Los crímenes ocurridos en Semuy II, el martes pasado, deben ser investigados y aclarados; y los responsables de aquella barbarie deben ser perseguidos, sometidos a la justicia y debidamente castigados.
A juzgar por informes de prensa, un comando del Ejército de Guatemala se hallaba en el lugar, patrullando en busca de una aeronave del narcotráfico. La tropa fue emboscada por unas 200 personas que usaban fusiles AK-47 y usaban niños y mujeres como escudos. Tres soldados fueron asesinados. Cuatro soldados que habían sido retenidos en la escuela del lugar –y a los que no se les permitía tener atención médica apropiada– tuvieron que ser rescatados por un operativo castrense.
El guerrillero, César Montes, que opera un grupo paramilitar en el área dice que los soldados atemorizaron a las mujeres de la población, que estas llamaron a los hombres y que la patrulla militar, al verse rodeada, disparó contra los civiles y que, como represalia, la gente desarmó a los miembros del comando y los mató disparándoles en sus caras. Dijo que sólo fueron tres soldados y que el incidente ahí debe de terminar. Montes es un pájaro de cuenta. Es capaz de decir que ya no hay guerrilla, y que estamos en paz, para luego afirmar que es comandante guerrillero, y que queremos tierra si quieren paz.
Lo cierto es que los tres soldados [Carlos Steven Mayen, Carlos Seb Tun y Isaías Beleu Caal] fueron ejecutados; y que hubo militares y civiles heridos. Habrá que investigar, ¡por supuesto!; pero en busca de hacer justicia y no de conseguir venganza. El caso Semuy II, no debe convertirse en Xamán II, ni en Alaska II. El reto es difícil porque presuntamente hay intereses del crimen organizado involucrados, hay guerrilleros involucrados y hay civiles. El caso tiene un elevado contenido político y es otra prueba de fuego para todo el sistema de seguridad y justicia en el país.
No es cosa de que el incidente ahí debe terminar. A los asesinos se les debe encontrar y se les debe aplicar todo el peso de la ley. Y, mientras tanto, mi más sentido pésame a las familias del alférez Carlos Steven Mayen y de su tropa, así como mi solidaridad con los heridos militares y civiles.
Columna publicada en elPeriódico.