07
Nov 11

¡El primer turrón de la temporada!

¡Ya vino, a casa, el primer turrón de la temporada!, uno de nata-nueces que es la primera vez que lo pruebo; y ahora es mi favorito.

Me encantan los turrones y mis favoritos son este que acabo de probar, el de yemas, el de frutas, el de Jijona y el de Alicante.  Me encantan como golosinas, o como postres del desayuno; y me gusta mucho que anuncian las fiestas de fin de año.  Me encanta que los haya en la mesa de la Navidad y del Año Nuevo.


02
Nov 11

Fiambre 2011, !que delicia!

No es por nada; pero el fiambre nos sale delicioso en casa y este año no fue la excepción.

Tengo la impresión de que la celebración del fiambre es el Thanksgiving chapín; porque en est ocasión se celebra la vida -quizás de forma torcida por medio del recuerdo de los muertos- y se celebran la abundancia, y los frutos del trabajo y del emprendimiento.  Ese plato majestuoso, que es el fiambre, sólo puede ser posible como consecuencia de aquellos valores.  Además, como en el Día de Gracias, esta fiesta chapina se celebra y se comparte con la familia y amigos.

A mí, el fiambre me trae recuerdos gratísimos de la infancia, de la adolescencia y de toda la vida.  Mis primeros recuerdos del fiambre eran los de la cocina de mi abuela, Frances; los de la costumbre de mandar a regalar platos de fiambre y recibirlos; el fiambre que me hizo mi madre, sin embutidos, cuando tuve hepatitis; las caras de las personas cuando veían el tamaño del plato que yo me servía; el hecho de que en casa de mi abuela y en la de mis padrs cada quién adornaba su plato como prefería; la primera vez que hicimos fiambre en mí casa; la cara de mi madre cuando aprobó la sazón de ese primer fiambre que hicimos en mi casa; el año en que no pudimos hacer fiambre en mi casa y varias amigas y amigos nos mandaron platos de los suyos; y docenas de recuerdos más.

Hubo un año en el que no se conseguían pepinillos dulces en toda Guatemala, y mi prima, Rita me mandó varios frasquitos -desde Texas- y todavía tengo dos frasquitos sin abrir.  Hubo un año en el que no hubo chiles chamborotes.   El año pasado no conseguí lengua salitrada en ningún lado; pero este año sí.  Este año, por cierto, el perejil colocho estaba más escaso que tulipanes en enero.  La elaboración del fiambre aveces presenta sus dificultades.

Con todo y todo, y lo digo con mucho orgullo, en casa siempre nos sale riquísimo y hermoso el fiambre.  Y este año el postre fue un pan de calabazas magnífico, acompañado por helado de chico, hecho en casa.  Y luego, nuestra cuata, Tonita, trajo moyetes. Mmmmmmm, lehaim!


01
Nov 11

Nichos para niños en el Cementerio General


La pared de la derecha, de la primera galería de nichos a la izquierda de la entrada del Cementerio General está poblada por niños; y en todos los años que tengo de ir a aquella necrópólis, nunca me había dado cuenta de eso.  Es muy conmovedor ver las filas y filas de lápidas para personitas que no llegaron a vivir más que horas, días, o semanas.  Hoy lo descubrí mientras hacia mi recorrido tradicional del 1 de noviembre.

El año pasado, la escena más conmovedora que vi fue la de una ancianita arreglando un nicho y llevándole música a su ser querido; y este año fue la galería para niños.

Como todos los años, para las fiestas de Todos los santos y el Día de los muertos, los chapines visitan cementerios.  El General es el más grande del país y atrae a miles de personas de todas las condiciones.  La gente llega a visitar a sus muertos, a almorzar con ellos, a divertirse y a entretenerse.

Mi padre solía llevarnos a mis hermanos y a mí; y como en estas fiestas no se permite la entrada de automóviles al cementerio, mi madre nos pasaba dejando, entrábamos caminando y visitábamos a varios familiares enterrados allá.  Luego salíamos a tomar horchata a una célebre refresquería que quedaba por ahí cerca y mi madre nos recogía para ir a almorzar el fiambre a casa.

Aunque no creo en la vida después de la muerte, suelo ir al cementerio acompañado de amigos extranjeros que disfrutan de conocer las tradiciones guatemaltecas; o de amigos chapines que no conocen, o no han participado de estas costumbres.  Ellos disfrutan las historias de fantasmas, y las visitas a las tumbas de personajes históricos del país.  También nos gusta explorar el lugar desde el punto de vista arquitectónico.  En realidad es un paseo muy agradable en el que se aprende mucho acerca de la gente y de la vida en Guatemala.  Este año hice dos descubrimientos: esta galería de niños, y la tumba de mi bisabuela Gilberta.


31
Oct 11

¡Eeeeeeeeeeeh, feliz Halloween!

A mí me gustan las fiestas; y si son de disfraces, ¡mejor! Me gusta, también, el espíritu juguetón de las personas que se disfrazan para las fiestas y que gozan haciéndolo. Por eso me gusta el Halloween.  No porque sea adorador de Satanás, ni nada parecido.

Me gusta, además, porque de niño disfrutaba mucho eso de ir de casa en casa pidiendo dulces. Claro que ahora la inseguridad le ha quitado encanto a esa práctica; pero recuerdo con mucho cariño mis noches de Trick, or Treat,que los chapines hemos convertido en Trico Trico, o en algo parecido. Esa mala traducción le ha quitado sentido a la frase que, en realidad, significa que si no quieres que te haga un encantamiento, tienes que darme una golosina…o algo parecido.   Yo me siento incómodo con otras formas de extorsión; pero no creo en los encantamientos, y entiendo que esto no es más que un juego.

Claro que nunca faltan los patanes que manchan puertas y paredes; pero eso es otro par de zapatos que tiene que ver con la falta de educación, no con la naturaleza lúdica de la fiesta.

Ahora está de moda quejarse del Halloween porque hay gente que dice que es cosa del diablo, queja que me parece tan absurda como el tema de los encantamientos.  ¿Qué de diabólico puede haber en un montón de críos pidiendo dulces?   El hecho es que eso es lo único que les importa a los niños.  ¿Y a los grandes? Pues a los grandes nos gusta la parranda…¿y qué?  El diablo no tiene que ver con el placer, ni con la alegría, sino con las llamas y el olor a azufre.

También está de moda quejarse del Halloween porque es una fiesta extranjera.  ¡Como si nuestras fiestas más características no fueran extranjeras!  La Navidad y la Semana Mayor las trajeron los curas españoles a fuerza de hierro y pólvora.  Y lo mismo se puede decir de la Fiesta de Todos los Santos (la mayoría de los cuales son europeos) y de la del Día de los Muertos.  Y nadie se quejó cuando la Semana Mayor fue declarada Patrimonio Nacional, ¿o sí?  Además, ¿cuál es el criterio para decir qué fiesta es nuestra? ¿Quiénes somos nosotros?  Todo esto es un disparate enraizado en esa perversión que es el nacionalismo; o en esas otras peores que son el racismo y el chovinismo.

El Año Nuevo, en el primer día de enero, es una fiesta extranjera; la fiesta de Esquipulas, en enero, no es más local que la Navidad y la Semana Mayor; el 1 de mayo conmemora una masacre en los Estados Unidos de América; El 30 de junio celebra la Revolución enraizada en el constructivismo francés; el 15 de agosto (y todas las fiestas patronales) tiene sus orígenes donde los tienen el 25 de diciembre y el 15 de enero;   y así nos podemos ir fiesta con fiesta.  Y las fiestas mayas, ¿cómo sabemos que no tienen orígenes olmecas, toltecas, o teotihuacanos?  ¿Hay algo que sea 100% puro chapín? ¿Qué es ser 100% chapín?

La búsqueda de la pureza cultural, así como la de la pureza étnica, es una quimera más espantosa que cualquier niño disfrazado y con sobredosis de azúcar. En vez de enconcharnos en la aldea, o en la parroquia, seguramente sería mejor que nos enriquecieramos con las experiencias culturales que nos ofrece este mundo que es un pañuelo.  ¿Por qué no? Mientras más fiestas y más alegría, mejor.

La ilustración es la calabaza que hizo @MasDubi


28
Oct 11

Fiambre

El fiambre es mi plato chapín favorito. A grandes rasgos es una combinación compleja de vegetales, carnes, embutidos y conservas cuyo elemento unificador es un caldillo.

El que hacemos en casa es la receta de mi madre que, a su vez viene de la receta de mi abuela y de mi bisabuela paternas; a cuyas manos llegó por las de la hermana de mi bisabuelo, que la obtuvo de su madre.

No hay una sola receta de fiambre porque cada familia tiene la suya; y aunque dos recetas vengan de una misma, ambas serán distintas porque cada quien le da su sazón y cada quien le quita, o le pone ingredientes a su gusto. En mi familia, por ejemplo, aunque los fiambres de mi abuela, Frances y de mi tía Baby venían del de mi bisabuela, Adela; el primero tendía a ser dulzón y el segundo tendía a ser ácido. Y a mí me gusta ligeramente endulzado con miel de abejas por el toque de madera que le da la miel.

Hay cuatro tipos básicos de fiambre: verde, blanco, rojo y rosado; y el que hacemos en casa es de este último tipo. La clave, sin embargo, es que sin importar qué receta se haga, el resultado final sea armonioso y balanceado.

Por mucho, el fiambre es el plato más extraordinario y magnífico de la cocina chapina; pero tiene sus detractores que pongo en dos cajones: el de los melindrosos, del cual no vale la pena ocuparse, y el de los que han tenido una mala experiencia con él, principalmente porque han probado alguno que, en vez de ser una combinación armoniosa y balanceada, ha sido una mezcla pretenciosa, o miserable.

Su preparación consume mucho tiempo: un día para picar y cocer las verduras, otro para las carnes, otro para mezclar el caldillo y todos los ingredientes de modo que el fiambre se curta, y otro para consumirlo. Mañana empezaremos a hacer el de la casa; y a mí me gusta comerlo acompañado con pan francés de horno de leña y cerveza.

Este es un plato que se come en familia y compartido. En la ciudad es difícil notarlo; pero en los pueblos es muy evidente. A lo largo de la mañana del 1 de noviembre, platos van y platos vienen. También, a la casa donde se hace el fiambre llegan familiares y amigos a comer. Los invitados –y los invitados de los invitados– suelen llevar algo de su propio fiambre, o bien, a veces llevan cabeceras: dulces de ayote, o de jocotes. De ahí los versos que los niños chapines solían recitar durante la celebración guatemalteca de lo que en el Norte se conoce como Halloween: Ángeles somos/ del cielo venimos/ cabecera pedimos.

Esta columna fue publicada en El Periódico.


25
Oct 11

Etiqueta para uso de cámaras digitales y correo electrónico

Cuando era adolescente, mi abuela me regaló The New Book of Etiquette, por Lillian Eichler, con la idea de que me fuera civilizando.  Y si…aprendí muchas cosas útiles de aquel volumen de los años 40; aunque muchas de ellas ya no tenían sentido a finales de los 70 (cuando lo leí), y muchas de las circunstancias sociales del siglo XXI no podrían ser  ni haber sido imaginadas por la señora Eichler.  He aquí tres:

1. La mala práctica de personas que acuden al teatro, o a conciertos y graban escenas enteras con sus cámaras digtales.  Con las pantallas de aquellas cámaras fastidian a sus vecinos.

3. La mala práctica de personas que, en teatros, o conciertos, toman fotos con flash.  Con eso no sólo fastidian a sus vecinos, sino que distraen y molestan a los actores, e intérpretes, con el agravante de que los fotógrafos están a distancias en las que el flash de todas formas no sirve de nada.

3. Este es un buen consejo para incluir en correos electrónicos con múltiples recipientarios: Este correo va enviado a varias personas; sin embargo no ves sus direcciones anotadas.  ¿Por qué? Porque es importante respetar a nuestros contactos y proteger su privacidad.  Así les evitamos ser víctimas de correos no deseados o “spam”.  Tampoco puedes ver las direcciones de todos los remitentes anteriores, puesto que también ellos tienen derecho a que se respete su privacidad.  Si piensas reenviar el presente correo, por favor borra mi nombre y mi dirección antes de reenviarlo.  Es buena práctica, también enviarles los correos a tus contactos con “copia oculta” (BCC o CCO) para que sus direcciones no aparezcan visibles.   Proteje a tus amigos.

La foto es de dos señoras usando sus cámaras en el Teatro Nacional.


21
Oct 11

¡Los ayotes anuncian las fiestas!

Los majestuosos ayotes anuncian las festividades guatemaltecas del fin de año.  El dulce de ayote es compañero inseparable del Fiambre; plato rey de la comida chapina y propio de Día de todos los Santos.  A estos dos los acompañan, también, el dulce de jocotes y las torrejas y moyetes.

Esta festividad es la primera de las de fin de año y va aparejada con el Día de los Muertos que, en Guatemala, se confunden y se mezclan en el 1 de noviembre.

El dulce de ayote se prepara con rapadura o panela, clavo y pimienta gorda.  A mí me guta muchísimo.


12
Oct 11

El cambio de costumbres

In illo tempore, y siguiendo las costumbres españolas, los chapines tomaban anís.  Lo que los guatemaltecos le ofrecían a las visitas era anís, o jeréz.  Cuando Guatemala se afrancesó, a mediados del siglo XVIII y principios del XX, se abandonaron aquellas bebidas y fueron sustituidas por el más fashionable cognac.  Otra gran revolución ocurrió a mediados del siglo XX cuando la II Guerra Mundial trajo soldados y costumbres estadounidenses, por lo que la bebida de moda pasó a ser el whisky; aunque en los hogares también se ofrecía el más humilde ron.  Hasta antes de los años 90, casi nadie ofrecía vino; pero ahora el vino se ha establecido en la cultura chapina con entusiasmo.

¿Será que estamos frente a otra revolución? ¿Qué toman los jóvenes, ahora? Toman Quetzalteca con rosa de Jamaica mezclada con Jägermeister, seguida de Red Bull.


11
Oct 11

Calabaza para mis sobrinos

¡Ja!, no pude resistir la tentación y en casa compramos una calabaza para mis sobrinos.  Será divertido ver qué cara le ponen a este personaje y para eso encontré estas instrucciones convenientes y bien detalladas.

Cuando yo era niño no venían calabazas de verdad y uno tenía que contentarse con calabazas de plástico.  Ciertamente que las naturales son hermosas y supongo que también tiene su gracia eso de ser uno el que hace su propia calabaza.  A ver cómo les va a aquel par.


02
Oct 11

Día de atol de elote y de otras delicias chapinas

Hoy me eché mi chapinada octobrina.  Salí corriendo a las inmediaciones de la iglesia de Santo Domingo para ir a tomar atol de elote y comprar dulce de coco, canillitas de leche, nuégados y dulces de pepitoria.  No me dejé seducir por las torrejas, los buñuelos y las garnachas; ni por los colochos de guayaba, los mazapanes, las bolitas de tamarindo, ni por otras delicias de aquel orden;  pero así, así estuve cerquita.

Es que si, en esas ocasiones, como todo lo que se me antoja…