Anda en boca de muchos la posibilidad de que lista de Swiss Leaks podría incluir cuarenta y un cuentas bancarias de guatemaltecos con unos $32.4 millones en depósitos. Según las noticias y una lista filtrada por Hervé Falciani -un ex trabajador del banco de servicios financieros multinacionales, HSBC, con sede en Reino Unido- aquella organización bancaria sirvió para que miles de sus clientes escondieran millones de dólares por medio de su filial en Suiza.
Los medios chapines no han publicado la lista anunciada de guatemaltecos (hasta el jueves al mediodía cuando escribí estas líneas); pero estoy seguro de que –en alguna oficina oscura– más de uno se está saboreando con la cacería de brujas.
Este es un momento apropiado para detenerse y meditar:
Hay tres grandes grupos de personas que esconden dinero: 1. Aquellos cuyas fortunas son consecuencia de actos delictivos comunes (como secuestros, por ejemplo); 2. Aquellos cuyas fortunas son consecuencia de actos criminales y delictivos como el saqueo del dinero ajeno tomado por la fuerza y aquellos cuyas fortunas son consecuencia del abuso del ejercicio del poder, tal es el caso de los políticos y su clientela que se roban los impuestos y viven de privilegios y, finalmente, 3. Aquellos que protegen de la expoliación y del saqueo sus fortunas legítimamente producidas con ingenio y trabajo.
Los primeros y segundos son de naturaleza muy distinta a los terceros. Los primeros y segundos deben ser expuestos, perseguidos, procesados y condenados por delincuentes y criminales. Pero el tercer grupo sólo hace lo que está moralmente obligado a hacer: defender su propiedad contra el robo. Nadie que proteja lo que es legítimamente suyo contra los depredadores debe ser moral, ni penalmente condenado por defender su propiedad y sus derechos.
Es inaceptable que se ponga en el mismo canasto a los saqueadores y a sus víctimas que se protegen. Moralmente, no son iguales; son opuestos. Y Falciani no es un héroe ya que faltó a la confianza y traicionó la seguridad de quién sabe cuánta gente que no debería haber sido expuesta. Ahora ya sabes, no dejes que te mareen con esto.
Columna publicada en El periódico; y la ilustración la tomé de aquí.