La vileza de la prisión preventiva

En casi todo el mundo -y en una medida, o en otra- las cárceles son lugares de degradación humana, hacinamiento, delincuencia, incuria, corrupción, irresponsabilidad, impunidad abusos de poder y violencia para mencionar algunas de las circunstancias en las que viven millones de presos. Y en los países en los que el estado de derecho es precario, o inexistente, las condiciones son peores, aunque a las cárceles se les llame granjas penales de rehabilitación, o de otra forma fancy.

La cárcel, o sea la privación de libertad, es la consecuencia jurídica para ciertos actos de aquellos que, en palabras de John Locke, se pusieron en estado de guerra contra otras personas, y para aquellos que, no siendo criminales, han cometido delitos.  Por eso es que la pena de cárcel debería responder a la justicia y no a la venganza.  Por eso es que la prisión preventiva no debe ser usada como castigo para quien no ha sido oído y vencido en juicio, según las garantías del debido proceso.

A pesar de que he estado de visita dos veces en Pavón y una en el Preventivo de la zona 18, la primera vez que abordé este tema fue en 2012 poco después de haber visto la película Presunto culpable, que te recomiendo.  No sé cómo es ahora; pero en 2016 más de tres mil seres humanos –con familias, supongo– se hallaban presos en cárceles guatemaltecas, ¡a pesar de que ya habían cumplido sus condenas!, a causa de la desidia de algunos burócratas.  El martes pasado leí que la mitad de los presos se hallan encarcelados en prisión preventiva y que 15 por ciento de los reos podrían ser beneficiado con medida alternativa porque no hay riesgo de fuga, o porque el delito que se le imputa cuenta con ese beneficio; pero esas personas son mantenidas en prisión, sólo porque a alguien no se le da la gana hacer su trabajo.

Ahora que hay muchos reos notorios y varios presuntos delincuentes han sido privilegiados políticamente con cauciones, es de aprovechar que hay luz en torno a este problema humanitario, con el propósito de ponerle remedio.

Columna publicada en elPeriódico.

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