Para defenderse de la inflación y de la arbitrariedad monetaria, hace una década las autoridades monetarias de El Salvador dolarizaron su economía y lo mismo hicieron las de Ecuador. Ahora, en Costa Rica se debate si es conveniente forzar el dólar como moneda oficial, que ya es usada de hecho desde hace muchos años o si, por el contrario, es necesario reforzar la circulación del colón. Con más del 50% del total de la cartera de créditos dolarizada, un constante flujo de capital extranjero que llega por medio de las inversiones y el turismo y el uso común que los costarricenses hacen de aquella moneda, los economistas se preguntan si este es el momento oportuno para que este país se decida de una vez a adoptar la divisa estadounidense.
En 1994 y para los mismos propósitos, las autoridades monetarias de Guatemala se inclinaron por una opción disruptiva, innovadora y audaz: La ley de libre negociación de divisas, en vez de forzar a sus habitantes a utilizar una moneda específica, reconocieron la libertad de estos para elegir la moneda que más conviniera a sus intereses -e incluso a usar oro-.
En aquel tiempo yo dirigía la sección de Economía del diario Siglo Veintiuno y cuando leí la ley no lo podía creer. La leí con mi equipo y con el director del diario, que era José Eduardo Valdizán. Queríamos entenderla muy bien porque parecía algo demasiado bueno para ser verdad. ¡Pero era verdad! Incluso lo comentamos con el columnista Jorge Jacobs, para estar seguros de que no nos estábamos engañando al calor de la emoción. Jorge llegó al diario y confirmó que la libre negociación de divisas era una realidad. Y yo tuve clavos en mi casa porque ese día teníamos un compromiso y yo cancelé mi salida del diario tres veces a lo largo de esa noche.
El artículo 1 de aquella ley dice que es libre la disposición, tenencia, contratación, remesa, transferencia, compra, venta, cobro y pago de y con divisas y serán por cuenta de cada persona individual o jurídica, nacional o extranjera las utilidades, las pérdidas y los riesgos que se deriven de las operaciones que de esa naturaleza realice. Es igualmente libre la tenencia y manejo de depósitos y cuentas en moneda extranjera, así como operaciones de intermediación financiera, tanto en bancos nacionales como en bancos del exterior. Y el artículo 5 dice que es libre la importación, exportación, disposición, tenencia, compra y venta de oro amonedado o en barras, en el territorio nacional.
La ley también descriminalizaba las casas de cambio que operaban de forma ilegal desde que se había empezado a deteriorar el tipo de cambio del quetzal frente al dólar a principios de los años 80. De hecho y para referencia de los lectores, en mi sección publicábamos -todos los días- dos tipos de cambio: el oficial y el del mercado. Y para obtener el del mercado yo consultaba con dos casas de cambio de postín; y con los cambistas de la Séptima avenida y 12 calle de la zona 1 in situ.
Cuento esto porque no suena mal dolarizar para proteger a la gente de la inflación y de la arbitrariedad monetaria; pero económica y éticamente es mejor devolverle a la gente la libertad de elegir en qué moneda quieren hacer sus negocios (y proteger esa libertad). Cuando se dolariza se sustituye un monopolio obligatorio por otro: el del colón por el del dólar, en el caso que nos ocupa.
De cualquier manera, que bueno que los ticos están en estas…pero ojalá y explorarán el camino de la libertad.
Actualización: En los comentarios hay detalles muy valiosos provistos por Luis E. Loria.
Y entonces por qué si hay esa supuesta libertad, es prácticamente imposible en Guatemala, hacer cualquier operación o negocio en otra moneda que no sea el Quetzal o el Dólar.
Al menos en los bancos en los que tengo alguna relación, no permiten abrir cuentas en Euros por ejemplo, tampoco aceptan Pesos Mexicanos o Lempiras, por mencionar dos países vecinos.
En ningún lugar se puede pagar con Libras Esterlinas, porque no las aceptan, en muy pocos por no decir que ningún almacén, aceptan Euros.
Por otro lado, ¿y si los ticos libremente eligen al Dólar como su moneda para hacer negocios, porque el Colón no creo que hayan tenido la oportunidad de elegirlo de forma libre, al igual que nosotros con el Quetzal?
Saludos
Hola Pepe. Es que el asunto es contractual. Se reconoce la libertad de aceptar y ofrecer cualquier moneda, pero no se obliga a aceptar y ofrecer cualquier moneda. Por eso es que se aceptan pesos, lempiras, ni yenes. Se aceptan las monedas que la gente quiere aceptar. Saludos
Estimado Luis:
Me pareció interesante el artículo. Sin embargo, me parece que, al momento de escribirlo, no contabas con toda la información requerida y, por lo tanto, presentás argumentos y alcanzás conclusiones que no son válidas, para el caso de la dolarización costarricense.
En Costa Rica, desde hace varios años, existe la libertad para firmar contratos en cualquier moneda, el detalle que se encuentra pendiente de corregir es que, en los casos en los que sea necesario ir a los tribunales para cobrar, se pueda ordenar el pago del contrato en colones, al tipo de cambio vigente.
Ese detalle, es parte de lo que se corrige en Artículo 48 del proyecto de “Ley de Responsabilidad Monetaria, Integración Financiera y Dolarización” (disponible en: http://www.scribd.com/doc/137754199/Proyecto-de-Ley-de-Responsabilidad-Monetaria-Integracio%CC%81n-Financiera-y-Dolarizacio%CC%81n-1-686-Oficina-de-Iniciativa-Popular). Al aprobar ese artículo, en Costa Rica, se contaría con todas las libertades que establece la “Ley de libre negociación de divisas”, de Guatemala.
La libertad de las personas para utilizar la moneda que prefieran para sus transacciones no se elimina o se reduce con la dolarización oficial, pueden continuar, si así lo prefieren, firmando sus contratos o manteniendo ahorros en euros, yuanes, francos, yenes, etc.
La dolarización oficial, para el caso de Costa Rica, no busca, por lo tanto mejorar en términos de libertad individual para escoger la moneda en la que puede firmar sus contratos, mantener depósitos en los bancos o realizar transacciones entre privados, eso ya lo tenemos (con excepción del detalle que se corrige en el mismo proyecto de dolarización).
Con la dolarización, Costa Rica, al igual que lo hizo El Salvador, busca definir la moneda que utilizará el Estado para sus transacciones. Con esa decisión se sustituye el uso de una ‘mala moneda’ (el colón costarricense), fuente de inestabilidad interna y externa–que además es manipulada por el Banco Central local–, por una mejor moneda (el dólar de Estados Unidos). Bajo el esquema actual, en Guatemala, entiendo que no existe libertad para que los individuos puedan escoger la moneda en la que quieren realizar transacciones con el Estado y sus instituciones. Si esa libertad no existe, el Estado y sus instituciones escogerán, en la mayoría de los casos, utilizar la moneda local (la que pueden manipular y a la que le pueden aplicar el impuesto inflacionario), aunque no sea la preferida por los individuos para recibir sus salarios, pensiones, honorarios o pagar impuestos o aportes a la seguridad social.
Las ventajas de dolarizar, además de eliminar la arbitrariedad en el manejo de la política monetaria y cambiaria por parte de la Junta Directiva del Banco Central, se relacionan con una caída significativa de las tasas activas de interés en moneda local (que convergerían, casi de inmediato, a las tasas activas locales en dólares), se facilitaría la integración comercial y financiera con el resto del mundo, se eliminaría la posibilidad de que el Banco Central local cobre el injusto impuesto inflacionario, facilita el cálculo económico.
Para el caso de Guatemala, ver, por ejemplo, las diferencias importantes que persisten, al 30 de abril de 2013, entre las tasas de interés en moneda local (quetzales) y moneda extranjera: http://www.sib.gob.gt/c/document_library/get_file?folderId=1094463&name=DLFE-13003.pdf
En resumen, mientras se mantenga el colón costarricense, el Banco Central y el Gobierno pueden manipular–como de hecho lo hacen–la inflación, las tasas de interés, el tipo de cambio de manera arbitraria y transferir, injustamente, riqueza de un sector a otro de la sociedad (normalmente, desde los sectores que menos tienen hacia los sectores que más tienen). Adicionalmente, las opciones de financiamiento en moneda extranjera (dólares), a tasas de interés mucho más bajas, no están abiertas para quienes reciben ingresos en la moneda local.
Una vez aclarado lo anterior, seríamos nosotros quienes invitaríamos a los guatemaltecos a que exploremos juntos el camino de la libertad, por la vía de la dolarización oficial.
Saludos cordiales,
Luis E. Loría