Hoy es el 74 aniversario de la detonación de la bomba atómica, en Hiroshima. Mi generación no creció con el freak atómico como la de los años 50; pero, ¿podemos aprender algo de aquella tragedia?
¿Te das cuenta? En poco tiempo ya no habrá sobreviviente alguno, ni de Hiroshima, ni de Nagasaki (la segunda ciudad que recibió una bomba nuclear) y muchos de los que entonces tenían suficiente edad como para recordar el horror con alguna claridad, ya están en la octava década de sus vidas.
Los demás, los afortundados de no haber estado ahí, ni en la guerra espantosa que precedió a las bombas, tenemos la obligación moral de entender lo que ocurrió y hacer todo lo que sea racionalmente posible para que aquello no vuelva a ocurrir.
Para ello te recomiendo dos lecturas:
1. El capítulo titulado Gifts from Heaven, en Nothing Less than Victory, por mi cuate John David Lewis (QEPD). No soy un fan de las guerras; pero sí lo soy de la Historia y de las buenas historias; y de aquellos que saben contarlas. En este libro John nos relata como es que un objetivo de la guerra es acabar con la voluntad de pelear por parte del enemigo; y al identificar las motivaciones humanas detrás de los conflictos militares, este libro expone cómo es que acciones estratégicas ofensivas pueden conseguir la paz duradera. John también explica cuál es la filosofía, o la patología social que hizo posible la participación de los japoneses en la II Guerra Mundial.
2. La segunda lectura es el capítulo titulado An Infernal Theocracy, a Celestial Caos, de Modern Times, por Paul Johnson. El autor destaca el rol del sintoísmo como sucesor del bushido y fuente de las ideas necesarias para el nacionalismo expansionista y para el militarismo y la violencia.
También te recomiendo la película Yamamoto Isoroku acerca del almirante japonés que dirigió el ataque a Pearl Harbor.
Esta película presenta la perspectiva japonesa del trágico involucramiento de aquel país en la II Guerra Mundial. Cuidadosamente, la peli evade relacionar al emperador Hirohito con la política de guerra; y por ningún lado se asoma la relación que hay entre el ánimo guerrero de los políticos japoneses con la cultura sintoísta, aunque sí asoman las tradiciones samurai.
A lo largo de la peli se hace evidente la irracionalidad que prevalecía entre políticos, militares, periodistas y personas en general frente a lo que significaba una alianza con Hitler y Mussolini; y frente a lo que significaba enfrentarse a un enemigo formidable como eran los Estados Unidos de América.
Entre hoy y el viernes, aniversario de la bomba atómica en Nagasaki, son muy buenos días para recordar que las ideas son importantes.
Si te interesa el tema te recomiendo este vídeo de Yaron Brook.
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