Amatitlán, en busca de sol y aire fresco

Ayer agarramos p´al monte y cogimos camino hacia el lago de Amatitlán subiendo por Santa Elena Barillas y bajando pasadito Villa Canales. Para quienes no la conocen es una ruta encantadora, con una variedad notable de flora debido a la variación de altitud.

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Para el primer fin de semana luego de que las reglas del encierro forzado fueran relajadas, esa era una buena opción de paseo. Además, tenía como desde 2000 de no ir por esa ruta.

Aparte de que es una buena carretera la vista desde el mirador es preciosa.  Se ven los volcanes Pacaya y Agua, el lago de Amatitlán, las siembras de caña de azúcar y pequeñas porciones de la carretera entre la vegetación exuberante.

El lago de Amatitlán y los volcanes Pacaya y Agua.

Es una lástima que tan bello mirador no sólo no esté bien cuidado, sino que la gente inmunda deje ahí toda clase de basura.  En el mirador encontramos unas familias y parejas disfrutando de la vista y tomando fotos.

Al llegar al nivel del lago empezamos la circunvalación rumbo al sureste, por el lado pequeño del lago.  Fue muy agradable sentir la brisa fresca y el aire limpio de área.

Lago de Amatitlán, al sur de la ciudad de Guatemala.

A la altura de la planta termoeléctrica La laguna hay una playita que si no fuera por la basura que hay en ella sería más encantadora.  Ya había estado ahí en 2000, pero la novedad ahora fue que notamos que brotan aguas termales en el lugar.  ¡El agua hirviendo que brota de las cercanías del volcán Pacaya y que están relacionadas con las fuentes que alimentan La laguna.  Es el tipo de cosas que disfruto mucho.

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En la playita también había varias familias y el oleaje del lago -unido a algo de reguetón que tenía una pareja- crearon un ambiente…digamos simpático y divertido.  ¿Vas a creer que fueron momentos de mucha relajación los minutos que estuvimos ahí?

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Seguimos el camino bordeando el lago y llegamos al cruce para El morlón.  Ese centro recreativo fue el chalet de don Jorge Ubico, ahí estaban las armas que fue a traer Francisco Javier Arana antes de ser emboscado y asesinado en el puente de La Gloria; y luego fue parte del club de oficiales del ejército.  No entramos, pero tengo la impresión de que -medio en el abandono- está en uso y es como un centro recreativo.

Llegamos a la población de Amatitlán y una visita infaltable fue al puente de La Gloria.  Fue una sorpresa agradable ver que ese puente, del siglo XVII, ha sido restaurado y se ve muy bonito.  Es, sin embargo, un lugar de tragedia porque ahí fue emboscado y asesinado Francisco Javier Arana, mientras Jacobo Arbenz observaba, con binoculares, desde El Filón.

Puente de La Gloria, en la población de Amatitlán.

Luego de la visita al puente y como el hambre aprieta nos dirigimos al Parque Las Ninfas, un lugar encantador que ha perdido su prestancia debido al abandono, la desidia y al mal gusto.  Pero también a causa del encierro forzado.  Me dio tristeza ver las tiendas cerradas, donde antes había comercio y alegría, sobre todo los fines de semana.  Yo tenía añales de no ir, posiblemente desde principios de los años 80; pero antes había ventas de dulces tradicionales y de mojarras fritas.  Aunque yo no me atrevería a comer nada pescado en el lago. Es sí, en la palangana del pick-up, nos gozamos los sandwichs que llevábamos.

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Almorzamos en el parque junto a varias familias que disfrutaban del ambiente tranquilo y de la naturaleza que aún es encantadora en el lugar.  Oímos muchos trinos que no habíamos escuchado antes y paseamos un poco por los alrededores.

Puente de La Gloria, por Humberto Garavito, 1944. MUNAM.

Luego de un breve descanso decidimos no volver por la carretera al Pacífico y la calzada Aguilar Batres, como era el plan original, sino que regresar por donde habíamos venido. No sólo porque es más bonito e inusual, sino para pasar por El Relleno.  El Relleno es precisamente un relleno que divide el lago en dos y que servía para el paso del ferrocarril, cuando el tren llegaba al lago.

Lado poniente del lago de Amatitlán, desde El Relleno.

En el relleno todavía se ve la vía férrea, y ahí hallamos ventas de mojarras fritas, gente muy amable y un rebaño de cabras que nos hicieron reír.

¿Así, o más risueña?

A mí, Amati siempre me trae buenos muy buenos recuerdos.  Los domingos en la casa de mis tíos abuelos Freddy y Olga; los domingos en las casas de mi padrino y del padrino de mi hermano; los fines de semana en la casa de mi tío Freddy y lo rico que era esquiar aunque yo esquiara como mi planta. Las siembras, las abejas y los buenos ratos en la casa de los Lizama.  Los fines de semana con mis amigos del colegio. Las excursiones con mis amigos de la universidad y las fiestas de los 90.

Lado oriente del lago de Amatitlán, desde El Relleno.

Luego de disfrutar las brisas del lago y las vistas hermosas agarramos camino de vuelta. Otra vez rumbo a la carretera a El Salvador y de ahí, de vuelta a la ciudad de Guatemala.

¿Tengo algo de que quejarme? Pues de la agresividad de algunos motoristas, que no es sólo descortesía, sino hostilidad.  Y del letrero que vimos en el mirador, que dice:  Asaltos y robos. De verdad es una lástima la impunidad de la delincuencia.  Nosotros nos sentimos seguros porque había varias familias en el área…y porque el lugar es muy bellos.  En fin, la delincuencia es algo de lo que hay que estar consciente siempre, y en todo lugar.

Esto no deja de ser triste e incómodo.

De cualquier manera, así es como son las cosas y si te gusta agarrar camino por gozar del paseo y sin prisas, esta es una opción muy agradable.  Con variedad de flora y fauna, vistas espectaculares, algo de historia y algo de geología.

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