02
Oct 17

Guatemala fuera de “la jugada”

Luego de la publicación del Indice de competitividad, el primer vistazo apunta a que que Guatemala va en picada, o que, mínimo, esta descendiendo.  Guatemala cayó 6 puestos en esta ocasión.

Unos creen que es por falta de leyes; y otros creen que como la delincuencia y la corrupción son los impedimentos más citados para hacer negocios en Guatemala, esas son las dos causas del deterioro de la competitividad.  Desde perspectivas limitadas, aquello podría ser cierto; pero la cosa no se queda ahí.

Por un lado, opino que más que la multiplicación de normativas que fomenten, subsidien, apoyen, y creen privilegios, lo que hace falta es elilminar toda la legislación que es un estorbo. La  legislación que dificulta el comercio; la legislación que obstaculiza la libre contratación; la legislación que entrampa al sistema financiero; la legislación que castiga el ahorro y la formación de capital; la legislación que impide que las personas pueda ahorrar para su vejez, con propiedad; toda legislación que sirve a intereses particulares; y así puede seguir la lista.

Por otro lado, ¿le echaste un vistazo detenido a la lista de impedimentos?

La mayoría están íntimamente relacionados con el estatismo.  Relacionadas con la posibilidad de que políticos y funcionarios puedan involucrarse en actividades impropias de la política, y con la posibilidad de que puedan actuar arbitrarimente, o bien, con la posibilidad de que políticos y funcionarios no sólo sean incapaces de prestar servicios decentes, sino que impidan que otros los presten.

Tal es el caso de la inseguridad y la falta de justicia, la corrupción, la burocracia e ineficiencia gubernamental, la oferta inadecuada de infraestructura y la inestabilidad de políticas públicas, las regulaciones fiscales, la falta de acceso a financiamiento, las regulaciones laborales restrictivas, el sistema de salud deficiente, las regulaciones al tipo de cambio y la inflación.  Todos esos impedimentos son generados desde la legislación, por políticos y funcionarios. El estatismo es una cadena con bola.

De poco sirven las políticas y oficinas pomposas sobre competitividad si no se resuelven los problemas más basicos y elementales.  Por ejemplo, las carreteras.  ¿Por dónde fregados van a pasear los turistas y por dónde fregados van a circular los productos de la competitividad, si no hay carreteras decentes?

La primera ilustración es de Johan Fredriksson [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons; y la segunda es de Prensa Libre.


17
Abr 15

Más caro el caldo que la gallina

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En años recientes el quetzal ha estado ganando valor frente al dólar.  En 2009 el precio promedio de un dólar era de Q8.35 en tanto que el año pasado fue de Q1.70.

Si la depreciación del quetzal frente al dólar era mala noticia en los años 80 y 90; ¡su apreciación en el siglo XXI debería ser buenas nuevas!…pero ahí está que no.  Hay grupos de interés cuyos negocios y prosperidad dependen de un quetzal débil porque mientras más débil es el quetzal más quetzales reciben por cada dólar que ganan.  Estos grupos le llaman competitividad a esta iniquidad; y usan su influencia política y mediática para hacer todo lo posible porque las autoridades monetarias mantengan caro el dólar.  Y las autoridades, aficionadas a corregir por medios políticos lo que no les conviene a sus clientelas, en el mercado, deprecian artificialmente el quetzal.

La verdadera competitividad -creadora de riqueza y aniquiladora de la pobreza- depende de ofertar mejores bienes y servicios a menores precios, con buen servicio y en menos tiempo. Depende de producir y de vender bueno, bonito y barato (como dice la gente en la calle); no de mantener devaluada la moneda local para beneficio de unos y en perjuicio de otros.  En un mercado sano la competitividad no depende del manejo político del precio de la moneda local frente a otras.  Esa práctica mercanitilista, propia del crony capitalism y de los empresaurios debería ser motivo de vergüenza.

El precio de las divisas, como precio que es, debería ser libre de censura para cumplir con su función comunicadora en cuanto a dónde y cuándo colocar recursos productivos.  Si se altera políticamente para beneficiar a unos (y perjudicar a otros) sale más caro el caldo que la gallina

Si la competitividad fuera un objetivo real, los pipoldermos y su clientela dejarían de desviar recursos escasos del sector productivo al sector público por medio de la venta de papeles; empoderarían a los trabajadores mediante la flexibilización del mercado laboral; dejarían de asfixiar al capital y eliminarían el impuesto a los rendimientos del mismo; eliminarían los aranceles; y dejarían de darte atol con el dedo.

Columna publicada en El periódico.  La foto no es de caldo de gallina; pero igual está bueno el caldo…y como es viernes.