¡Diana, diana; chin, chin, chin!

En derecho, y en justicia, la Corte de Constitucionalidad suspendió provisionalmente la convocatoria hecha por el Tribunal Supremo Electoral para elegir diputados al Parlamento Centroamericano.

De acuerdo con la convocatoria a elecciones generales, hecha por el TSE, los guatemaltecos deberíamos elegir presidente y vicepresidente, alcaldes, y diputados el próximo 9 de septiembre. Y entre estos últimos se contaban los diputados de aquel órgano istmeño. Durante esos comicios, en la papeleta correspondiente, yo pensaba anular mi voto y escribir: “¡Cierren esa vaina!”. Y para ello hay dos razones principales.

La primera es que el Parlacen es un elefante blanco que, en el mejor de los casos, resulta oneroso para los tributarios; pero en el peor de aquellos es un santuario para exgobernantes cuestionables. Imagínese usted que ahora resulta que Alfonso Portillo quiere su curul de diputado centroamericano y que si la obtiene, quedaría inmune a los cargos que se le imputan. Imagínese que en febrero del año pasado el órgano de debía al expresidente prófugo poco más de $30 mil.

Se estima que cada diputado recibe unos $1200 al mes; y sepa que usted, como tributario, contribuye con su trabajo a pagar los poco más o menos $1.9 millones anuales que el gobierno de Guatemala le da al Parlacen.

La segunda es que se corre el riesgo de que aquel ñaque, se convierta en un órgano cuyas decisiones sean vinculantes. Ya está pasando que el Presidente Oscar Berger, le ha ofrecido un terreno para que mejore su sede. Un día de estos y tenemos a los diputados del Parlacen produciendo resoluciones y normativas como si fueran salchichas, en abierta competencia con la exhuberancia legislativa del parlamento local.

Pero hay otras cosas que indignaban mucho en cuanto a la convocatoria que fue suspendida por la CC:

Si hubiera quedado firme el llamado a elecciones, tal y como lo hizo el TSE, los 40 candidatos ganadores, entre titulares y suplentes, hubieran gozado de inmunidad desde el momento de su inscripción como candidatos hasta 2016, año en el que hubieran tenido que entregar su curul.

Entre 2007 y 2011 los diputados electos hubieran tenido inmunidad, ¡sin siquiera haber tomado posesión de sus lugares en el Parlacen! ¿Qué le dice a usted que, en una de tantas, a alguien no se le hubiera ocurrido darles un sueldito para mientras?

Eso sí, algo que fue determinante para la resolución de la Corte es que quien interpuso la acción de inconstitucionalidad, el abogado Gabriel Orellana, argumentó que al convocar estas elecciones se excluía arbitrariamente a los guatemaltecos que en este momento no son ciudadanos, por no tener por lo menos 18 años, y que en 2011 hubieran podido optar al cargo. Y por supuesto que, como son nulas ipso jure las leyes y las disposiciones que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que garantiza la Constitución -incluidos los derechos a elegir y ser electo- la Corte falló como lo hizo.

Cuando yo era niño, y mi tía abuela La Mamita creía que algo que yo había hecho merecía una fanfarria, ella cantaba con mucha gracia y entusiasmo algo así como “¡Diana, diana, chin, chin, chin; con tambores y violín!” Pues bien, creo que en esta ocasión esa tonada se la merece la Corte de Constitucionalidad.

Dicho aquello recordemos que los electores y los tributarios guatemaltecos tenemos la tarea más importante pendiente. Entre este momento y 2011 tenemos que decidir si queremos seguir pagando el costo del Parlamento Centroamericano y de sus diputados. A lo mejor tendríamos que empezar a manifestar expresamente nuestro rechazo a la impunidad, el desperdicio y el cinismo. A lo mejor habría que ser menos complacientes con los europeos y con los burócratas internacionales que oxigenan y animan aquel innecesario drenaje de recursos escasos. Usted, ¿qué opina?

Publicada en Prensa Libre el sábado 26 de mayo de 2007

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