Cuando veo La Encuesta, me vienen a la mente dos imágenes. La primera es la uno de mis exjefes, que decía que una buena encuesta era como una buena cucharada de Minestrone; “si mueves bien la sopa, y extraes una cucharada”, decía, “entonces en la cuchara vas a tener una muestra de todo lo que hay en la sopa”.
La segunda imagen es la de uno de mis maestros que decía que las estadísticas no son de fiar; porque, “si yo me como un pollo y tu no comes nada, en promedio los dos nos comimos medio pollo”.
Lo que a mí me da risa, de La Encuesta, es cuando los candidatos que no salen bien posicionados dicen que “sus propias encuestas les muestran todo lo contrario”. Yo pienso que pobrecitos; porque alguien debe estarlos engañando, o se están engañando a sí mismos. ¿Qué sentido tiene mandarse a hacer una encuesta a la medida? Los partidos y candidatos, ¿harán sus propias encuestas, o sólo hacen sondeos, mediciones, adivinaciones, o cábalas?
Veo La Encuesta y me acuerdo de que Rigoberta Menchú proclamó, en Madrid, que cuenta con “más del 75 % de la simpatía de los guatemaltecos”. Pienso en el pollo de mi maestro y en el 1.75% que alcanzó la Premio Nobel de la Paz. Algo me dice que ¡cuando el liderazgo indigenista se manifieste en toda su magnitud, la candidata verá mejores números en sus resultados!
Tengo un amigo que se atrevió a apostar conmigo una botella de Zacapa Centenario. El dijo que la señora Menchú podría llegar a la segunda vuelta, y yo le aposté a que no iba a pasar cerca. Carlos: ve preparando el pago. Pero que no vaya a ser como le pasó a mi amiga Marta Yolanda, que en las elecciones pasadas apostó con el cuate Mauricio a que Colom no ganaba en aquella ocasión, y todavía está esperando sus botellas de Vega Sicilia.
En la calle, y sin llavín, están Miguel Angel Sandoval y Pablo Monsanto, candidatos de la URNG y de la ANN respectivamente. Triste, ha de ser, que después 35 años de ejercer el terrorismo y de 10 de vivir de los acuerdos de pacificación, a duras penas arañan un 0.33% ¡entre los dos!
Como el tiempo todo lo borra, como dice la canción, sus cuatro años de alcalde no le sirvieron de mucho a Fritz García-Gallont, ya que sólo 8.2% de los encuestados lo recuerda como jefe edilicio.
A Marco Vinicio Cerezo le pasa como en una historia sobre hijos de famosos transmitida por E! Entertainment Television, porque cuando no es desconocido por completo, ahí está el 1.7% que lo confunde con su padre.
Y bueno…no faltan aquellos para los que quizás sea mejor no estar en el recuerdo. Tal es el caso de Luis Rabé, a quien 7.17% relaciona con actos ilícitos; o a Mario Estrada, a quien se le recuerda por malos manejos. Por ahí ha de estar Oscar Rodolfo Castañeda, que “no es conocido por nada”, a no ser, claro, por aquellos a los que les debe plata.
Entre los punteros, a mí siempre me llama la atención que Colom, habiendo sido candidato durante tres campañas presidenciales consecutivas.
Publicada en Prensa Libre el sábado 30 de junio de 2007