Justicia y la renuncia de Los Colom, era el clamor de la multitud que hoy se congregó el la Plaza de la Constitución.
¡Queremos justicia! y ¡Que renuncie! ¡Asesinos, asesinos! eran los reclamos populares. La gente llegó con carteles, megáfonos, mantas, tambores y pitos. Ahí estuvimos en la Plaza un rato y cuando ya había bastante gente a alguien se le ocurrió caminar hacia la Casa Presidencial. A mí, eso no me gustó del todo porque no me parece correcto que una manifestación bloquee una calle; y además, creo que lo importante es el hecho de que la gente se reuna y se exprese, y que dónde lo haga es irrelevante. También es importante hacer énfasis en que debe prevalecer el debido proceso legal.
En fin. la gente se fue aglomerando frente a la puerta principal de la Casa Presidencial. La gente llegaba y llegaba a lo largo de la Sexta avenida y quinta calle de la zona 1. En un momento oí que un reportero estimaba que había unas 2000 personas; pero un sujeto que conozco me dijo que él estimaba cerca de 3000. Si a mí me preguntan diría que no se; pero toda la Sexta avenida, de la cuarta a la quinta calle estaba bien apretadita de gente.
El ambiente fue entre festivo y conmovedor. Festivo porque ahí estaban los patojos con sus carteles, sus mantas, sus consignas, su arrojo y su energía; pero conmovedor porque lo que nos reunía era el
asesinato de un buen guatemalteco, Rodrigo Rosenberg, a manos de quienes deberían ejercer la autoridad. Conmovedor porque había una anciana en silla de ruedas y una señora en muletas. Conmovedor porque una señora me abrazó con llanto en los ojos. Es curioso como uno, en esas ocasiones, tiende a abrazar a la gente.
Tómanos una foto, me dijo un cuate,
pero que no salgan los logos de la compañía porque aquí estamos todos, añadió.
En esas estuvimos durante una hora y tantito, hasta que por la Sexta avenida apareció un contingente de unas 200 mujeres con cartulinas y consignas de apoyo para Los Colom. Venían resguardadas por hombres que las mantenían en formación y fueron precedidas por un pelotón de policías.
Cuando los manifestantes que pedíamos justicia vimos venir a las señoras de apoyo al régimen, empezamos a desalojar la Sexta avenida y a enfilar por la Quinta calle hacia el Oriente, justo detrás del Palacio Nacional. Ahí estuvimos hasta que pasaron las señoras y sus guardias, no sin antes aprovechar para lanzarnos insultos y para chillar incoherencias.
Yo me quedé en la bocacalle para tratar de calmar los ánimos y pedirle a la gente que clamaba por justicia, que no se rebajara al nivel de los enviados de la administración. Acto seguido nos volvimos a la Plaza de la Constitución donde estuvimos un rato más; y unos minutos más tarde, salió de la Sexta Avenida otro contingente de los nuestros que se había quedado frente a la Casa Presidencial junto al comité de damas de Los Colom.
Si usted me pregunta que cómo estuvo la manifestación le diré que fue un éxito. Lo fue porque es una buena forma de iniciar una serie de jornadas similares; de hecho, la gente quedó en que nos volvamos a juntar mañana miércoles a las 12:00 p.m. en el mismo lugar. Lo fue porque en jornadas como esas se siente el poder de la ciudadanía en acción. Lo fue porque había un gentío para el que el costo de oportunidad de estar ahí es muy alto.
Ahora bien; sin un Organismo Judicial independiente, cada hora que pasa crece el riesgo de que el asesinato de Rosenberg pase a ser sólo una estadística más, y eso no debe terminar de ocurrir. Las elites del país están llamadas a sus poltronas y a asumir la dirigencia que dicen tener. La responsabilidad de rescatar políticamente la institucionalidad del país, perdida desde el momento en el que la primera bala penetro el cuero de Rodrigo Rosenberg, es de aquellos que dirigen cámaras, clubes, organizaciones privadas voluntarias de servicio, y otras organizaciones similares. ¡Que dejen de actuar como dirigentes de grupos de interés y se constituyan en guías de la Nación! ¡Que dejen de ser dirigentes de cócteles y homenajes, y que actúen como líderes!¡Que dejen de jugar a plutócratas, y que asuman el papel de ciudadanos responsables y ejemplares!
Uno de los carteles que llevó la gente que pedía justicia decía: Con Rodrigo Rosenberg murió el último hombre con huevos. Y aunque me causó gracia la consigna, lo cierto es que no es cierto. Hoy, en la Sexta avenida, había centenares, centenares y centenares de hombres y mujeres con arrestos de sobra. Y mañana, ¿cuántos seremos? Mañana, ¿se sumará usted, o se quedará otra vez agachado? Mañana, ¿usted será actor, o será expectador?
El vídeo, por El Periódico, es de la manifestación de hoy. Algunos medios minimizaron el número de participantes, pero basta con ver los vídeos para darse cuenta de que allí había miles de gentes.