Luego de la publicación del Indice de competitividad, el primer vistazo apunta a que que Guatemala va en picada, o que, mínimo, esta descendiendo. Guatemala cayó 6 puestos en esta ocasión.
Unos creen que es por falta de leyes; y otros creen que como la delincuencia y la corrupción son los impedimentos más citados para hacer negocios en Guatemala, esas son las dos causas del deterioro de la competitividad. Desde perspectivas limitadas, aquello podría ser cierto; pero la cosa no se queda ahí.
Por un lado, opino que más que la multiplicación de normativas que fomenten, subsidien, apoyen, y creen privilegios, lo que hace falta es elilminar toda la legislación que es un estorbo. La legislación que dificulta el comercio; la legislación que obstaculiza la libre contratación; la legislación que entrampa al sistema financiero; la legislación que castiga el ahorro y la formación de capital; la legislación que impide que las personas pueda ahorrar para su vejez, con propiedad; toda legislación que sirve a intereses particulares; y así puede seguir la lista.
Por otro lado, ¿le echaste un vistazo detenido a la lista de impedimentos?
La mayoría están íntimamente relacionados con el estatismo. Relacionadas con la posibilidad de que políticos y funcionarios puedan involucrarse en actividades impropias de la política, y con la posibilidad de que puedan actuar arbitrarimente, o bien, con la posibilidad de que políticos y funcionarios no sólo sean incapaces de prestar servicios decentes, sino que impidan que otros los presten.
Tal es el caso de la inseguridad y la falta de justicia, la corrupción, la burocracia e ineficiencia gubernamental, la oferta inadecuada de infraestructura y la inestabilidad de políticas públicas, las regulaciones fiscales, la falta de acceso a financiamiento, las regulaciones laborales restrictivas, el sistema de salud deficiente, las regulaciones al tipo de cambio y la inflación. Todos esos impedimentos son generados desde la legislación, por políticos y funcionarios. El estatismo es una cadena con bola.
De poco sirven las políticas y oficinas pomposas sobre competitividad si no se resuelven los problemas más basicos y elementales. Por ejemplo, las carreteras. ¿Por dónde fregados van a pasear los turistas y por dónde fregados van a circular los productos de la competitividad, si no hay carreteras decentes?
La primera ilustración es de Johan Fredriksson [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons; y la segunda es de Prensa Libre.