El ministro de Finanzas de la administración socialdemócrata, Juan Alberto Fuentes, salió con la finta de que Guatemala es un país vulnerable ante el cambio climático y con que muestra de ellos son los embates ambientales que la han afectado. La erupción del Pacaya y la tormenta Agatha entre otros, supongo. Y por eso, dice Fuentes que el estado debe adquirir seguros para proteger cosas como el Palacio Nacional y el Centro Cultural Miguel Angel Asturias, entre otras.
literatura
07
Jun 10
¿Que el cambio climático, qué?
02
Jun 10
Cuates con talento: "Los señores de la noche"
El cuate, José Luis Figueroa, acaba de publicar su segundo libro: Los señores de la noche; y la obra recoge una fascinante colección de sus poemas.
Jorge Luis nació en 1982 y sus intereses incluyen la música, la pintura y la literatura; tiene una fascinación con las películas de horror y disfruta de ver animé japonés. Asegura que todo el tiempo vive enamorado y sus poetas favoritos son Rainer María Rilke, Charles Baudelaire y Jim Morrison.
Los señores de la noche presenta 41 poemas sobre temas eternos y de actualidad, como la vida y la muerte, el amor, el sexo, la música y las drogas, entre otros. El autor explora el Haiku, el acróstico y otras formas de poesía. Este es el segundo libro publicado por José Luis Figueroa; el primero se tituló Diarios de luz y sombra, y fue publicado en 2006.
19
May 10
Encuentro maya con Los Profundos de Innsmouth
Los Profundos o The Deep Ones son seres de ficción creados por el escritor H.P. Lovecraft; y Los Profundos me quitaron el sueño durante una temporada de mi adolescencia en la que me aficioné a los cuentos del autor citado. Y la semana pasada tuve un encuentro con aquellos seres espeluznantes.
Según Lovecraft Los Profundos tienen forma humanoide; pero sus cabezas parecen de pez y tienen ojos grandes. Tienen agallas en el cuello y manos como de palmípedos. Son de color gris verdoso, de vientre blanquecino, piel resbaladiza y espalda jorobada. Los Profundos viven bajo el agua de los mares, nunca en agua dulce; pero pueden moverse libremente por tierra, aunque muy rara vez lo hacen. Pueden procrear con lo humanos y es común que Los Profundos traten con pequeñas comunidades costeras en Nueva Inglaterra donde exigen la procreación entre ellos y los humanos. De esa mezcla sale un ser que nacerá humano; pero que, con el tiempo, se alterará hasta volverse Profundo. Al comienzo la criatura es un humano común; pero ira desarrolando la llamada apariencia Innsmouth (porque casi todos en ese pueblo de Massachusetts la poseen). El cambio suele suceder en la edad mediana; pero esto varía de un individuo a otro. Cuando el cambio comienza, el aspecto de la criatura cambia de forma inquietante: sus ojos se vuelven vidriosos, su piel se vuelve escamosa y húmeda, su cabeza se angosta y el pelo se cae, las orejas se achican, y finalmente salen agallas en el cuello. Llegado a este punto se vuelve inmortal, y habitará con Los Profundos en el mar.
De aquello me acordé cuando vi estas tres figuras que se hallan en exhibición en el Museo Popol Vuh. No son Los Profundos de H.P. Lovecraft, sino personajes mayas que están usando las caras de víctimas de sacrificio que han sido desolladas. Pero no me diga, usted, que las figuras de la foto no parecen Profundos.
Los mexica tienen mala prensa por su afición a los sacrificios humanos; pero los aztecas eran cuantitativos, en tanto que los mayas eran cualitativos. Los mayas no hacían sacrificios por miles; pero le agregaban un twist al asunto. Los mayas torturaban a sus víctimas antes de llegar al momento de sacar el corazón palpitante con un cuchillo de obsidiana, o de pedernal. Y una de las torturas preferidas era el desollamiento que luego incluía la espantosa práctica de que el sacrificante usaba la cara y la piel del sacrificado.
A mí me parecieron muy inquietantes las figuras; no sólo por lo que son en realidad, sino porque me recordaron las historias de Lovecraft.
03
Feb 10
Cuento breve: Suicidio con aroma de café
Don Pedro se levantó, sorbió su espresso y le echó una última mirada a su oficina. No era la cueva llena de papeles que suele asignársele a los contadores; porque él se las había arreglado para hacerla agradable. Con vista al jardín interior y a las paredes de ladrillo que combinaban muy bien con el verdor, era pequeña; pero, ¡hasta daban ganas de trabajar en ella!
Aunque ya no daban muchas ganas, la verdad sea dicha. Los últimos ocho meses habían sido una pesadilla y ya ni el espresso lo animaban como antes. ¿Aguantaría, él, ver su nombre en los diarios? ¿Será cierto que la vergüenza pasa; pero el dinero se queda? ¿Sería capaz de morder la bala? ¿Y si todo era una trampa? ¿Cómo me deje clavar así? Aaaaaaah, como pesa todo, se dijo.
Recordó su primer día en la empresa, justo el día antes en el que del viejo edificio se trasladaron al nuevo, a este que tanto le gustaba. Recordó que febrero sería muy importante para la empresa y sintió mucho no estar para disfrutarlo. Pero…¿disfrutar qué? Sólo un ángel podía salvarlo, y sólo un ángel podía perderlo.
Determinado, pues, puso su mente en blanco, bajó por las gradas y se dirigió al sótano. Pensando en nada, ahora era una máquina y ya había tomado la decisión. Ni el sentimentalismo, ni nada lo detendría porque, claro, sólo así es que se pueden hacer este tipo de cosas, sobre todo si no se tiene experiencia.
Como pudo -y como imaginó que se hacía en las películas que había visto- se puso la soga al cuello, la pasó por la viga y se dejó ir. Pero, ¡Mierda!, nada es tan fácil como parece. Fracasó una vez y lo abordó el pánico. Las manos le sudaban y el corazón estaba por salirse de su pecho. Empero, sabía bien que era ahora, o nunca.
Más tarde, quién sabe si se atrevería a hacerlo de nuevo.
Se serenó como pudo, y más bien casi nada. Tomó uno de los cuchillos que había en la mesa, respiró profundo, se lo llevó al cuello…y ni siquiera sintió que su cuerpo se desplomaba. Ahí todo se oscureció. Terminó la angustia.
El susto, ni modo, fue para don Nayo el de la limpieza. Fue el quien encontró el cuerpo de don Pedro en el sótano. Y fue él quien tuvo que salir corriendo para dar la alarma.
03
Nov 09
Los muertos del demente ágil
Los muertos deben morir es el título del libro de Felipe Valenzuela, que le será entregado este jueves 5 durante un acto en el que la obra será comentada por los periodistas Haroldo Sánchez, Adelma Bercián y Haroldo Shetemul.
30
Abr 09
El Decamerón y la gripe porcina
Durante la peste bubónica, en Florencia, siete doncellas y tres mancebos huyeron de la ciudad y se refugiaron en el campo. Para pasar el tiempo y no aburrirse, cada uno contó una historia durante cada una de las 10 noches que pasaron huyendo de la plaga.
14
Abr 09
Puentes colgantes en Perú
14
Abr 08
Muñeca mala
Muñeca mala es el título del nuevo libro de mi amiga Carmen Matute. Carmen es una poetisa muy respetada y valorada; y ahora, en Muñeca mala, nos ofrece una serie extraordinaria de poemas y cuentos.
El 3 de abril asistí a la presentación de su libro, obra que el escritor y amigo, Ronald Flores, comentó en esa ocasión.
No he leído el libro aún; pero el diario Siglo Veintiuno publicó, hoy, un fragmento del relato que le da nombre a la obra. Ciertamente que es intenso; y Cármen traslada la intensidad de los sentimientos y las reflexiones con efectividad y fuerza. Aún en un pequeño fragmento, el lector no puede quedar indiferente ante lo que está leyendo. Desde una perspectiva Kantiana, tan alejada de mi weltanschauung, la protagonista medita: Me sentía atrapada porque o era por amor que había decidido cuidarla, sino por un ineludible sentido del deber. Esa vertical concepción del deber que ella misma me había inclulcado.
Ahora, tengo más ganas de leer Muñeca mala.
15
Nov 07
Cuento breve: El payaso se comió el pastel
Era una de esas tardes húmedas y calurosas con las que abril se ensaña en la boca costa de Guatemala. No había brisa, de modo que ni en la sombra era agradable estar.
Sin embargo, había que ir a la piñata; así que ahí estaban todos. Grandes y chicos haciendo lo que se hace en esas ocasiones.
El Payaso, en esas, se dio cuenta de que la gente estaba distraída. Entre la modorra y la confusión, los invitados se hallaban lejos del pastel. Y ahí estaba el pastel. Solito. Dulce. Con esos colores brillantes y contrastantes que adornan los pasteles típicos de aquellas tierras. Y El Payaso no se aguantó. Vió a la gente, vió el pastel y le entró sin pudor.
Ya casi se lo acababa cuando oyó el grito. “¡El Payaso se está comiendo el pastel!”
“¡Payasojueputa!”, gritó alguien más. “¡Agarren al Payaso!”, escuchó el animal. El Payaso, que ese era el nombre de la mascota de la casa, tenía su hocico manchado de turrón celeste y no había forma de ocultar la verdad: El Payaso se había comido el pastel.
“Amarrá al Payaso”, le ordenó la matrona de la casa a uno de sus hijos. “Amarrá a ese chucho y le das una apaleada que nunca olvide en su vida”. “Sí”, dijo el muchacho. Y acto seguido ató al perro a un árbol.
Los invitados a la piñata se congregaron alrededor del Payaso, cuyos ojos veían venir lo impensable. Y lo impensable venía en la forma de un energúmeno armado con un bate de beisbol. Y detrás venía la madre. Y el monstruo empezó a golpear al Payaso. Batazo tras batazo, el cuerpo del Payaso fue molido mientras se hallaba atado a un árbol. Hasta que alguien dijo “Vos, terminá ya con el chucho”. Y el monstruo le dió un último golpe al cráneo del animal.
La piñata siguió su curso. Y la vida ya no fue igual.
De la historia de El Payaso me acordé cuando leí que en la India un hombre se casó con una perra para revertir una supuesta maldición que padece desde que mató a pedradas a dos perros.


