¿Alguna vez te has resguardado bajo la sombra de una ceiba, o de un cedro? Con sus dimensiones majestuosas, sus ramas generosas y con su tronco imponente, ese tipo de árboles cobijan de una forma especial. Contra al sol abrasador, la sombra de una ceiba, o la de un cedro te permiten encontrar reposo, gozar de la brisa y sentirte protegido.
Eso fue mi bisabuela, Adela, Mami, en mi vida; y sobre todo en mi adolescencia. Mami fue el árbol protector bajo cuya sombra siempre encontré cobijo.
De ascendencia alemana y hawaiiana, Mami era una mujer grande para los estándares chapines y para cualquier estándar. De niño la recuerdo alta e imponente; pero incapaz de inspirar miedo. Más bien inspiraba admiración, seguridad y bondad.
Mami nació y se crió en Honolulu; pero vino a Guatemala -secuestrada por su padre- cuando todavía era niña. Fue empresaria hotelera, mujer independiente, cocinera magnífica, criadora de caballos de carreras, productora de vestidos para mengalas (durante la crisis de los años 30), importadora de animales productivos y de mascotas.
Cuando niño todavía comí de sus tamales, hechos con sus manos. Las recetas de wafles y de panqueques que hacemos en casa son las suyas. Recuerdo que una vez la vi haciendo cocadas. A hungry traveler in Spanish-speaking Guatemala can refresh himself by partaking of Hawaiian curry, hula hula pie and Austrian pig`s knuckles. It`s not hard to find the place that serves these delicacies for the Casa Contenta resort of doña Adela on Lake Atitlan, some 40 miles west of Guatemala City, is famed throughout the land, escribió de ella el Omaha World Herald, c. 1945.
Yo disfrutaba mucho de su compañía, de dormir junto a ella una siesta, de sus conversaciones, de pasear por el jardín, de jugar con sus grandes manos de viejita y ¡Hasta de jugar dos, o tres manos de Spite and Malice!, yo que no soy aficionado a los juegos de mesa y de barajas.
Mami fue muy afectuosa y materialmente generosa conmigo y gracias a eso duermo en la que fue su cama casi todas las noches. A veces la escucho diciéndome por teléfono, o en persona, que estudie, que obedezca a mis padres y que no la olvide. Y yo estudiaba con mucho gusto…lo que me interesaba, obedecía a mis padres cuando quería y nunca la he olvidado.
Al final de sus días solía olvidar, o confundir nombres de personas; pero nunca olvidó, ni confundió el mío. Siempre se aseguraba de que yo hubiera comido (como si hubiera que asegurarse de eso) y varias veces al día me preguntaba si yo había desayunado, almorzado, o cenado. Cuando me veía con zapatos raídos, propios de la adolescencia, me preguntaba si mis padres no me daban dinero para comprar zapatos, y me daba un billete.
Mami olía a agua de violetas, o a Emeraude, de Coty.
Mi adolescencia, por cierto, no fue peor que la del promedio; y a pesar de mi, siempre conté con mis padres y mis abuelas; pero Mami era otro nivel. Sus brazos y su mirada amorosa fueron siempre lugares seguros más allá de los lugares seguros; y estoy seguro de que si los grandes árboles pudieran abrazar, lo harían como abrazaba Mami.