03
Sep 08

En el ciberespacio: No + corrupción, No + impuestos

“El símbolo de la Guerra Fría era un muro, que dividía a todos. El símbolo de la globalización es la World Wide Web, que une a todos”, comenta Thomas L. Friedman en The Lexus and the Olive Tree, obra en la que cuenta que el primer ciberdisidente fue Lin Hai, un empresario chino que, en 1998 le dió direcciones de correo en china a una revista que apoyaba a la democracia.

“Estamos destinados a destruir el sistema chino de censura de la Internet. Creemos que los chinos, como cualquiera otras personas en el mundo, se merecen los derechos al conocimiento y a la libertad de expresión”, dijo Lin.

Veinte años después, la Internet tiene abiertos espacios considerables para que cualquiera, en cualquier rincón, actúe como elector y como tributario responsable -si así decide hacerlo-. De esa cuenta es que, encaramados en la modernidad, los participantes en V de luto: No + corrupción, no + impuestos, ponemos a su disposición dos vehículos para la libertad de expresión en el ciberespacio:

El blog V de luto; y un grupo en Facebook.

Ambos pueden ser usados, a conveniencia, por quienes ya no estamos dispuestos a tolerar la corrupción y los impuestos abusivos.

¿Por qué? En persecusión de un estado de derecho en el que se respeten los derechos individuales de todos y se respete la igualdad de todos ante la ley. ¿Por qué? Porque sólo así son posibles la cooperación social pacífica y la prosperidad. El dinero que los políticos y funcionarios se roban y administran mal, ¿de dónde sale? De los impuestos que usted paga. Y, ¿de dónde salen los impuestos? De lo que usted deja de ahorrar, y en la medida en que más y más dejamos de ahorrar, en esa medida hay menos capital para inversiones. En la medida en que hay menos inversiones hay menos oportunidades de empleo, y de creación de riqueza. Y en la medida en que hay desempleo y menos creación de riqueza, hay más pobreza.


03
Sep 08

¿Por qué no baja la gasolina?

“La caída de los precios del crudo aún no se refleja en el combustible”, es una de las quejas que se leen con frecuencia en los diarios. En New York el petróleo bajó $5.75 y los contratos de gasolina para entrega a futuro descendieron $0.125. Sin embargo, en Guatemala, el galón de gasolina súper sigue a unos $4.85.

Mucha gente se pregunta que si el costo del petróleo ha bajado, ¿por qué no baja aquí la gasolina? Esa gente cree que los precios son la suma de los costos; y que cuando los costos suman más los precios suben, así como que cuando los costos suman menos, los precios bajan. Yo creía eso cuando era pequeño.

Los precios cumplen tres funciones importantes:

a. Comunican información
b. Permiten hacer el cálculo económico para asignar recursos
c. Ayudan al racionamiento

y resultan, no de la sumatoria de costos, sino de las valoraciones de las personas, expresadas en su capacidad para demandar, que está determinada por lo que las personas pueden dar a cambio; en íntima relación con la oferta.

Todos los consumidores ordenamos nuestras prioridades de compras de acuerdo con nuestro poder adquisitivo. Por medio de nuestras compras empujamos los precios para arriba hasta eliminar del mercado a quienes ya a ese precio no están en disposición de comprar. Y al reves: Cuando las personas quieren menos o cuado al precio existente el número de compradores disminuye, empujamos los precios para abajo hasta eliminar del mercado a quienes ya a ese precio no están en disposición de vender.

En resumen: la gasolina no baja porque los consumidores todavía estamos en disposición de comprar. Nuestras compras de combustible le informan a los vendedores de gasolina que el precio está bien.

¿Qué puede hacer el gobierno al respecto? Puede dejar de inflar, para evitar que el dinero sin respaldo en manos de consumidores demandantes empuje los precios para arriba. Lo que no debe hacer es meterse a controlar el precio de la gasolina. Si lo hace, el precio controlado enviará información mentirosa a los demandantes y a los oferentes; y esa información falsa ocasionará asignaciones de recursos antieconómicas. Y en esas condiciones habrá desperdicio de combustibles…o escasez.

Los combustibles bajarán, si se dan las condiciones necesarias para que bajen.  

03
Sep 08

La censura viene en camino

En busca de censurar los mensajes presuntamente difamatorios que son enviados por medio de correo electrónico, el presidente socialdemócrata Alvaro Colom se reunirá con ejecutivos de las empresas telefónicas que prestan ese servicio, para que “no autoricen “enviar aquellos mensajes sino hasta que se identifique la procedencia. Colom delantó que trabajarán en la redacción de una iniciativa de ley que castigue la difamación.

¡Aquí viene la censura!, porque una ley que castigue la difamación ya existe y es raro que el Presidente ignore ese hecho. Dicha ley está contenida en el Código Penal, entre los delitos contra el honor. En el artículo 161 la injuria está tipificada como “toda expresión o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona”; y la pena sugerida para quienes sean hallados culpables de ese delito son de entre dos meses y un año de prisión.

El mismo código, sin embargo, advierte que no incurre en injuria “quien, por razón de cometido expresare su juicio sobre la capacidad, instrucción, aptitud o conducta de otra persona”, advertencia que tiene relevancia cuando aquellas capacidad, instrucción, aptitud o conducta son las de un funcionario público cuyas acciones en el ejercicio del poder público deben estar sujetas a la fiscalización y a la crítica -sobre todo de parte de los electores y de los tributarios-. De modo que criticar funcionarios, aunque sea con dureza, no puede constituir injuria. Esto es porque el poder público proviene del pueblo, según lo indica la Constitución en su artículo 152.

La Carta Magna garantiza que aquella expresión de juicios sobre la capacidad, instrucción, aptitud o conducta de los funcionarios, y sobre todo de los pipoldermos, sea libre y sin necesidad de autorización alguna; porque en su artículo 35 dice que “es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa”. ¡Y ahí está!, aunque al presidente Colom le moleste que alguien lo injurie cuando critica la ineptitud de su administración, no debe, ¡ni puede! promover una ley que faculte a los ejecutivos de las empresas de ninguna clase, a autorizar, o a desautorizar el envío de correos electrónicos. Ni siquiera si son el spam de mal gusto con el que algunas personas injurian al Presidente y a su mujer, Sandra Evita de Colom; o al Vicepresidente, o a ningún otro pipoldermo.

Claro que estos últimos no están indefensos frente a abusos de la libertad de expresión. De hecho, el artículo 33 establece un mecanismo de defensa; y la Ley de Emisión del Pensamiento desarrolla el tema, no sin advertir, en sus artículos 34 y 35 que, aunque “son injuriosas las publicaciones que ataquen la honra o la reputación de las personas o las que atraen sobre ellas menosprecio de la sociedad, no constituyen delito de calumnia o injuria los ataques a funcionarios o empleados públicos por actos puramente oficiales en el ejercicio de sus cargos”.

Es entendible que el Presidente y sus cómplices (perdón, y sus funcionarios) se molesten por las eventuales injurias que les dirijan los electores y los tributarios; pero es inadmisible que pretenda controlar cuáles correos electrónicos circulan y cuáles no. Eso sería censura.

Y todo esto me recordó, por cierto, la Ley Mordaza que el socialismo espiritual impuso en 1947, durante La primavera democrática de Guatemala.