Encuentro maya con Los Profundos de Innsmouth

Los Profundos o The Deep Ones son seres de ficción creados por el escritor H.P. Lovecraft; y Los Profundos me quitaron el sueño durante una temporada de mi adolescencia en la que me aficioné a los cuentos del autor citado. Y la semana pasada tuve un encuentro con aquellos seres espeluznantes.

Según Lovecraft Los Profundos tienen forma humanoide; pero sus cabezas parecen de pez y tienen ojos grandes. Tienen agallas en el cuello y manos como de palmípedos. Son de color gris verdoso, de vientre blanquecino, piel resbaladiza y espalda jorobada. Los Profundos viven bajo el agua de los mares, nunca en agua dulce; pero pueden moverse libremente por tierra, aunque muy rara vez lo hacen. Pueden procrear con lo humanos y es común que Los Profundos traten con pequeñas comunidades costeras en Nueva Inglaterra donde exigen la procreación entre ellos y los humanos. De esa mezcla sale un ser que nacerá humano; pero que, con el tiempo, se alterará hasta volverse Profundo. Al comienzo la criatura es un humano común; pero ira desarrolando la llamada apariencia Innsmouth (porque casi todos en ese pueblo de Massachusetts la poseen). El cambio suele suceder en la edad mediana; pero esto varía de un individuo a otro. Cuando el cambio comienza, el aspecto de la criatura cambia de forma inquietante: sus ojos se vuelven vidriosos, su piel se vuelve escamosa y húmeda, su cabeza se angosta y el pelo se cae, las orejas se achican, y finalmente salen agallas en el cuello. Llegado a este punto se vuelve inmortal, y habitará con Los Profundos en el mar.

De aquello me acordé cuando vi estas tres figuras que se hallan en exhibición en el Museo Popol Vuh. No son Los Profundos de H.P. Lovecraft, sino personajes mayas que están usando las caras de víctimas de sacrificio que han sido desolladas. Pero no me diga, usted, que las figuras de la foto no parecen Profundos.

Los mexica tienen mala prensa por su afición a los sacrificios humanos; pero los aztecas eran cuantitativos, en tanto que los mayas eran cualitativos. Los mayas no hacían sacrificios por miles; pero le agregaban un twist al asunto. Los mayas torturaban a sus víctimas antes de llegar al momento de sacar el corazón palpitante con un cuchillo de obsidiana, o de pedernal. Y una de las torturas preferidas era el desollamiento que luego incluía la espantosa práctica de que el sacrificante usaba la cara y la piel del sacrificado.

A mí me parecieron muy inquietantes las figuras; no sólo por lo que son en realidad, sino porque me recordaron las historias de Lovecraft.

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