¡Ya vino el pan!

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Ah, como quisiera compartir el aroma de este pan.  El aroma inconfundible que dan el  horno de leña. La leche ordeñada el mismo día en que se hizo el pan y los huevos de las gallinas de la vecindad.  Hecho, además, con cariño por mi cuata Shalby en Coatepeque.

El aroma, el sabor y la textura de este pan son primigenios y eso nos conecta con la historia, el pasado y las tradiciones.  Por eso es que el pan es bueno para celebrar la vida y lo que la hace buena.  En Occidente, el pan está vinculado a la civilización y la cultura.

En la Costa Sur de Guatemala, se acostumbra preparar pan para Judas. La costumbre es que, el miércoles, grupos generalmente de jòvenes van de casa en casa y por las calles con música y pidiendo pan. La gente le da pan a Judas y por unos pesos los jóvenes bailan con el apóstol. También es costumbre que la gente intercambie pan.

El origen de estas costumbres, digo yo, es porque antaño las panaderías cerraban durante la Semana Mayor y, por lo tanto, la gente tenía que hacer su propio pan. Y luego…la necesidad se convirtió en fiesta, como suele suceder. La comida se disfruta más cuando se hace compartida; especialmente cuando se comparte con quienes se les tiene cariño, respeto y admiración.

Hace dos años hicimos el pan en la casa y salió sabroso; pero como no tenemos horno de leña, hace faltó aquel toque especial.

En la Costa Sur la costumbre es remojar el pan en la miel de garbanzos; y a mí me gusta mucho así, o remojado en leche, o en chocolate.

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  1. […] la costa se come con pan; y lo que uno hace es remojar el pan en la miel y comer los garbanzos y las […]

  2. […] lo disfruté acompañado de pan de la Costa Sur y café con […]