¿Vas a creer? Hoy almorzamos fiambre. Tradicionalmente, en casa, almorzamos fiambre el sábado de Dolores (¿O es sábado de Ramos?). Esto es porque en casa de mis padres era costumbre almorzar aquel platillo el día en que llegábamos al mar para pasar allá la temporada de estas festividades (¿O son conmemoraciones?).
Este año, como nos fuimos de aventura a el sitio arqueológico de El Soch, Chicamán, en Quiché, diferimos el almuerzo tradicional para hoy que se celebra la fiesta de Easter, combinada con el equinoccio de primavera. El fiambre lo compartimos, Raúl y yo con mi madre y mi hermana, así que estuvo festivo.
¡Fiambre!…ese fue el almuerzo de hoy.
De la aventura en El Soch te voy a contar luego.
Para la temporada tuvimos pan de Santa Cruz del Quiché, que trajimos de la maravillosa panadería Zuly en aquella ciudad. Si algún día andas por allá te recomiendo la cazueleja y el bizcocho, panes que descubrimos gracias al consejo de la familia García Urizar, en El Soch. También gozamos tortas de pan de yemas, de El panadero de La Vienesa, originario de Totonicapán y que puedes conseguir en los bajos del Edificio el Centro en la zona 1 de la ciudad de Guatemala.
Pan de la Panadería Zuly y de El panadero de La Vienesa.
El rey de la fiesta, por supuesto, es el bacalao a la vizcaína que preparamos de acuerdo con nuestra interpretación de la receta de mi abuela, Frances. Este año, el viernes lo compartimos con nuestros amigos, Sergio y William que nos ofrecieron no sólo su compañía genial,y su anfitrionía impecable sino su bacalao delicioso, precedido por una caponata con pasas que estuvo riquísima, y un gazpacho de remolachas que merecía ovación de pie. El sábado tuvimos la dicha de almorzar donde don Roberto y Miti, acompañados por buenos recuerdos, amigos queridos y las celebérrimas enchiladas de Miti.
El bacalao es alabo y el lenguado es alabado. Les Luthiers.
Mies en place para el bacalao a la vizcaína.
Este año no hubo garbanzos en dulce porque se pasmaron. Es la primera vez que se nos pasman y mi tía abuela, La Mamita, siempre nos advertía que eso podía ocurrir. Yo lo atribuyo a que, como viajamos, no los pudimos pelar nosotros y fueron refrigerados, de modo que eso estropeó el proceso. En fin…no nos quedamos con la gana porque Raúl había preparado un poquito hacía poco menos de un mes.
Los garbanzos se me pasmaron.
Hubo tortilla de flores de izote y refresco de jocotes marañones endulzado con miel de dulce de mangos.
Tortilla de flores de izote, bocatto di cardinale.
La fiesta de Easter
Debido a la excursión a El Soch se me olvidó comprar huevos de pascua y conejos; así que el postre para el fiambre de hoy fue la deliciosa, pero deliciosa panela elaborada por don Julio en aquel sitio arqueológico y el último pedacito de melcocha elaborada por doña Mimí, esposa de don Julio.
Eso no impide que recordemos la importancia de esta fiesta:
La de Easter o Pascua es una fiesta de fertilidad, luz y vida; y en casa solemos celebrar esta fiesta antigua con chocolates, mazapanes y el emblemático conejo.
Desde la finca El recuerdo, en El Soch, la Luna nos mostró al conejo.
Desde hace milenios es motivo de fiesta el inicio de la temporada en la que las noches son más cortas, en la que hay más horas de luz y cuando la primavera devuelve la vida y la fertilidad, de ahí que la fiesta coincide con el equinoccio de primavera.
Los colores de esta fiesta antiquísima son los del amanecer y los de la vida suave, agradable y tibia propia de la primavera, cuando hay vida y hay luz. Mi abuela, Frances, solía estrenar ropa en esta fiesta y los colores que usaba eran los propios de la celebración. También solía preparar almuerzos muy ricos, que normalmente incluían algún pay. Hoy, nosotros, comimos fiambre.
El lenguaje de los colores es importante porque los de Easter contrastan notablemente con los de la semana santa, que son el negro y el morado. El negro es el color de la muerte, de lo oscuro, de la soledad, del vacío de la noche, de la tristeza y del mal; y el morado (violeta, o púrpura) es el color del poder, de la magia y de la fe (vis a vis la racionalidad); es el color del confesionario y por consiguiente de la culpa, en contraste con la responsabilidad y es el de algunos ritos funerarios.
Cuando yo era chico, el conejo (animal que es imposible no relacionar con la fertilidad) llegaba a la playa, a Panajachel, y a donde estuviéramos porque mis padres llevaban huevos de chocolate, o de almendras. Sin que los niños nos diéramos cuenta, mis padres y tíos ocultaban los huevos en el jardín y en el momento oportuno nos decían que el conejo había llegado y que saliéramos a buscar los huevos. Cuando crecimos, a los mayores se nos enviaba a alguna habitación lejos del jardín y -aunque ya sabíamos quienes escondían los huevos, y que no había tal conejo- igual gozábamos mucho al buscar y encontrar sus dulces y preciados obsequios.
Aquella tradición es de origen germánico y precede al cristianismo; pero también las culturas de Mesoamérica tienen conejos benefactores involucrados en sus leyendas. En la Luna llena, donde en occidente vemos la cara de un hombre (o la de Jakie Gleason), los pueblos de Mesoamérica ven un conejo igual que los chinos. En la próxima Luna llena sal a ver a Selene y verás al conejo.
¿Y cómo fue a parar ese animalito allá?
Según una leyeda de Chiconamel, en Veracruz, México, un dios ocasionó un diluvio universal; y un hombre y su familia se salvaron de ahogarse porque se escondieron en un cajón, siguiendo el consejo que les dio un conejo. El dios se enteró de los sobrevivientes cuando estos encendieron fuego para asar pescados; y entonces castigó al conejo que, por haber salvado a los hombres, fue condenado a alumbrarlos y fue transformado en la Luna. Esto lo leí en Imágenes de la mitología maya, por Oswaldo Chincihlla.
Desde tiempos muy antiguos, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril. En recuerdo de aquella diosa, a la festividad de pascua se la denomina Easter, en algunos países. Esto es porque también era la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz, a quien se conocía en el mundo anglosajón como Easter. Para el siglo VIII los anglosajones ya habían tomado dicho nombre para la fiesta que celebramos en este día. Asarté es Ishtar y esta, en el cielo en esta temporada, es Venus el lucero brillante que ves al atardecer. No sorprende que Venus también fuera conocido como Lucifer, el traedor de luz, alegoría propia del inicio de la primavera.
…y como corresponde, en esta temporada nos disfrutamos mucho las tradiciones populares.
¡Por supuesto que no celebro dioses, ni diosas, pero sí los conceptos que representan aquellos mitos: la fertilidad, la vida, y la luz.
Actualización: Nuestro cuate Esdras nos alegró con morelianas de la panadería La Confianza, de Coatepeque y panes de Semana Santa, de su familia. Mi cuñado, Coki, nos deleitó con pan de queso. Las Canillonas nos cosiguieron mangos variados.
Panes variados y mangos variados.
Hoy el almuerzo/cena fue bacalao que hicimos en casa y de postre caña de El Soch.
Bacalao a la vizcaína hecho en casa.
Caña de azúcar, de El Soch.
¿Asi, o más alegre?