No, a la guerra

¿Quién, con dos dedos de frente, puede querer una guerra? La guerra “es destructora y aniquiladora…es un mal que perjudica a todos, al vencedor y al derrotado”, observó sabiamente Ludwig von Mises en Nation, State and Economy. Y en The Economics of War, advierte que la guerra “es terriblemente cruel; no perdona a los infantes ni a la mujer gestante; no discrimina en cuanto a matar y destruir. No respeta los derechos de los neutrales. Millones de personas son muertas, sometidas a esclavitud, expulsadas de los países donde nacieron y vivieron sus antepasados durante siglos. Nadie puede predecir que pasará en el próximo capítulo de esa lucha interminable”.

Yo sugiero que el conflicto que se gesta en Suramérica debe ser separado de los contextos nacionales. Como veo las cosas, aquel no es un enfrentamiento entre Colombia y Ecuador, con la participación entusiasta de Venezuela. Ni es uno entre colombianos, ecuatorianos y venezolanos. Una dimensión más amplia y profunda lleva a pensar que este es un encontronazo más entre las pretensiones de dictadura y el estado de derecho; entre el terrorismo y el derecho. Entre Correa-Chávez-Marulanda, y la gente decente.

Va a ser un error tremendo si el conflicto es analizado y entendido a niveles nacionales, sin tomar en cuenta los detalles y matices que sí importan. Si es malo que un ejercito penetre en territorio ajeno sin permiso, es inmensamente inmoral que un estado le de protección y resguardo a bandas de narcoterroristas, como son las FARC.

Por supuesto que no estoy a favor del pacifismo abúlico que permite la abundancia de tiranos y dictadores; pero la guerra debe ser evitada hasta el último momento, sobre todo cuando no es para defender la libertad y sólo podría servir para favorecer la megalomanía de gente como Hugo Chávez, o Rafael Correa.

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  1. En mis cortas luces, el problema del sur de América es Chávez, pues tiene infulas de caudillo izquierdista seguidor de líderes caducos que no evolucionan ni siguen el vaiven del cambio y sobre todo no aprenden de experiencias de regímenes que han fracasado mostrosamente. Colombia si bien es cierto que no debió entrar en Ecuador, ¿qué otra cosa puede hacer, si converborreas se pasan los años y el problema no se soluciona?, Colombia ha sufrido mucho con sus problemas internos, no necesita que Chávez, Correa y Morales interfieran tan descaradamente en apollar a terroristas que la flagelan. Bien por Colombia.LMMC