16
Nov 24

Luces y familias en Árbol Gallo

Mi parte favorita de la inauguración del Árbol Gallo fue cuando, pocos segundos después de que fue encendido, una niñita gritó: ¡Feliz Navidad! y cuando la volteé a ver, sus ojos y su sonrisa tenían más luces que el Árbol.

El Árbol Gallo es encendido para alegrar a las familias chapinas.

En esa fiesta, con la cual empiezan todas las demás fiestas populares de fin de año en Guatemala, los niños aplauden, brincan y se emocionan. Los adultos también, pero la mayoría se contiene por el qué dirán. Por eso es que me gusta disfrutar de ese festival en la calle, con la gente, y este año, incluso bajo la llovizna. ¡Vaya que llevaba mi sombrero fiel!

Como el año pasado, son admirables los efectos de las luces en el cono; y los fuegos artificiales me sacan incontables Wow! y ¡Aaaaaah!

La del Árbol Gallo es una fiesta familiar que atrae a niños de brazos y a ancianos. Es un maral el que nos reunimos en las avenidas de Las Américas y de la Reforma y en el Bulevar Liberación para admirar el Árbol y los fuegos artificiales. Las dos primeras avenidas se encienden con luces en los árboles y a lo largo de las calles. Nunca he visto los espectáculos artísticos, pero la música siempre es muy alegre. Como el año pasado, los fuegos artificiales estuvieron espectaculares y, además, fueron dobles porque los había atrás del Árbol, sobre la Avenida de las Américas, y del lado del Centro Comercial Los Próceres.

El Festival del Árbol Gallo es una fiesta para todos, especialmente para los niños y los que somos un poco niños.

Como en otros años, hay ventas de todo en las calles. No faltan los churrascos, los churros y otras comidas callejeras. Toda el área es una feria de comerciantes que ofrecen cohetes, pachones, almohadas, disfraces para los niños, maquillaje y lo que se te ocurra. Es notable la presencia de la policía y la de los bomberos para la seguridad y en caso de alguna emergencia. Este año noté que un equipo de personas, vestidas de azul, estaban recogiendo constantemente el basural que la gente deja tirado; en parte porque no hay basureros y en parte porque…es innegable…la gente es muy sucia.

Dicho lo anterior, por supuesto que me gozo las luces del Árbol Gallo y los fuegos artificiales; pero lo mejor son las caritas de los niños, admirados, y las de los adultos mayores. Yo me embobo viendo aquellas maravillas y desde finales de octubre me ilusiona mucho ir a la calle a esta fiesta. Me encanta ver a familias completas, especialmente a las que llegan desde temprano y hacen picnic en la tarde. También las que van quedando en la noche y caminan para sus casas.

Este año una novedad fue una banda de jóvenes que primero vi en la Reforma y luego en el Bulevar Liberación. Con sus instrumentos y sus bailes le añadieron alegría a la fiesta. También me cayó en gracia un joven que, desde un bus, ofrecía transporte a las personas que fueran a la Colonia Atlántida y al Parque Colón.

Luces y colores trae el Árbol Gallo.

El Festival del Árbol Gallo -de la Cervecería Centroamericana- se celebra desde hace 38 años y es parte importante del imaginario chapín de las fiestas del solsticio de invierno y de la Navidad. En unas semanas serán las Luces Campero y el Festival Navideño en la Plaza de la Constitución y Cayalá ya está vestida de fiesta y luces.

¿Qué más viene ahora? La quema del diablo; la fiesta de Guadalupe en mi barrio y en el centro con sus fascinantes toritos; y la Nochebuena con la alegría de los fuegos artificiales.

¡Que estas fiestas y el espíritu celebratorio chapín vivan por siempre!… y desde Carpe Diem les deseo a los lectores felices fiestas junto a sus familias y seres queridos, larga vida y prosperidad.


31
Oct 24

El veneno de la envidia

 

Halloween, en el fondo, celebra la vida porque nos reímos de brujas y fantasmas, y le quitamos peso al mal. Es una oportunidad para burlarnos del misticismo y de muchos de los temores que este ha sembrado en nosotros.

Jack y el Gato Alberto se disfrazaron para recibir a los niños.

Hablando de brujas  —tema serio—, Helmuth Schoeck, en su libro Envy, explica cómo la imagen de la bruja nos llega de cuentos, de Macbeth y de juicios medievales. Schoeck muestra cómo, históricamente, la envidia y la sospecha de magia negra han perseguido a quienes tienen algo que otros desean. Buena salud, belleza, posesiones: cualquier ventaja se convierte en motivo de sospecha. En la antigua Europa, por ejemplo, no era raro que el envidioso se volviera acusador, y las brujas solían ser las personas guapas, virtuosas, o simplemente prósperas.

No faltan los cempasúchiles y los nombres de los seres queridos.

Este doble papel de la envidia con respecto a la brujería es evidente en pueblos primitivos. El forastero, el lisiado, cualquiera que estuviera discapacitado es sospechoso y es considerado como responsable de causar daños.  Empero, el mismo hombre primitivo es capaz de asegurar que otro miembro de su tribu sólo es rico, poderoso, buen bailarín o cazador sólo porque ha obtenido, mediante magia negra algo que les debería pertenecer a otros miembros de su tribu, escribió Schoeck.

Tereso, Macario y Porfirio  dejaron atrás a Teófilo.

Para el hombre primitivo —según Schoeck—, la magia negra explica que alguien más tenga lo que uno anhela. Es un mecanismo tan viejo como destructivo. Algunos antropólogos, dice Schoeck, ven la brujería como una válvula social que regula tensiones, pero Clyde Kluckhohn señala que esta creencia en realidad fomenta desconfianza, produce timidez y reduce las relaciones sociales.

En el caso guatemalteco, Schoeck recuerda cómo John Gillin, en The Culture of Security in San Carlos, documenta una forma de enfermedad de envidia que todavía se menciona entre comunidades indígenas centroamericanas. Esta enfermedad permite que una persona envidiosa invoque la desgracia sobre otra. La víctima, si descubre al responsable, tiene derecho de venganza, un aspecto fascinante y revelador sobre las dinámicas de envidia en nuestra región. Nadie admitiría que envidia a otro, porque ese sentimiento puede transformarse en motivo de peligro, de sospecha y, en última instancia, de rechazo.

La calavera se hizo presente.

Decidí compartir con ustedes estas lecturas para añadirle a la celebración de hoy un toque adicional al carácter festivo y lúdico que tiene, porque a ratos sospecho que la envidia es un sentimiento muy presente en la sociedad guatemalteca.  Eso sí, que conste, que el hecho de haberme puesto solemne no quiere decir que no me disfrute la fiesta de las calabazas, los gatos negros, las escobas, los disfraces y las telarañas.

De paso, que no te engañen…no es cierto que la tradición de pedir dulces en la noche de hoy sea ajena a la cultura chapina. Los niños de los tiempos de Naná camota, durante lo que ahora conocemos como Halloween, iban de casa en casa recitando: Angeles somos/ del cielo venimos/ cabecera pedimos./ Si no nos la dan/ puertas y ventanas lo pagarán. Era la versión criolla del trick, or treat; y si los críos no recibían sus dulces de ayote y de jocotes manchaban con cal puertas y ventanas de los roñosos.

En casa ya está listo el 90% del fiambre para el almuerzo de mañana; hoy celebramos la Brujitas’ Nite y tenemos dulces y chocolates para los niños vecinos que salen a pedirlos en la tarde.


19
Sep 24

Emotividad en antorchas y bandas

¿Cuáles fueron los mejores momentos que viví durante las fiestas del 14 y 15 de septiembre pasado?

  • El 15, durante el desfile de bandas en la Sexta Avenida, la banda del Colegio Mateo Perrone se detuvo frente a la Plaza Vivar. Tardé en darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero el joven estudiante director de la banda se encontró ahí con sus padres (y se me enchina la piel mientras escribo esto). No pude ver la cara del muchacho, pero debe haber estado emocionadísimo, como orgullosos se veían sus padres. Luego, la banda entera les hizo un saludo a los padres. Por supuesto que hubo fotos, y ya te imaginas, a ambos lados de la avenida mucha gente estaba tratando de quitarse basuritas de los ojos.

Momento en que la banda saluda a los padres del muchacho.

  • En el mismo lugar y pocos minutos antes, había un joven alto abrazando por detrás a su abuelita menuda. No te imaginas con qué cariño era que el muchacho acariciaba las manos arrugadas de la viejita. Shute que soy, no pude evitar preguntarle al chico si la dama era su mamá o su abuelita. Me contó que era su abuela y le comenté que era una dicha tenerla y lo felicité por el cariño con el que la cuidaba entre la muchedumbre. No te imaginas con qué alegría veía las bandas la señora. No tomé una buena foto porque me pareció invasivo.

El muchacho y su abuelita tomados de las manos.

  • El 14, en la Avenida de la Reforma, vi a un grupo de adolescentes pasar con una antorcha, y en medio de ellos, iba una maestra tratando desesperadamente de mantener el orden y proteger a los chicos a los que acompañaba. Pensé que esa maestra merece una ovación de pie porque ha de querer ganas y mucha vocación hacerse cargo de un grupo de antorcheros díscolos y alegres. Me pareció casi heroico de su parte y qué maravilla que los chicos contaran con ella. No pude tomar foto porque salieron disparados hacia el norte.
  • El mismo día, pero ya junto al Obelisco y el pebetero, llegó un grupo de chicos igual a cualquiera de los centenares que participan en esa fiesta. ¿Qué hizo que llamaran mi atención? En un marco llevaban el retrato de un ser querido ausente y, a la hora de la foto, el recuerdo de la persona ausente estuvo presente en la celebración y en la alegría. No pude tomar foto porque ocurrió muy rápido y soy lento con los dedos y el teléfono…pero Raúl Contreras estába ahí y captó el momento. 

Este es el espiritu de la fiesta de las antorchas.

¿Por qué te cuento esto? Porque el espíritu familiar, festivo, celebratorio, cándido y alegre es el espíritu propio de las fiestas de Independencia. Los bolsazos con agua y otras agresiones son prácticas ajenas a la tradición y deben ser abandonadas.

Veintiun cañonazos en el Parque Centenario.

Al Obelisco y a las bandas acuden familias, grupos de escuelas, colegios, amigos, iglesias, barrios, colonias con el ánimo de pasar buenos ratos y tener experiencias juntos alrededor de una tradición bonita: correr en grupo con una antorcha. Es cierto que abundan los gritos de ¡Viva Guatemala!, pero estoy seguro de que nadie va a las fiestas a hacer patria. Eso sí, a todos parece unirnos un espíritu de Yo soy chapín como tú. No porque la mayoría entendamos bien por qué, sino porque estamos ahí y en esta tierra está enterrado nuestro mux. Este año, como algo distinto, vimos las salvas de artillería en el Parque Centenario durante el acto de arriada de la bandera el día 15.

Las familias abundan en la fiesta de las antorchas.

Tengo por lo menos 20 años de asistir a la fiesta de las antorchas y, durante lustros, todo el rollo era llegar en grupo a encender la antorcha en el pebetero y salir corriendo con el destino propio de cada grupo. El grupo puede ser una familia de tres o una multitud. En la plaza del Obelisco había alguno que otro vendedor de bebidas y comidas callejeras, pero la gente llegaba, encendía su antorcha y se iba.

¡A correr por la Avenida de la Reforma!

En tiempos de los Colom/Torres, la dinámica cambió porque el gobierno envió música en vivo. La presencia de música en la plaza creó un incentivo para quedarse y ese ambiente atrajo vendedores de cervezas y se hicieron dos grupos notables: la gente tradicional que iba a por fuego para su antorcha y la gente que quería quedarse a parrandear barato en la plaza. ¿Sabes en qué grupo había bolos? Pues sí, en el de la música.

Desde la zona 5 a traer el fuego de la libertad; y a divertirse.

Por supuesto que no hay nada intrínsecamente malo en tomarse una, o dos chelitas en una fiesta (que es muy rico); pero como cierto tipo de gente es ese tipo de gente, la dinámica cambió. El sábado pasado vi a cuatro sujetos vomitando en la plaza, y en la Reforma vi a una pareja deplorable bien socada meando en un tronco. Un año, los Colom/Torres mandaron a regalar tamales y toda la plaza quedó inmunda, alfombrada con hojas de tamal, resbalosa y maloliente.

Ahora es TV Azteca quien lleva música y animadores a la plaza, donde la fiesta ha ido perdiendo carácter. Ahora, el lado norte de la plaza no se distingue de cualquier feria genérica, en tanto que en la parte sur de la plaza, junto al Obelisco, todavía se vive el espíritu original de celebración cándida.

La fiesta se celebra en grupos alegres.

Eso me lleva a la aparición de la costumbre nefasta de lanzar bolsas de agua. Esa práctica nunca fue parte de la fiesta tradicional de las antorchas (como no fuera en casos muy aislados, supongo). Pero después de los encierros forzados del 2020, apareció esa práctica que también desnaturaliza la fiesta de las antorchas. Sobre todo porque el lanzamiento de bolsas de agua es invasivo y agresivo. ¿Viste que rompieron vidrios de automóviles y hasta disparos? Es cierto que si a uno no le ha cerrado el lóbulo frontal, es alegre mojarse. ¿Quién no ha disfrutado de una buena mojada en su oportunidad? Pero una cosa es mojarse voluntariamente y otra cosa es ser mojado -con fuerza-. Cuando yo era niño caminaba en los charcos de lodo, de la Reforma, con mis botas de hule. 

Los jóvenes llevan la alegría al Obelisco.

Descontado el abuso, la práctica de lanzar bolsas de agua, o cubetadas, o chorros, tiene efectos negativos:

  • Las bolsas plásticas que la gente lanza y deja tiradas hacen basura innecesaria y, si van a parar a los tragantes, los tapan y después generan inundaciones.
  • Como dijo una señora el sábado: “Llora sangre que desperdicien el agua que hace falta en las casas.” Los que desperdician el agua, muchas veces potable, es porque no pagan el precio real que tiene el líquido vital. Incluso si compran el agua embolsada, quienes la venden no pagan los costos reales que tiene aquel líquido.
  • Por donde se lo vea, lanzar agua (o cualquier otro líquido) es una práctica de malísima educación cuando se hace de forma arbitraria y agresiva. Es bien muco eso del agua.

La cosa es celebrar y divertirse.

El año entrante sugiero no dejar que una tradición alegre y bonita como la de las antorchas sea estropeada por unos cuantos. ¿Cómo? No mediante la prohibición que nadie podría hacer efectiva porque se ve que la policía no puede contra los grupos de bolseros, principalmente si se comportan como orcos.

Sugiero que va a ser una labor de educación para el largo plazo, por medio de campañas que expliquen por qué no está bien desperdiciar el agua que otros necesitan, llenar de basura las calles y los tragantes, y agredir a otras personas. La violencia es un componente clave de la práctica de las bolsas de agua… pero no de la tradición de las antorchas.

Nunca faltan las reinas.

Por lo demás, la fiesta de las antorchas no dura 10 días como la Semana Santa, ni 40 días como la Cuaresma (conmemoraciones que también disfruto mucho). En ese sentido, su efecto en el tráfico es sustancialmente menor, sobre todo después de que, este año, la gente haya aprendido que hay formas de organizarse mejor durante una fiesta popular con carácter como la mencionada. Así como el Viernes Santo uno va en Uber a la zona 1, así se resuelven las posibles dificultades del 14 de septiembre.

En una sociedad como la chapina (con sus problemas de delincuencia y de crispación), es una dicha que se puedan celebrar fiestas callejeras, multitudinarias y familiares en paz. Es admirable el orden espontáneo que se da durante la celebración de las antorchas; y estoy seguro de que si nos despojamos de prejuicios, podemos aprender mucho de lo bueno que ocurre durante esta fiesta y de las amenazas que pueden estropearla.

@luisficarpediem

¿Cuáles fueron los mejores momentos que viví durante las fiestas del 14 y 15 de septiembre pasado? #desfile #bandasescolares #antorchas #jovenes #familia #celebracion #luisfi61 #independencia

♬ sonido original – Gobierno de Guatemala

 


30
Ago 24

La libertad no necesita permiso

 

La fiesta de las antorchas, el 14 de septiembre, es una fiesta popular en todo el sentido de la palabra. No es una oficial, ni estatal, ni nada parecido. Es de la gente.

La fiesta de las antorchas es una fiesta familiar.

En ella participan familias, barrios, iglesias, amigos, establecimientos educativos y personas de todas las edades y condiciones. Nadie la organiza, y ni hace falta un orden centralizado. De hecho, antes llegaban de la escuela estatal de educación física a encender las antorchas y cuando dejaron de llegar, nadie notó su ausencia. De cuando en cuando, el gobierno envía espectáculos musicales que desnaturalizan la celebración y son un fastidio. Un año, el gobierno mandó tamales y toda la plaza del Obelisco quedó como un cochinero resbaladizo.

La fiesta de las antorchas es de la gente. No es del gobierno, ni tiene que ser oficial, y no viene desde el poder. Por eso, es una fiesta que une y no divide. Los que vamos a ella lo hacemos porque nos gustan su alegría y su espíritu espontáneo. Y, ¿qué nos une? Algo sencillo: nos une el hecho de que nuestro muxu´x está enterrado aquí, en esta tierra. No hace falta nada más. El gobierno es irrelevante en esta fiesta; como no sea para mantener el orden razonable y cuidar a los participantes, lo cual se agradece.

A algunos no les gusta esa fiesta y se quejan; pero las calles son espacios de uso común, y toca sobrellevar ciertos inconvenientes durante las tradiciones populares que brindan alegría y nos conectan no sólo entre los que participamos en ellas, sino con las generaciones pasadas y las generaciones futuras. Toca, entonces, sobrellevar las procesiones, las ferias, la 21K, las bandas y las antorchas (que son de naturaleza diferente a los bloqueos y. a las marchas de acarreados). Las fiestas populares, por cierto, a nadie toman por sorpresa y durante las mismas, uno puede hacer planes para hacer menos cargosos los inconvenientes.

Estas meditaciones vienen a cuenta porque el director estatal de educación, de Sacatepéquez, pretende hacer creer que la fiesta de las antorchas necesita autorización gubernamental. Sepa, Su Señoría, que la forma en que las personas celebramos no necesita de autorización ministerial. Sepa, Su Señoría, que las personas —incluso los jóvenes— tienen vidas privadas más allá de los muros de los centros de adoctrinamiento que controla la cartera de Educación. Sepa, Su Señoría, que los jóvenes y sus familias deciden participar en las fiestas; no es asunto de los directores de aquellos centros ni de su despacho. Las celebraciones del 14 y 15 de septiembre pueden llevarse a cabo sin el oropel y sin los discursos oficiales manidos y cansinos.

¿Sabe, Su Señoría, que la Llama de la Libertad (que es responsabilidad del gobierno) se mantiene apagada en el Obelisco? ¿Por qué es eso importante? Porque la placa que acompaña a la llama ausente dice: Guatemalteco, esta llama simboliza nuestra suprema aspiración de libertad y de justicia. Venérala, respétala y no permitas que se extinga nunca. De modo que esta no es una fiesta vacía y tiene un contenido que heredan los niños y los jóvenes que van al Obelisco y corren con antorchas. Contenido que heredan quienes no tienen por qué crecer en una sociedad de odio, resentimiento y violencia, sino que podrían crecer en una con justicia… y en libertad.

@luisficarpediem

La fiesta de las antorchas, el 14 de septiembre, es una fiesta popular en todo el sentido de la palabra. No es una oficial ni estatal ni nada parecido. Es de la gente. En ella participan familias, barrios, iglesias, amigos, establecimientos educativos y personas de todas las edades y condiciones. Nadie la organiza y ni hace falta un orden centralizado #antorchas #independencia #celebracion #fiesta #alegria #luisfi61 #libertad

♬ Keyboard_typing sound(894890) – keiichiro Akamine

La de las antorchas es una fiesta familiar, sana, pacífica y llena de alegría; y, por supuesto, hay que vivirla para entenderla. Tengo por lo menos 20 años de participar en esta fiesta, y ¿sabes qué es lo que más disfruto de ella?  Las emociones de las familias y los niños, y las formas en que las manifiestan. Hay que ser algo niño para gozar plenamente estas celebraciones populares y callejeras. Hay que abandonar, pues, las burbuja ideológica y el esnobismo que impiden valorar la celebración colectiva, porque el fuego de las antorchas es tuyo y es mío, y ningún burócrata debería tratar de apagarlo.

Columna publicada en República.


10
Ago 24

¡Desfile de bandas!

 

Hoy dimos nuestro acostumbrado paseo sabatino por la Sexta Avenida de la zona 1 y hubo sorpesa: ¡Desfile de bandas escolares!

Nos apostamos bajo el arco del edificio del correo -una obra arquitectónica encantadora de Rafael Pérez de León- y ahí disfrutamos de las bandas, de la alegría de los estudiantes y del público y de los cohetes y fuegos artificiales.

No hay duda alguna de que a los jóvenes guatemaltecos les encantan los desfiles y las bandas.  Me maravillo con el entusiasmo de los patojos, de sus familias, de sus maestros y hasta de ex alumnos que acuden a ayudar en estas actividades.

Ya vienen el 14 y 15 de septiembre -cuando se celebra la desvinculación de Guatemala de la corona hispánica-  y esos dos días me los gozo muchisimo por los desfiles, las bandas y las antorchas.

La única vez que tuve oportunidad de marchar fue cuando estaba en Primero Básico; pero mi escasa vocación para el ejercicio se sumó a cierta repugnancia por la prepotencia de los comandantes de los pelotones durante los ensayos. De modo que llegado el 15 de septiembre opté por no ir al desfile y me fui con mi familia al Turicentro Likin para aprovechar el asueto. En la Dirección del colegio me dijeron que perdería Educación Física como consecuencia; pero a la hora de la hora la amenza no se cumplió.

Ahora que veo a los chicos, con la alegría, el compañerismo y el entusiasmo propio de sus edades pienso que me privé de una experiencia que hubiera recordado siempre con cariño. Claro que…en aquel entonces…los desfiles no eran tan espectaculares como ahora. 

La mera verdad es que me emociono mucho en estos desfiles escolares y si alguien me preguntara si participa, o no en una de estas celebraciones le diría que si, que participe, y que se entregue full a la experiencia, que no se prive de añadir a su vida momentos con potencial de convertirse en recuerdos entrañables. 

@luisficarpediem

Dimos nuestro acostumbrado paseo sabatino por la Sexta Avenida de la zona 1 y hubo sorpesa: ¡Desfile de bandas escolares! #desfile #bandas #bandasescolares #celebracion #parade #luisfi61 #estudiantes #colegios #jovenes #ciudaddeguatemala

♬ sonido original – Luis Figueroa


27
May 24

Dos toritos y fiesta

 

¡Me encantan los toritos! Esos fuegos artificiales, con forma de torito, que lo embisten y persiguen a uno -en calles y plazas- en las fiestas  chapinas.

Cazar toritos es una de mis diversiones favoritas y ayer, que nos encontramos con una procesión en la zona1, ¿cómo íbamos a perder la oportunidad de ver uno?  Y no fue uno…sino dos toros fieros a la vez.

Lo bonito de los toritos no sólo es el despliegue y abundancia de pirotécnia con variedad de colores y variedad de efectos.  También tiene que ver la habilidad de quien lo baila y el ingenio con el que embiste y persigue al público.  Todo tiene que tener ritmo relacionado no sólo con la música sino con la disposición de los fuegos artificiales y sus efectos. 

El torito de anoche fue precedido y sucedido por cualquier cantidad de pólvora en la Sexta avenida y en la 13 calle de la zona 1.  Los muchachos encargados de las bombas y de las ametralladoras hicieron buen trabajo al animar la celebración.  Por cierto que los toritos eran de El Gato y fueron espectaculares.

Cuando yo era niño, las historias de mi tía abuela, La Mamita, acerca de toritos durante las fiestas tradicionales disparaban mi imaginación. Yo tenía muchas ganas de ver toritos y no fue hasta hace relativamente pocos años que vi el primero en San Juan del Obispo. Desde entonces pocas cosas me emocionan y divierten tanto y me ponen tan contento como salir a buscar toritos y verlos desplegando sus luces y sus colores entre la gente que se les acerca y les huye. ¿Alguna vez te ha corrido un torito? Es de lo más divertido y emocionante.

@luisficarpediem

¡Toritos y fiesta! #fuegosartificiales #fireworks #fiesta #celebracion #toritos #toritoselgato #luisfi61 #guatemala

♬ sonido original – Luis Figueroa

Para mi cumpleaños 50 tratamos de quemar un torito en casa, durante la celebración; pero como llovió mucho lo pospusimos y lo quemamos para la fiesta de Thanksgiving de ese año.  

Después de ver los de ayer, ¡Qué ganas tengo de quemar uno para cuando cumpla 65! ¿Sabes qué me gustaría muchísimo? Ser yo quien baile el torito.


10
May 24

En este Día de la madre

Alguien escribió que si las madres dominaran el mundo, no habría guerras.  Pero yo digo que esa idea sólo cabe en la cabeza de alguien que no ha visto a una madre hacer lo que sea necesario para proteger a sus hijos y proveerlos.

No ha visto a una madre guepardo perseguir y matar a una gacela (madre, o no) para darles de comer a sus cachorros hambrientos en el Serengueti.

Tampoco conoce la historia K´abel, reina de Perú-Waká, que llevaba el título de Kalomt´e (o Kalomte), que significa guerrero supremo.  Seguro que no leyó acerca de Boadicea, la heroína británica que les dio palo a los romanos por donde pudo; y cuyo nombre le da título a una pieza encantadora de Enya. Seguramente nunca oyó hablar de la emperatriz china, Wu, que pasó su vida involucrada en guerras con Corea y expandió su imperio grandemente.  Puede que haya pasado de noche sus clases de historia, en Tercer grado de Primaria, cuando uno se entera de que Isabel de Castilla concluyó la reconquista de España y expulsó a los moros de Granada. Ni que decir de Catalina Sforza que, con ocho meses de embarazo, le arrebató Castel Saint Angelo a César Borgia.

Estoy seguro de que, si buscas, vas a encontrar más madres guerreras en todas las culturas. 

A donde voy es que, ¿quién que conozca a su madre, no tiene la certeza de que, en tiempos difíciles haría la guerra no sólo para defender a sus hijos frente a agresiones, sino para proveerlos de modo que no sufrieran privaciones, y para ampliar sus márgenes de seguridad? 

En occidente y en el siglo XXI, nos es difícil pensar en aquellos términos porque desde la revolución industrial la hemos tenido relativamente fácil (con excepción de las dos guerras mundiales).  Con la revolución industrial, la familia pasó de ser una unidad de producción muy enfocada en sobrevivir, a ser una de consumo; y cuando la producción se movió de la casa a la fábrica surgió nuestro concepto moderno de maternidad. En la medida en que el capitalismo hizo más abundantes y baratos la ropa, los alimentos y otros bienes, en esa medida evolucionó el concepto de madre para pasar de la madre guerrera que literalmente tenía que pelear para protegerse y proveerse a sí misma y a los suyos (con, o sin otro adulto a su lado), a la madre más enfocada en dispensar cuidados, mimos, educación, consejos, cariño y amor. (con, o sin otro adulto a su lado).

Por supuesto que estoy pintando con brocha gorda; pero, ¿cachas la idea? No hay nada como el amor de una madre y la velocidad de un jet.

Por mi parte, le agradezco a Nora que me haya protegido y defendido (muchísimas veces de mí mismo) siempre que hubo necesidad.  Le agradezco que -aún en los tiempos difíciles- nunca hayan faltado el pan en la mesa (ni una botella de cava), acompañado por su mirada de ternura y fortaleza, por su mano suave y firme, y por sus buenos consejos. Le agradezco su paciencia.  Y sobre todo le agradezco que nunca se haya sacrificado por mí.  Porque el sacrificio es muy feo, es entregar algo de mucho valor a cambio de algo de poco, o ningún valor…y que oso hubiera sido eso para mí. Gracias, Nora, por tu apoyo incondicional, por tu amor y tu cariño.

Columna publicada en República.


23
Abr 24

En el Día del libro

Hoy se celebra el Día del libro; y se conmemoran los fallecimientos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare, y  Garcilaso de la Vega (con algunos ajustes convenientes debido a las diferencias entre los calendarios juliano y gregoriano).  En ese contexto te cuento una anécdota de mis años formativos relacionada con libros.

Creo que fue en Tercero Básico que empecé a hacer una lista de los libros que había leído.  Se la mostré a uno de mis amigos y él le comentó a uno de mis profesores: Luis Figueroa hizo una lista de los libros que ha leído, ¿cuántos ha leído usted? Y el profesor le contestó: No se, porque yo no soy presuntuoso como para hacer una lista así.

¡Ouch!, eso fue un gancho izquierdo a mi autoestima adolescente e interrumpí el listado.

Primera página de aquella tristemente célebre lista de libros.

En algún momento y vaya uno a saber por qué retomé el listado, tratando de recordar qué libros había leído.  Sin embargo, la observación de mi profesor me asaltó y suspendí la lista.  Todavía, a la fecha, me cuesta mucho contar qué libro estoy leyendo,  Ni siquiera para Carpe Diem puedo hacerlo con comodidad.

Pero como hoy quería escribir algo diferente para la celebración, busqué la lista y la encontré en una caja que se ha salvado de mudanzas y de mis arranques de Hoy voy a deshacerme de cosas.

De la lista me llama la atención su variedad.  También me llama la atención el hecho de que algunos libros los recuerdo perfectamente, con detalles, mientras que otros -por más que trato- no logro recordar; ni su trama, ni su aspecto, ni nada.  De algunos recuerdo perfectamente en qué contexto emocional me encontraba, o en que circunstancias me hallaba. Algunos me dejaron mucho y otros fueron una pérdida de tiempo.

Mi abuela, Frances, que era una gran lectora, siempre me decía que todo libro debe ser terminado de leer; pero nunca me convencí de eso. Puedo, perfectamente, abandonar un libro que me aburre, o que no llena mis expectativas.  Todos los de la lista los terminé, incluso los que al final consideré como irrelevantes. 

Como en otras ocasiones, en esta celebración aprovecho para homenajear a las personas que más tuvieron que ver con mi gusto por la lectura:  Mi padre, cuya figura sentada al atardecer en la sala de la casa, con un libro en una mano (y un trago en la otra), me inspiró para imitarlo; Mi abuela, Frences, y mi tía Baby, que me obsequiaron muchísimos libros, y me introdujeron al mundo de Ayn Rand y al de las novelas históricas; y a Conchita y a Joe Castellanos, que me regalaron Corazón, de Edmundo de Amicis, que fue mi primer libro propio.


31
Mar 24

La fiesta de Easter fue diferente

 

¿Vas a creer? Hoy almorzamos fiambre. Tradicionalmente, en casa, almorzamos fiambre el sábado de Dolores (¿O es sábado de Ramos?). Esto es porque en casa de mis padres era costumbre almorzar aquel platillo el día en que llegábamos al mar para pasar allá la temporada de estas festividades (¿O son conmemoraciones?).

Este año, como nos fuimos de aventura a el sitio arqueológico de El Soch, Chicamán, en Quiché, diferimos el almuerzo tradicional para hoy que se celebra la fiesta de Easter, combinada con el equinoccio de primavera.  El fiambre lo compartimos, Raúl y yo con mi madre y mi hermana, así que estuvo festivo.

¡Fiambre!…ese fue el almuerzo de hoy.

De la aventura en El Soch te voy a contar luego.

Para la temporada tuvimos pan de Santa Cruz del Quiché, que trajimos de la maravillosa panadería Zuly en aquella ciudad.  Si algún día andas por allá te recomiendo la cazueleja y el bizcocho, panes que descubrimos gracias al consejo de la familia García Urizar, en El Soch. También gozamos tortas de pan de yemas, de El panadero de La Vienesa, originario de Totonicapán y que puedes conseguir en los bajos del Edificio el Centro en la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

Pan de la Panadería Zuly y de El panadero de La Vienesa.

El rey de la fiesta, por supuesto, es el bacalao a la vizcaína que preparamos de acuerdo con nuestra interpretación de la receta de mi abuela, Frances.  Este año, el viernes lo compartimos con nuestros amigos, Sergio y William que nos ofrecieron no sólo su compañía genial,y su anfitrionía impecable sino su bacalao delicioso, precedido por una caponata con pasas que estuvo riquísima, y un gazpacho de remolachas que merecía ovación de pie.  El sábado tuvimos la dicha de almorzar donde don Roberto y Miti, acompañados por buenos recuerdos, amigos queridos y las celebérrimas enchiladas de Miti. 

El bacalao es alabo y el lenguado es alabado. Les Luthiers.

Mies en place para el bacalao a la vizcaína.

Este año no hubo garbanzos en dulce porque se pasmaron.  Es la primera vez que se nos pasman y mi tía abuela, La Mamita, siempre nos advertía que eso podía ocurrir.  Yo lo atribuyo a que, como viajamos, no los pudimos pelar nosotros y fueron refrigerados, de modo que eso estropeó el proceso.  En fin…no nos quedamos con la gana porque Raúl había preparado un poquito hacía poco menos de un mes.

Los garbanzos se me pasmaron.

Hubo tortilla de flores de izote y refresco de jocotes marañones endulzado con miel de dulce de mangos.

Tortilla de flores de izote, bocatto di cardinale.

La fiesta de Easter

Debido a la excursión a El Soch se me olvidó comprar huevos de pascua y conejos; así que el postre para el fiambre de hoy fue la deliciosa, pero deliciosa panela elaborada por don Julio en aquel sitio arqueológico y el último pedacito de melcocha elaborada por doña Mimí, esposa de don Julio. 

Eso no impide que recordemos la importancia de esta fiesta:

La de Easter o Pascua es una fiesta de fertilidad, luz y vida; y en casa solemos celebrar esta fiesta antigua con chocolates, mazapanes y el emblemático conejo.

Desde la finca El recuerdo, en El Soch, la Luna nos mostró al conejo.

Desde hace milenios es motivo de fiesta el inicio de la temporada en la que las noches son más cortas, en la que hay más horas de luz y cuando la primavera devuelve la vida y la fertilidad, de ahí que la fiesta coincide con el equinoccio de primavera.

Los colores de esta fiesta antiquísima son los del amanecer y los de la vida suave, agradable y tibia propia de la primavera, cuando hay vida y hay luz.  Mi abuela, Frances, solía estrenar ropa en esta fiesta y los colores que usaba eran los propios de la celebración.  También solía preparar almuerzos muy ricos, que normalmente incluían algún pay. Hoy, nosotros, comimos fiambre.

El lenguaje de los colores  es importante porque los de Easter contrastan notablemente con los de la semana santa, que son el negro y el morado.  El negro es el color de la muerte, de lo oscuro, de la soledad, del vacío de la noche, de la tristeza y del mal; y el morado (violeta, o púrpura) es el color del poder, de la magia y de la fe (vis a vis la racionalidad); es el color del confesionario y por consiguiente de la culpa, en contraste con la responsabilidad y es el de algunos ritos funerarios.

Cuando yo era chico, el conejo (animal que es imposible no relacionar con la fertilidad) llegaba a la playa, a Panajachel, y a donde estuviéramos porque mis padres llevaban huevos de chocolate, o de almendras.  Sin que los niños nos diéramos cuenta, mis padres y tíos ocultaban los huevos en el jardín y en el momento oportuno nos decían que el conejo había llegado y que saliéramos a buscar los huevos. Cuando  crecimos, a los mayores se nos enviaba a alguna habitación lejos del jardín y -aunque ya sabíamos quienes escondían los huevos, y que no había tal conejo- igual gozábamos mucho al buscar y encontrar sus dulces y preciados obsequios.

Aquella tradición es de origen germánico y precede al cristianismo; pero también las culturas de Mesoamérica tienen conejos benefactores involucrados en sus leyendas.   En la Luna llena, donde en occidente vemos la cara de un hombre (o la de Jakie Gleason), los pueblos de Mesoamérica ven un conejo igual que los chinos. En la próxima Luna llena sal a ver a Selene y verás al conejo.

¿Y cómo fue a parar ese animalito allá?

Según una leyeda de Chiconamel, en Veracruz, México, un dios ocasionó un diluvio universal; y un hombre y su familia se salvaron de ahogarse porque se escondieron en un cajón, siguiendo el consejo que les dio un conejo.  El dios se enteró de los sobrevivientes cuando estos encendieron fuego para asar pescados; y entonces castigó al conejo que,  por haber salvado a los hombres, fue condenado a alumbrarlos y fue transformado en la Luna. Esto lo leí en Imágenes de la mitología maya, por Oswaldo Chincihlla.

Desde tiempos muy antiguos, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté, a quien además estaba dedicado el mes de abril.  En recuerdo de aquella diosa, a la festividad de pascua se la denomina Easter, en algunos paísesEsto es porque también era la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz, a quien se conocía en el mundo anglosajón como Easter.  Para el siglo VIII los anglosajones ya habían tomado dicho nombre para la fiesta que celebramos en este día.  Asarté es Ishtar y esta, en el cielo en esta temporada, es Venus el lucero brillante que ves al atardecer. No sorprende que Venus también fuera conocido como Lucifer, el traedor de luz, alegoría propia del inicio de la primavera.

…y como corresponde, en esta temporada nos disfrutamos mucho las tradiciones populares.

@luisficarpediem

No te olvides de que conmemoraciones y fiestas familiares nos las pueden quitar de un plumazo; con sólo asustarte un poco y con sólo amenazarnos con multas y cárcel #tradicion #familia #semanasanta #luisfi61 #libertad #conmemoracion #noolvides

♬ Mendelssohn-Overture to Fingals cave – 广州交响乐团

¡Por supuesto que no celebro dioses, ni diosas, pero sí los conceptos que representan aquellos mitos: la fertilidad, la vida, y la luz.

Actualización: Nuestro cuate Esdras nos alegró con morelianas de la panadería La Confianza, de Coatepeque y panes de Semana Santa, de su familia. Mi cuñado, Coki, nos deleitó con pan de queso.  Las Canillonas nos cosiguieron mangos variados.

Panes variados y mangos variados.

Hoy el almuerzo/cena fue bacalao que hicimos en casa y de postre caña de El Soch.

Bacalao a la vizcaína hecho en casa.

Caña de azúcar, de El Soch.

¿Asi, o más alegre?


15
Mar 24

“Pi Day”: de nerdos y cocineros, una jornada para reflexionar

 

Ayer fue el Día de Pi y merece atención por dos motivos: primero, se cumplen cuatro años del inicio de los encierros forzados del 2020 en el contexto del covid; y segundo: en esta fecha se celebran el cumpleaños de Albert Einstein y la muerte de Karl Marx.

Es, pues, un día para celebrar la razón y la ciencia, para no olvidar la maldad del colectivismo y para recordar no sólo a los 100 millones de muertos que costó el marxismo; sino, también, a las víctimas del autoritarismo casi totalitario que vivimos entre 2020 y 2021.

Amy y Sheldon, de The Big Bang Theory en el Día de Pi. La foto la tomé de Facebook.

¿Por qué fue el Día de Pi?, porque ese número, Pi, es 3.14 y ayer fue el 14 del tercer mes. ¿Viste? Es cosa de nerdos, pero tiene mucha gracia porque la palabra Pi -en inglés- se pronuncia pay, de modo que el día también es de interés para los cocineros.  Suele celebrarse mediante la preparación de un pay, y en casa, cuando nos acordamos y tenemos tiempo, preparamos uno.

Hace cuatro años -en el Día de Pi- vimos hacerse realidad una advertencia de J. D. Tucille: Los políticos son seres humanos y están sujetos al temor, incluido el miedo a ser rechazados por electores afectados por el pánico y que buscan que los funcionarios `hagan algo´. Por lo tanto, su instinto de explotar una crisis complementa su inclinación a calmar a los temerosos haciendo esfuerzos, incluso contraproducentes, para asegurar al público que todo estará bien. Hay un dicho viejo y perverso en la política que dice: Nunca desperdicies una buena crisis.

En aquel contexto hubo quienes celebraron que gracias al coronavirus y a que se había reducido el número de traslados habían caído las emisiones de CO2 y había mejorado la calidad del aire.  Poco les faltó para especular, como observó un tuitero que sigo: ¡Imaginaos lo que podríamos conseguir resucitando la viruela o la peste bubónica!

El 2020 fue un año de maldad, irracionalidad y bobería.  ¿A qué ya habías olvidado que hubo quienes publicaron las listas de las personas que estaban aisladas -algunas con policías- a causa del virus chino? ¿Te imaginas la vulnerabilidad en la que fueron puestas aquellas personas?

@luisficarpediem

Ayer fue el Día de Pi y merece atención por dos motivos: primero, se cumplen cuatro años del inicio de los encierros forzados del 2020 en el contexto del covid; y segundo: en esta fecha se celebran el cumpleaños de Albert Einstein y la muerte de Karl Marx. Es, pues, un día para celebrar la razón y la ciencia, para no olvidar la maldad del colectivismo y para recordar no sólo a los 100 millones de muertos que costó el marxismo; sino, también, a las víctimas del autoritarismo casi totalitario que vivimos entre 2020 y 2021 #diadepi #piday #encierros #alberteinstein #karlmarx #pay #luisfi61 #autoritarismo #totalitarismo @República.

♬ Typing Keyboard – Annisa Dian Rachmadani

¿Te acuerdas de que la Administración estableció un monopolio para detectar el covid?, porque nada hace crecer tanto al gobierno como una crisis. Crecer no quiere decir sólo en tamaño, sino también en alcances y en poder.

En España, por ejemplo, el jefe de la Guardia Civil, dijo que ese cuerpo policial estaba trabajando en minimizar las críticas al gobierno.  En China, ¿cómo no?, el régimen de Pekín impuso restricciones sobre la publicación de investigaciones académicas sobre el origen del SARS-CoV-2.

El 2020 fue el año de locales comerciales vaciados y en alquiler.  Fue el año en el que muchísimos meseros, por mencionar un oficio, sólo uno, se quedaron sin trabajo y sin como llevar el pan a las mesas de sus familias. ¿Cómo sería en Guatemala?…pero en Argentina, ocho de cada 10 jóvenes desarrollaron síntomas de depresión en aquel año oscuro y seguro que después.

El del covid es un virus respiratorio, ¿te acuerdas de que a muchas personas no las dejaron acompañar el entierro de sus seres queridos, ni verlos? ¿Te acuerdas de que el virus respiratorio era combatido con pediluvios que se mantenían inmundos, cuando no estaban secos? Ah, ¿te acuerdas de los termómetros que nunca estaban calibrados y que señalaban que estabas más frío que un sapo? ¿Qué costo debe haber tenido a los pobres chatíos que tomaban temperaturas con termómetros inútiles? ¿Olvidaste a la gente que usaba la mascarilla…pero debajo de la nariz? ¿Y a los que le llevaban abierta de los lados?

En la oficina celebramos el Día de Pi con un pay de pollo.

Cualquiera de aquellas califica como bobería, pero; ¿cuál se lleva el premio de será la peor? ¿Te acuerdas de la chica que leía sola, en una banca y al aire libre? ¿Te acuerdas de cómo la bulearon los talibanes del encierro y de la tristeza? Los ayatolas del aislamiento le dijeron de todo, con maldad y con encono.

Las vacunas no fueron forzadas en Guatemala, pero casi, casi; y, por lo menos, había para escoger.  Los encierros tampoco fueron tan severos como en otros países donde hubo menos oposición racional a las imposiciones.

El 2020 y parte del 2021 fueron tiempos de grandielocuencia moral y de falsear la realidad para verse bien.  Fueron tiempos de crisis bien aprovechados por los pipoldermos para repartir dinero, generar inflación y testear su capacidad para asustar y para ampliar sus poderes coercitivos.

Hoy, al día siguiente del Día de Pi, es una ocasión propicia para no olvidar…y para reflexionar.

Columna publicada en República.