El fantasma de la CICIG debe ser exorcisado

 

Desde los tiempos de los cacos y los bacos la sociedad guatemalteca siempre ha sufrido de una especie de enfermedad autoinmune; la de que habemos los unos y los otros y que, en consecuencia, cuando los tirios llegan al poder pueden usarlo contra los troyanos y viceversa.  En el siglo XXI aquel mal endémico fue agravado porque la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala le dio apariencia de una cruzada moral a aquella enfermedad por ello legitimó el uso de la guerra jurídica (lawfare) que ahora les están reventando en la cara a muchos.

Iustitia. Maarten van Heemskerck, dominio público, via Wikimedia Commons.

La sensibilidad republicana y años de compromiso con la defensa del estado de derecho, así como con la de los derechos individuales de todos por igual impiden que me suba al carro de la herencia de la CICIG. 

¿Qué es eso de llegar a las 6 de la mañana a capturar personas llevarlas presas y exhibirlas?  Algo así se justificaría si s tratara de la comisión flagrante de delitos, o en caso de peligro de fuga, o si fuere delitos violentos.  Pero si estos no son los casos, lo que corresponde es citar a los involucrados, en vez de armar espectáculos mediáticos.

Como lo que es salsa para el ganso, es salsa para la gansa, tan mal estaba esa práctica en tiempos de Velásquez, Dall´anese y Castresana, como lo está ahora.  

Por otro lado, la libertad de expresión es un derecho fundamental que debe gozar de toda protección posible para todos por igual.  Nadie, nadie, nadie debería ser perseguido por sus ideas, ni opiniones.  Por malas que sean esas ideas, ni por desagradables que sean quienes las expresan. Preocupa…o a mí me preocupa…que sea aceptable perseguir judicialmente a personas por tuits. 

Por otro lado, con la toma forzada de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que ciertamente causó daños y perjuicios graves a estudiantes, profesores, administrativos y proveedores de esa casa de estudios y que seguro que causó daños a instalaciones; y en los bloqueos, cuyos instigadores y ejecutores también fueron causados daños y perjuicios a miles y miles de personas, ¿por qué no iba a haber más de un delito involucrado en ambos actos? Los responsables de sedición, por ejemplo, deben enfrentar las consecuencias jurídicas de sus decisiones y sus acciones; pero, sin arbitrariedades, sin ambigüedades y sin que en el proceso de investigación y sin que en el proceso judicial se violen derechos individuales, ni garantías procesales.

El fantasma de la CICIG debe ser exorcisado para tirios y troyanos, para bacos y para cacos, para ellos y para todos.

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