¡Chispas!, que orgulloso y contento me siento por haber participado en la gesta cívica de hoy, contra la corrupción y los impuestos abusivos en Guatemala. ¡Fue un éxito! Cientos de personas nos reunimos libre, responsable y voluntariamente para expresarnos como ciudadanos, como electores y como tributarios.
Pero, ¿por qué? Porque perseguimos la fundación de un verdadero estado de derecho en el que se respeten los derechos individuales de todos y la igualdad de todos ante la ley.
Llegaron niños y ancianos, familias completas, gente de la ciudad y gente de otras poblaciones; y si había una madre con dos niños discapacitados y una pareja de no videntes, ¿por qué no llegaste tú?
¡A pitazo limpio le dijimos No a la corrupción y a los impuestos! La gente llevó pancartas, mantas, playeras, cintas para la cabeza, pitos, banderas, globos, música y alguien ¡hasta llevó un ataúd de verdad, con corona de flores y todo!
La gesta ha sido una lección de participación cívica ejemplar: no obstruimos el tránsito, no dañamos propiedad ajena, dejamos la plaza de El Obelisco totalmente limpia y quedamos de volver a juntarnos el sábado 20 de septiembre de 2008, a las 9:30 en ese mismo lugar que, por cierto, es el monumento a los Próceres de la Independencia de Centroamérica.
Esto último tiene significado especial porque algún día, cuando me pregunten si mi vida valió la pena voy a decir que sí…¡sin dudarlo! Y lo primero que voy a mostrar para probarlo, es que fui honrado con la amistad de gente como la que hizo ideó y propició esta gesta cívica. Me refiero a Luis Pedro Alvarez, María Dolores Arias, Carla Caballeros, Raúl Contreras, CM, Alejandro Baldizón, Armando de la Torre, Lucy De León, Marta Yolanda Díaz-Durán, Rafael Estrada, Juan Diego Guerra-España, Jorge Jacobs, Eduardo Lemus, Juan Francisco Mollinedo, Mayra Ramírez, Mariana Rodríguez y Mario Rodríguez. Pero quienes se merecen la ovación de pie son quienes llegaron a apoyar; porque “el mal, en el mundo, es posible sólo gracias a los indolentes, los abúlicos, los indiferentes, y los que se quedan en sus casas quejándose de lo mal que está todo”. Muchá, en la manifestación de hoy estaban mi sobrino, Alejandro -y los niños Alejandra y Brandon que subieron a la tarima- ¡Que orgulloso me sentí de pensar que ustedes son el ejemplo de personas y de ciudadanos con los que ellos cuentan para construir una mejor Guatemala. Y confío, plenamente, en que no los vamos a decepcionar.
Con cariño y respeto permítanme que “me quite el sombrero” y les exprese mi más alta, sincera y profunda admiración. Por favor, acéptenla con certeza de que representa la admiración de muchos que no tienen la dicha de poder expresarla, como lo hago ahora. ¡Que dicha que compartimos esta pasión por la libertad y por nuestro derecho a la búsqueda de la felicidad. ¡Lejaim!
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