Oportunidad de oro para los diputados

 

La propuesta de elegir diputados distritales y por listado nacional mediante listas abiertas -que se halla en el Congreso- cuenta con dictamen favorable de parte de la Comisión de Asuntos Electorales.  Esta es una de las reformas urgentes más notables con respecto a la legislación electoral y hubiera sido un disparate que aquella comisión la hubiera desestimado.  Ahora les corresponde a los demás diputados aprobarla en el pleno de acuerdo con el proceso constitucional de formación y sanción de leyes.

Es muy atinado que la iniciativa cuente con dictamen favorable. Sería peligroso que el pleno la desestimara, porque la relación que debería haber entre los diputados como supuestos representantes del pueblo, y los representados -como electores y tributarios- se ha deteriorado muchísimo en los últimos treinta años.  La verdad es que sería miopía política y una irresponsabilidad casi inexplicable que los diputados no se dieran cuenta de que no se representan más que a ellos y a sus clientelas, y que la gente ya no ve a los partidos políticos como la teoría política los explica

Supuestamente los partidos son intermediarios entre los mandantes y los mandatarios, y son plataformas programáticas e ideológicas.  La mera verdad es que no.  Los partidos, en Guatemala, no son más que roscas electoreras en donde se compra el boleto para ser candidato y los diputados no son vistos más que como truhanes de la peor calaña, con contadísimas excepciones.

En esas circunstancias, lo poquísimo que queda de república y lo poquísimo que queda de estado de derecho están pegados con cinta adhesiva a una sociedad que -asqueada de la política- estaría dispuesta a entregarse a una dictadura, al autoritarismo, e incluso, ¿quién sabe?, al totalitarismo.

Los listados nacionales cerrados, diseñados para que las dirigencias de los partidos -por quienes nadie votaría porque son pelusa en el ombligo– obtuvieran escaños en el Congreso.  Fue una mala idea y es un fracaso. Ahora los diputados tienen una oportunidad de oro para reparar parte del daño.  ¿Soy ingenuo si pienso que eso es posible?

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Columna publicada en elPeriódico.

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