Elección a ojo de buen cubero

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Algunas de mis amigas de Facebook rechazan las campañas negras. Estamos intoxicadas, dicen, y demandamos saber quiénes serían los miembros de los gabinetes de ambos contendientes.

Eso parece buena idea; a ratos también me intoxico con tanta chorrada en las redes sociales.  Desgastan y son inútiles las falacias ad hominem, los hombres de paja y hasta las agresiones.  Sin embargo, hay que distinguir entre campañas negras propiamente dichas, basadas en calumnias e injurias, por ejemplo; y la exposición de actos, hechos y datos que sí forman parte de los historiales profesionales y políticos de los candidatos.  Las primeras son inatingentes porque es irrelevante si una de las partes es de un color, o de otro; de una talla, o de otra; o si le gusta un sabor, u otro; en tanto que conocer de qué es capaz cuando ha estado en el poder es necesario.

Lo de conocer los nombres de sus posibles ministros, secretarios y colaboradores cercanos tiene dos caras. En principio parece genial la posibilidad de conocer a los equipos de los candidatos; pero…¿qué crees que pasaría una vez se conocieran los nombres?  Sospecho que aparecerían las campañas negras.  Tan rápido como fuera posible comenzaría el desprestigio, cuando no el asesinato de carácter, contra los propuestos.  Todo posible ministro sería objetivo de los fabricantes de campañas negras.

No hay que engañarse.  El costo de darse color es muy elevado, sobre todo para los perdedores.  Aquí no hay tradición de semejante cosa y  los gabinetes se confirman at the eleventh hour; hasta me voy a atrever a decir que sería antitécnico adelantar la mayoría de nombres.

Claro que a lo mejor sería chulo que eso cambiara, y tal vez hay que ponerlo en la lista de pendientes.

Sería genial conocer planes de gobierno; pero lo que se conoce con ese nombre entre nosotros suele ser una lista de confites para grupos de interés: algo para empresarios y para sindicalistas; algo para indígenas y mujeres; algo para ecologistas, los del turismo, artistas, deportistas, y así una lista larga.  ¿Qué clase de plan de gobierno puede hacer un equipo aspirante si se sabe que recibirá un Prespuesto comprometido, desfinanciado y antitécnico?  ¿Qué clase de pland de gobierno se puede hacer sin información previa y confiable del esteado de la administración pública? ¿Qué clase de plan puede hacer un equipo, si no hay equipo? ¿Puede haber equipo en estas condiciones? Un equipo de parches, ¿es un equipo? Otra para pendientes.  Digo.

Al final y en esta elección –hasta que no mejore nuestra cultura de mandantes– tendremos que tocar de oído y elegir a ojo de buen cubero entre uno cuya historia es un misterio; y una cuya historia para los pelos.

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