19
Dic 14

José García Sánchez y los terremotos de 1917 y 18

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José García Sánchez, propietario del estudio fotográfico La exposición, fue El hombre que fotografió la Historia.  Con ocasión de los terremotos de 1917 y 18 él y su esposa se hallaban en la Catedral de la ciudad de Guatemala.  El tomó una foto de la nave, viendo hacia el Poniente e inmediatamente ocurrió el sismo que derribó la cúpula y destruyó parcialmente aquel edificio. Gracias a que él se hallaba ahí, en ese preciso instante, nos legó fotografías -separadas por pocos segundos-  que retratan aquella gran tragedia. Así me lo contó mi cuate, el doctor Jorge Mario Zebadúa G., nieto de don José.

De don José, el autor de Imágenes del recuerdo (en Prensa Libre), Armando Moreno, escribió:  don José García Sánchez, fue el hombre que dejó plasmada parte de la historia gráfica de Guatemala, en sus momentos de alegría y tragedia.  Español de pura cepa, llegó a Guatemala con una compañía de zarzuela, se enamoró de Guatemala y se quedó aquí para siempre. Falleció hace ya algunos años.  En diversas oportunidades la pregunta obligada de los amigos lectores es ¿Y cómo consigue las fotos?  Hoy contestaremos la pregunta adjunta a la evocación de uno de los más grandes fotógrafos que ha tenido Guatemala, gráficas que él tomó personalmente durante una época que ya es historia en nuestro medio.  En los libros “La calle donde tu vives” [de Héctor Gaitán] se han publicado.

En 1970, Arturo Taracena F. editó el libro Los terremotos de Guatemala, Album conmemorativo del cincuentenario (1917 y 18-1968) , que fue publicado por la Tipografía Nacional.

El álbum con las fotos de don José García S.

En el libro, Taracena cuenta que para conmemorar el cincuentenario de los terremotos que destruyeron la ciudad de Guatemala, se presentó en el pasaje del Palacio Nacional una exposición de fotografías alusivas. Este álbum ofrece la imagen de Guatemala antes de los terremotos y de los efectos de aquella catástrofe a fin de perpetuar su recuerdo ante las nuevas generaciones, las cuales tendrán, como es natural, cada día menos noción de la magnitud y consecuencias de la dramática prueba de los terremotos ocurridos entre el 25 de diciembre de 1917 y el 24 de enero de 1918. La idea conmovedora de la destrucción material, proporcionada por las fotografías, se completa con la lectura de dos de las emocionadas e impresionantes crónicas de José Rodríguez Cerna, reproducidas de su libro “Entre Escombros”, publicado a mediados de 1918, haciendo verdad su título, literalmente entre escombros, frescas, patentes, las terribles escenas vividas por los guatemaltecos de entonces.

Algo de lo que escribió Rodríguez Cerna: 

La ciudad alegre y confiada tuvo en la noche del 25 el despertar del terremoto.  Un instante bastó para que el “Aquí fue Guatemala” fulgurara en el muro sombrío; y el techo se desplomó sobre los desprevenidos comensales de la vida… Nada permanecía en pie.  Los edificios caían con sordo estruendo o como con quejidos lastimeros, envueltos en el espeso sudario de un polvo de asfixia.  En una inverosímil embriaguez, como una bacante loca, la ciudad se entregaba a la más trágica de las danzas, presa de un vértigo sin nombre.  Las maderas unificaban su fracaso en un solo estrépito infernal.  Por los techos rotos, a través de los claros que dejaban las tejas que a chorros caían a la calle, el cielo se asomaba por primera vez… Apagada la luz eléctrica, la catástrofe exterminó con la complicidad de la tiniebla.  Y arriba, aunque velada por el polvo, la ironía de una luna veraniega poniendo su  manso contraste de claridad sobre el pavor indescriptible; aunque a las veces parecía también pálida de miedo… Las gentes saltaron enloquecidas y semidesnudas de los lechos.  Entre la oscuridad y el tumulto del maderamen y de los muros que caían, los niños fueron llevados casi a rastras.  Las pequeñas camitas, cerca de las cuales pudiera aún oírse vibrar de alas angélicas, quedaron destrozadas, como frágiles cuerpos… el loco terror se daba cuenta de lo que sucedía.  Un inmenso grito de desesperación subió desde todos los ámbitos hasta los cielos impasibles y serenos… Llegaban veloces mensajeros de horror, con detalles del cataclismo, que en cada barrio se creía mayor que en los demás.  Para escuchar los detalles espeluznantes la curiosidad se arremolinaba en corrillos ansiosos, que se estremecían a cada relato:  Por los suelos los templos, los edificios públicos, las casas famosas por su lujo o su belleza… Poco a poco la ciudad se fue convirtiendo en campamento.  Las primeras covachas, las improvisadas barracas, surgieron entre la arboleda de los parques, a lo largo de las calles, dentro de los solares, en los campos vecinos. Fue un heterogéneo conjunto de materiales, en que el zinc fraternizó con el petate y la madera con flotantes telas.  La metrópoli cobró un vistoso y bizarro aspecto de agrupación de beduinos y de conglomerado de esquimales… Al aire libre ardieron fogatas y aparecieron puestos de venta.  La oferta y la demanda entablaron su antigua disputa bajo cualquier toldo tambaleante.  Las abluciones mañaneras se hacían a la vista de todo el mundo: se iniciaba la promiscuidad de la desgracia.  Lo que se pudo salvar se aglomeraba en montón: sillas sobre camas, consolas de mármol a la par de enseres de cocina.  Se oyeron las primeras risas y todos contaban a todos dónde y de qué manera les había sorprendido el terremoto.  Hubo chisporrotear de anécdotas y asomó la eterna vanidad en el relato de sucedidos estupendos y salvaciones milagrosas...

Los terremotos de 1917/18 y yo

Tuve la dicha de que mi abuelita Juanita y mi tía abuela La Mamita me contaran, durante mi niñez y mi adolecencia, sus experiencias durante aquellos terremotos.  La casa de mi bisabuela, Gilberta, quedaba en la Quinta avenida y 15 calle de la zona 1, justo al lado del consulado de los Estados Unidos de América, edificio que cayó parcialmente en el patio de mi bisabuela.  Ella y su familia se mudaron al campamento que se instaló en el vecino Parque Concordia y ahí pasaron unos días antes de conseguir un alojamiento mejor en lo que su casa era descombrada.  Por ella supe de las angustias y las penas, las privaciones y las incomodidades.  Relatos y experiencias que luego viviría -salvando las distancias- en el terremoto de 1976.

¿Por qué compartir estas fotos?

Francis Gall, presidente de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala, le escribió a Taracena Flores y le dijo:

  1. Los terremotos de 1917-1918 echaron por los suelos la mayoría, si no todas, las construcciones que eran orgullo de la ciudad, como lo demuestra la valiosa serie de sus fotografías.
  1. Las fotografías dan una idea completa de la magnitud de los sismos y constituyen los únicos testimonios gráficos existentes de los fenómenos telúricos acaecidos hace 50 años [96 años, ahora].  Son, de consiguiente, importantes documentos que muestran lo que era la ciudad antes del aciago mes de diciembre de 1917.
  1. De consiguiente, opino que debe hacerse un esfuerzo para publicación de todas las fotografías, por constituir valiosos documentos que hablarán a la posteridad y que, gracias a su conocida acuciosidad y devoción hacia lo nuestro, con ímprobos trabajos usted ha sabido reunir.

Celebro, pues, que mi cuate Jorge Mario Zebadúa G, nieto de El hombre que fotografió la Historia, haya compartido conmigo estas fotografías y el libro de Taracena Flores.  Estoy seguro de que los lectores valoran ese gesto, y que lo valorarán muchas generaciones de chapines más.


13
Nov 14

Parque Concordia y terremotos de 1917-18

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Para los terremotos de 1917-18, mi bisabuela Gilberta y su familia pasaron varios días y noches en carpas (polveras o tembloreras, les decía la gente) ubicadas entre los grandes árboles que había en el Parque Concordia (ahora conocido como Parque Enrique Gómez Carrillo y mucho antes conocido como Las victorias).  Luego pasaron un tiempo en la Casa de te, en el Zoológico La aurora y luego no recuerdo donde hasta que pudieron volver a su casa.

Su casa, ubicada en la Quinta avenida y Quince calle de la zona 1 no fue muy dañada; excepto porque parte del consulado de los Estados Unidos de América, que era su vecino de mano izquierda, cayó en la parte de atrás del inmueble.  Todo esto me lo contó mi abuelita Juanita.  La embajada de los Estados Unidos se nos metió en el patio de atrás, decía ella.

Gracias al grupo Fotos antiguas de Guatemala encontré las fotos que ilustran esta entrada. Una es del parque como era en aquellos tiempos, y otra de una polvera.  Nótense el hacinamiento de los muebles y el estilo de estos. ¡Y otra de la Quinta avenida y 15 calle viendo hacia el Sur!  Mi abuela, Juanita, contaba de unos italianos que tomaban bon vino, y de un chino que componía bombillas eléctricas.  Si lo que está a mano izquierda (aunque no se ve) es el Parque Concordia, la casa de mi bisabuela estaba sobre la Quinta, a mano derecha, y sería la penúltima casa de esa cuadra.  Al fondo de la cuadra de la izquierda parece que  todavía no estaba construido el inmueble que luego ocuparía el consulado de los EUA. Esta foto es de Kildare & Valdeavellano.

Los terremotos de 1917 y 1918 se les llaman así porque aunque los sismos comenzaron el 17 de noviembre de 1917, lo sucedieron cuatro mas fuertes y devastadores. El primero fue el del 25 de diciembre de 1917 a las 10 de la noche y el segundo ocurrió el 29 de diciembre de de ese año;  el tercero fue el 3 de enero de 1918 y el ultimo sacudió el 29 de enero de ese año.


14
Oct 14

Es hora de actualizar mi “kit” de terremoto

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Está claro que hemos aprendido poco desde el gran terremoto de 1976 y está claro que la dimensión del desastre depende completamente de las acciones, o falta de acción, de los humanos.

Después del recordatorio sísmico de ayer, es se hace más evidente que todos, en la medida de lo posible, conociéramos y adaptáramos algún tipo de protocolo en caso de un terremoto.

Hoy en la noche actualizaré  mi kit de terremoto: este es una mochila con una mudada de ropa,  baterías, una linterna, un par de botellas de agua, sendas latas de frijoles, elotes y atún, galletas de soda,, antigripal, antialérgico, analgésico, antidiarréico, fósforos, vodka y algo de dinero. También una carpa y una bolsa de dormir.

Mi kit tiene su orígen en el terremoto del 76; porque durante un par de años dormí con mi linterna a mano y con mi ropa hecha un taco, para que fuera fácil agarrarla en caso de emergencia.


14
Oct 14

¡Uuuuuuuy, el temblor!

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Así se sintió por aquí el temblor de anoche. El sismo, de 7.1 grados, se sintió en toda Centroamérica y su epicentro fue en frente al golfo de Fonseca.

El temblor duró bastante porque me dio tiempo de ir a traer mi teléfono, encender la luz y ubicarme apropiadamente. Oigase el ladrido del perro de los vecinos.


07
Jul 14

Así fue el temblor de hoy temprano

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Pues…así se vio y se sintió el temblor de hoy en la mañana.  Fuerte, de unos 6.9 grados. Su epicentro fue en Chiapas, al noreste de Puerto Madero, en México, a unos 200 kilómetros de la ciudad de Guatemala y a 27 Km. de Ciudad Tecún Umán en San Marcos.  Seguramente hubo daños allá, porque esa área ha estado muy vulnerable.

Lo más impresionante del movimiento sísmico fue su duración. No paraba.  Todavía estaba medio dormido cuando me levanté a tomar el vídeo y me dio tiempo de despertarme, decidir que quería hacer el vídeo, levantarme, y reiniciar tres veces la toma porque me salía con luz y yo la quería sin luz.  En fin…la vaina no paraba.   El sonido que se escucha en el fondo son los ganchos de ropa en los closets.  Clack, clack, clack, clack.

Por cierto que hacía meses que no había uno así de fuerte.

¡Ricos y temblorosos días, pues!…y ahora a bañarme.  ¿Sábes que decían las viejitas con respecto a bañarse con agua de terremoto? Pues que no hay que hacerlo porque el agua que ha sido agitada por un terremoto ocasiona dolor de huesos.


06
Feb 14

El “affaire” Baldizón, los memes y el humor chapín

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Nada escapa al humor chapín; ni el terremoto de 1976 y menos un candidato presidencial que haya plagiado su libro insignia y su tesis doctoral. Los memes que ilustran esta entrada fueron tomados de Facebook, haz clic en la imagen para ver más…y, ¿cómo podían faltar? La película de Manuel Baldizón en Facebook; y el anuncio de Lionel Baldizón y Manuel Messi.

En redes sociales el humor acerca del affaire Baldizón se expresa por medio de memes; esas imágenes con texto que son tan fáciles de elaborar y compartir. Técnicamente un meme es en las teorías sobre la difusión cultural, la unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro, o de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Es un  neologismo acuñado por Richard Dawkins.

Humor aparte, el asunto es serio: se trata de un candidato presidencial e involucra a la universidad estatal; y sabes de qué tengo ganas…de saber quiénes participaron como asesor y examinadores.  Por lo pronto hoy nos enteramos de que a tesis con la que el secretario general del partido Libertad Democrática Renovada , Manuel Baldizón, obtuvo un doctorado en Derecho en la Universidad de San Carlos, será revisada por la Junta Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas; y así lo dio a conocer el Decano de la facultad de Derecho de la Carolina. Pero a la hora en que escribo estas notas todavía no conocemos aquellos nombres, ni sabemos dónde han estado posicionados, ni dónde están posicionados. Actualización del 11/2/14: En ¿Ingenuo o descarado? se resuelve el misterio.

 


04
Feb 14

¡A 38 años del terremoto!

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¿Qué edad tenías cuando ocurrió el terremoto de Guatemala, el 4 de febrero de1976? Yo tenía 14 años; y en fechas como esta me doy cuenta del tiempal que ha pasado…y de que a la vez, no es nada.

Recuerdo que me despertó el sonido horrible, y luego el estremecimiento de la tierra. Mi cama se agitaba y yo tardaba en despertar del todo.

Cuando cesaron los movimientos me levanté y me vestí. Mientras lo hacía escuchaba los llamados confusos de mis padres y mis hermanos. Una librera había caído sobre la cama de mi hermano, Gustavo. Pero había sido detenida por la cabecera y no lo había lastimado. Mi madre, o mi padre habían sacado a mi hermana, Guisela, que era la más pequeña; y mi hermano, Juan Carlos, estaba sacando de debajo de su cama a su perro, Manix. Simón, el papá de Manix acompañaba a mis papás.

Salimos a la calle y todo estaba en orden. Mis padres sacaron los carros a la calle y empezaron a sacar de la casa agua, colchas, y seguramente algo de comer.

Al amanecer todo estaba bien a nuestro alrededor. Parecía que no había pasado nada porque todas las casas estaban en pie y el único daño en la nuestra lo había sufrido una botella de Emulsión de Scott que se había caído en el comedor.

No había teléfonos y no había forma de comunicarse con mis abuelas que vivían del otro lado de la ciudad; así que temprano, con mi papá, fuimos en su busca. Cuando salimos de la zona 15 y llegamos a la bajada de Vista Hermosa vimos los primeros daños alarmantes. La carretera estaba quebrada. Más adelante había una pared colapsada. En la medida en que nos adentrábamos a la ciudad veíamos más destrucción, y el corazón se me aceleraba.

Recordaba las historias que mi tía abuela, La Mamita, contaba acerca de los terremotos de 1917 y 18. Recordaba historias de la ciudad devastada, de cómo su familia había tenido que ir a acampar al Parque Concordia. Recordaba historias de la escasez de agua y de alimentos y de la Gripe Española. Todo aquello daba vueltas en mi cabeza.

Llegamos a la zona 3 donde vivían mi abuelita Juanita y La Mamita. Ahí la devastación era casi total. Había casas completamente destruidas y había escombros en las calles. Yo me imaginaba sacando los cuerpos de las dos viejitas y en fin…fue un inquietante caminar a lo largo de tres, o cuatro cuadras de ripio esparcido en las calles. Cuando llegamos a su casa, las viejitas estaban bien. La casa estaba totalmente quebrada pero en pié. Ellas y unas amigas, tomaban café en la sala y todo estaba bien. Sacamos a las señoras y nos llevamos lo más necesario antes de cerrar la casa. Luego nos fuimos a la casa de mi abuela Frances. Al llegar a la Avenida Independencia nos enteramos que varias casas se habían ido al barranco y que había muertos. Rápidamente llegamos a la casa de mi abuela, que estaba en perfectas condiciones.

Ahí estaban mi bisabuela Mami, mi abuela Frances, una amiga de ella, mi tía Patricia y mis primos. Luego de constatar que todo estaba bien pasamos gasolina del carro de mi abuela al de mi padre y como yo tragué un poco de combustible, en el proceso, fui al enorme congelador de mi abuela y me comí dos panes congelados. Y ese fue mi desayuno. Entonces volvimos a nuestra casa, con la abuelita Juanita y La Mamita, y mi madre ya tenía todo organizado allá.

Para hacer la historia corta, durante varios días las viejitas durmieron en la sala de la sala de mis padres, mientras ellos, mis hermanos y yo dormíamos en el jardín en carpas que nos enviaron de Nicaragua unos amigos de mis papas. Yo dormí con mi ropa a la mano durante casi tres años. Ese terremoto de Guatemala, costó más de 23,000 vidas.
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La foto es del Hotel Terminal y la obtuve del U.S. Geological Survey. El nombre de aquel hotel se debía a que estaba a inmediaciones de La Terminal de Buses de la ciudad de Guatemala; y terminal quiere decir final o último. Una enfermedad mortal es una enfermedad terminal; así que el terremoto fue terminal para el Hotel Terminal.


06
Sep 13

¡Carajo con el temblorón de hace un momento!


I feel the Earth move under my feet…¡Puchis!…estaba frente a la compu y vi como se movían las paredes en mi casa; sentí cómo se mecía el edificio y es impresionante.  Y…mientras escribía esto volvió a temblar. No olviden ponerse concentrado para perros en los bolsillos.

Magnitud del sismo 6.5 grados en escala de Richter, con epicentro en Pajapita, San Marcos a 168 kms. de la ciudad de Guatemala.

Haz clic aquí para ver recomendaciones en caso de terremoto.


14
Nov 12

Los terremotos no matan a la gente…


Los terremotos no matan a la gente; son la pobreza, la ignorancia y la negligencia lo que mata a la gente, explica mi cuate, el geólogo Sam Bonis, al comentar por qué es que -como consecuencia de los terremotos- se lamentan pérdidas de vidas humanas.


11
Nov 12

Así vi el temblor


Así vi el temblor de hace un rato.  Magnitud de 6.2 grados con epicentro en el Océano Pacífico a 180 kilómetros de la ciudad de Guatemala.  El temblorón fue seguido por varias réplicas.