Aquí va lo malo y lo feo de la reforma electoral que está en manos de los diputados en el Congreso. ¿Habrá algo bueno?
La nueva legislación propone menos controles a las finanzas de los partidos políticos y limita el campo de acción de la Contraloría Genaral de Cuentas. ¡Duplica el gasto electoral! Impide que el Tribunal Supremo Electoral reporte delitos al Ministerio Público. Parece evidente que es una reforma hecha para beneficiar a los políticos y a los partidos a expensas de los electores y de los tributarios.
La reforma incluye la elección de diputados por nombres, en ves de listas y eso me parece bien; pero…está por verse si los diputados no están usando este cambio como un dulce para ocultar el sabor amargo de las otras reformas.
Una reforma electoral que sea electorera, es decir, una que refuerce el carácter clientelar y de rosca que tienen los partidos políticos, en Guatemala, le causaría un daño profundo y mortal no sólo al sistema electoral, sino al sistema republicano. Da la impresión de que los diputados ven la tempestad y no se persignan.
Así como se ven las cosas da la impresión que la reforma está hecha para garantizar los intereses de la clase política. Celebro mucho la elección individual en vez de hacerlo por listas; pero los diputados juegan con fuego si están usando esta oportunidad para servirse con la cuchara grande.
En mi columna de mañana, en elPeriódico, comentaré lo bueno.