yo soy mi propio futuro y mi destino. Termino. Me desconecto de la “laptop”. “B´alam” sale del ciberespacio. El Jaguar ha dejado sus huellas y sus ideas en esta historia contemporánea que parece el eterno retorno de los ciclos de vida y muerte. Esta es mi poesía, y sigo siendo fiel a mi filosofía. Cambio y fuera.
Conocí el nombre de Estuardo Zapeta cuando la audacia y claridad de sus columnas empezaron a ser publicadas en Siglo Veintiuno y yo era editor de la sección de Economía en aquel diario durante su primera temporada. Pero no lo conocí en persona hasta que compartí mesa con él durante un convivio navideño de aquella empresa periodística. Y, bueno…no fue exactamente así porque resulta que Estuardo, con el nombre de Edwin Galdámez, había trabajado antes en Aquí el Mundo, cuando yo era productor del noticiero del medio día y conductor en aquel noticiario de televisión legendario y ahí habíamos trabajado juntos. Esto me lo contó El Zapet en aquella fiesta de fin de año.
Luego coincidimos en los Viernes de Luto, una serie de manifestaciones pacíficas contra la pretensión de la Administración Portillo, de cargar con más impuestos a los chapines. Poco después nos encontramos en Libertópolis donde él era director y donde, de cuando en cuando Marta Yolanda, María Dolores y Jorge me invitan a participar. Mi más sentido pésame a ellos tres -sus amigos y socios- que siempre estuvieron a su lado.
A Estuardo le gustaba ser controversial y hasta temerario. Su columna para cuando murió uno de los comandantes de la URNG levantó muchas ronchas, pero puesta en un contexto moderno fue un buen ejemplo de que algo se tenía que decir y se dijo. A mí me perdió un tiempo en el que le dio por el misticismo, y otro en el que le dio por el posmodernismo. Por él conocí las obras de Marshal McLuhan y de David Stoll. Con todo y todo, nunca estuvo de más oír qué tenía que decir El Zapet.
La ultima vez que le hablé me dió jalón a mi casa, y la última vez que lo vi -ya muy enfermo- fue para las elecciones pasadas en el estudio de la radio.
Adiós Zapet, gracias por tu compromiso con la libertad.