Hace unos días Mt. Gox se declaró en quiebra e informó que que perdió, o le fueron robados, 850,000 bitcoins (unos US$473 millones, al precio del momento). La empresa le atribuyó a un acto de hacking la pérdida, o robo de los bitcoins. Mt. Gox, por cierto, era una de las bolsas de bitcoins más grandes del mundo. Hace unas horas Flexcoin, un banco canadiense de bitcoins, anunció su cierre tras un ataque y el robo del dinero depositado en línea, un total de 896 bitcoins (unos US$ 600.000(al precio del momento).
Tras el colapso de Mt. Gox, Autumn Radtke, CEO de First Meta -compañía estadounidense dedicada al cambio de bitcoins- fue hallada muerta en su apartamento de Singapur, en lo que se ha señalado como un suicidio.
Bitcoin está en crisis; y los estatistas aprovechan la ocasión para proclamar su muerte y pregonar su fracaso. ¡Calmantes montes, pájaros cantantes!
A ver…cuando George Soros hizo quebrar al Banco de Inglaterra….¿fue proclamada la muerte del sistema bancario? Después de la quiebra de Enron, ¿fue pregonado el fracaso de las empresas de energía? ¿Por qué es que Bonnie y Clyde fueron útiles para el sistema bancario?
El fallo en los sistemas de seguridad de una, o más bolsas de intercambio -pero no de todas- pone en evidencia que había, o hay componentes débiles en el sistema. El hecho de que unos y no todos fueran vulnerables prueba que el sistema funciona, aunque algunos componentes tuvieran debilidades.
¿Cómo sabemos que funciona? Porque el precio de Bitcoin no regresó a $15, como estaba en enero de 2013. Sabemos que el suyo es un precio de mercado porque bajó y se está estabilizando sin intervención de autoridad alguna. Hoy (cuando escribí esta entrada) anda por $666.31
¿Qué más podemos aprender de esta crisis? Aprendemos que el sistema es transparente. Quiebran los que tendrían que quebrar, nadie oculta la información para evitar una corrida y sobreviven los más sanos y seguros. Eso no ocurriría en sistemas estatistas donde los políticos y su clientela mantienen en la oscuridad todo lo que pueda ser mantenido en la oscuridad. Y los ciudadanos de a pié no nos enteramos de lo que en verdad sucede hasta que es demasiado tarde, o hasta que como tributarios nos pasan las facturas.
Puede que Bitcoin fracase; pero lo más importante no es una criptodivisas en particular, sino el concepto de criptodivisas y su funcionalidad como redes y como protocolos P2P. Se robaron, o se perdieron los bitcoins; pero la inforamción de quién es quién y quién vendió, o compró cuándo y cuánto, está a salvo.
El robo, o pérdida de bitcoins (y aquí entran Bonnie y Clyde), ha puesto en evidencia las debilidades del sistema; y ¿qué hicieron los bancos luego de los robos de aquella notoria pareja de criminales? Mejoraron su seguridad. A mediados de 1990 hubo una racha intensa de robos de bancos en Guatemala y nadie clamó por el cierre del sistema bancario, o por el fin del quetzal. Lo que sí ocurrió es que los bancos intensificaron sus medidas de seguridad. Por eso, por ejemplo, es que no puedes hablar por teléfono cuando estás en un banco, y no te dejan que estaciones tu automóvil viendo hacia la salida. Eso no quiere decir que se acabaron los robos de bancos; pero ahora es más difícil. Y que no te extrañe si algún banco de bitcoins deshonesto se autorobe los bitcoins. Pasa hasta en las mejores familias.
La dictadura china y la NSA se meten con Google y con los correos de Gmail; y nadie ha exigido el cierre de ambas empresas, ni ha colapsado el sistema de correos electrónicos. La lección que aprendemos es que Bitcoin podría fallar; pero las criptomonedas y la red se pueden fortalecer. Y si eso no es suficiente…¿qué más sano que la competencia de divisas o monedas? La existencia y el fortalecimiento de las criptodivisas (a lo largo de procesos sanos de ensayo y error), frente a las monedas estatales, son fenómenos fascinantes y sanos.
Gracias a mi cuate, Helmuth, por el input para estas meditaciones.