Lo tuyo, ¿es tuyo? La hipotesis de Bergoglio

No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos, dijo Jorge Mario Bergoglio.

La afirmación del dirigente católico recuerda el tema denunciado en El gato en la sacristía, por Francisco Pérez de Antón: Para aquella organización, ¿lo tuyo, es tuyo?

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa la agarra contra el mercado libre, la globalización, el crecimiento económico y el consumo.

Uno no puede estar sino de acuerdo con Bergoglio en eso de que así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata.  Pero de ahí a decir que no es nuestro, lo nuestro, hay mucha diferencia.  Sobre todo porque el dirigente explica que algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante.

Deliberadamente el jesuita le endilga al mercado libre los males que son responsabilidad del mercantilismo y del socialismo; y clama por más intervención política en la economía al asegurar que los estados tienen derecho a controlar el mercado y -en consecuencia- las decisiones y acciones de las personas: Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común.  Me vas a decir que el Papa no sabe que el mercado financiero es uno de los más, más regulados de todo el universo mundo?

No faltará quien diga que donde Bergoglio dijo digo, dijo Diego; pero lo cierto es que no la cargó contra el mercantilismo, ni contra el socialismo, ni contra el colectivismo.  Al contrario, el Papa cree que hay una crisis del compromiso comunitario; como si la sociedad fuera una comunidad, o como si en la sociedad se pudiera vivir como en la tribu.  Bergoglio no es un curita de pueblo; y siendo jesuita uno puede suponer que ha tenido acceso a una de las mejores formaciones académicas disponibles en esta Tierra.  ¿Me vas a decir que si quisiera decir mercantilismo, o crony campitalism, no diría sólo capitalismo?  Digo…ya podría ser más preciso en beneficio de la claridad y para facilitarles la tarea a los papistas, ¿o no?

Estoy de acuerdo con decirle No a la economía de la exclusión y a la inequidad; pero hace falta un esfuerzo intelectual más consistente que el de Bergoglio.  Las economías de la exclusión y de la inequidad son la economía de los privilegios, la economía mercantilista, y la economía del intervencionismo.

El documento de Bergoglio me recordó la leccion inaugural de Oscar Rodríguez Maradiaga en la Universidad del Istmo, en 2004.  En ese documento, el jerarca dice  cosas como: que la globalización está retornando el capitalismo salvaje, y que está desmantelando así los éxitos históricos del estado del bienestar.  El cardenal lamenta que los políticos y sus funcionarios -que él llama los estados-  estén perdiendo la fuerza que y el protagonismo que tuvieron en el siglo XX.

Con respecto a si lo tuyo es tuyo, Rodríguez explica que entre las orientaciones generales que recibe la moral económica desde el criterio de la solidaridad podemos señalar las siguientes:  la comunicación de bienes y  el destino universal de los bienes.  La primera puede traducirse como el adagio que dice: de cada quien según sus posibilidades, y a cada quién según sus necesidades; en tanto que la segunda le asigna a la autoridad política tiene la facultad y el deber de regular en función del bien común el ejercicio del derecho de propiedad.  Este último criterio deja en manos del poder político la decisión de si la propiedad está cumpliendo, o no con los propósitos establecidos por el mismo poder político con un criterio de altruismo. Entendido, el altruismo, correctamente: el principio básico que supone que las perosnas no tenemos el derecho a existir por nuestro propio bien; que el servicio a los demás es la única justificación de nuestra existencia;  y que el auto-sacrificio es nuestro más alto deber moral, virtud y valor.

Por cierto…te invito a meditar: Las palabras de Bergoglio y Rodríguez, ¿animan a personajes como el padre Rojas?

Estamos marchando no sólo a la globalización de los mercados, lo que significa la concentración de la riqueza, sino a la globalización de la pobreza, dijo Rodríguez en aquella ocasión y en eso también coincide con Bergoglio…y ambos ignoran, ¿deliberadamente? la evidencia en contra.  Si tienes dudas con respecto a eso de que no es cierto que la humanidad es cada vez más pobre te invito a echarles un ojo a dos libros.

The Rational Optimist, por Matt Ridley

The Capitalist Manifesto, por Andrew Bernstein

Y mientras tanto:  tu, qué piensas…¿lo tuyo, es tuyo?

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  1. Lo mío es mío porque me ha costado trabajo y sacrificios. Nunca he puesto la mano para pedir nada; toda mi vida he trabajado. He buscado las oportunidades y las he apreciado. Cumplo con mi trabajo lo mejor que puedo, no hago un trabajo mediocre ya que de todas formas voy a recibir un sueldo. Muchas personas no salen de la pobreza porque se conforman con “hacer como que trabajan” para que otros “hagan como que les pagan”.