Soy lector lento…y me llevé Nacido el 20 de octubre, por Carlos Sabino en tres sentadas. A la luz de una lámpara que Carlos Enrique Díaz le regaló a mi abuelo, Luis, cuando aquel coronel era Jefe de las Fuerzas Armadas en tiempos de Jacobo Árbenz, avancé con avidez por las páginas de la novela con la esperanza de que no concluyera.
¿Conoces ese sentimiento? Uno quiere sumergirse en la trama y saber qué ocurre con los protagonistas y otros personajes, pero no quiere que se termine el libro.
No sé a ustedes, pero a mí me pasa más cuando se trata de novelas históricas -y otros textos- relacionadas con Guatemala. Uno va reconociendo los eventos, ya fuera porque los vivió, o porque leyó sobre ellos, o se los contaron. Yo tuve la dicha de tener abuelas y tías abuelas que me contaban historias -algunas de las cuales vivieron y sufrieron en carne propia-. Uno va reconociendo poblaciones, calles y lugares como la zona 2 donde vivía Hans, el protagonista, porque crecí en la Avenida Independencia. También como ejemplo, cierto restaurante chino que era lugar de encuentro de guerrilleros, prostitutas y taxistas, que conocí en su locación vieja porque era legendario, y para poder contar que comí ahí una hamburguesa y un milk shake. No pude dejar de sonreír cuando leí la palabra sextear porque para nada significa lo mismo para mi generación, o para la de Hans, que para la generación de los teléfonos inteligentes.
Uno revive experiencias, como cuando, en la segunda parte de la novela, se cuenta el final de la vida de uno de los personajes asesinado por sus compañeros guerrilleros por no estar de acuerdo en todo con ellos. Una de mis compañeras de bachillerato fue asesinada en Nicaragua por la guerrilla guatemalteca; y uno de mis amigos, también en bachillerato, fue médico de la guerrilla en México y fue asesinado allá por desacuerdos.
De la novela me encantó leer a los personajes, de Carlos Sabino, hablando en idioma chapín. Me encantaron los saltos en el tiempo y el espacio. Las reflexiones sobre las guerras, que no es extraño que empiecen con fervor patriótico y hasta con cierta felicidad agresiva, para terminar en destrucción, caos y desesperación. En un momento, Amelia le dice a Hans, Atrévete, es todavía hora de salir de la podrida Europa y al ver lo que ocurre allá con el islamismo, me pregunto si esa frase es tan inquietante ahora como cuando hace 83 años la dijo Amelia.
Nacido el 20 de octubre es una novela histórica, pero no es un discurso político. Lo cual no quiere decir que no sea educativa en el sentido de que el lector curioso -sobre todo el lector joven- en más de un capítulo querrá saber más sobre lo que se está relatando. Por ejemplo, ¿Qué ocurrió exactamente y por qué en el puente La Gloria? Yo llevé a uno de mis sobrinos a ese lugar, cuando eran niño, y le conté lo que sabía, y disfruté su asombro y su curiosidad en aquel lugar histórico.
En fin…Carlos Sabino nos tiene bien acostumbrados a sus obras históricas de no ficción; y ahora nos ha regalado esta aventura novelística que, sin ninguna duda, enriquece el patrimonio cultural chapín, y enriquece las horas de quienes la leemos.
Actualización: En la Biblioteca Ludwig von Mises, de la Universidad Francisco Marroquín acompañé a Carlos Sabino en la presentación de este libro.
Columna publicada en República.