31
Ene 10

Prohibiciones

Se prohibe orinar, tirar basura, amarrar o vender animales porque es lugar privado de la iglesia San Juan Bautista, dice este letrero hallado en San Juan Comalapa.


29
Nov 09

Che Pillín, Che asesino

Ernesto Che Guevara era un asesino y muchos de los que lo celebran prefieren ignorar ese pequeño detalle. Empero, nunca falta quien -con algo de humor- ponga en su lugar a aquel personaje que hizo tanto daño en su momento, y que lo sigue haciendo, principalmente entre jóvenes.

Este graffiti se halla en la esquina de la 12 avenida y 15 calle de la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

22
Jun 09

…¿y si sólo leyera pintas?

¡Hijos!, y si sólo leyera pintas, en vez de diarios, ¿con qué me encontraría? Con pintas como esta y con consignas seteneteras. Pero yo la tengo contra las pintas porque desde chiquito sabía que quien pinta pared y mesa, demuestra su bajeza.

Además, si no leyera diarios, cómo me enteraría -en un sólo paquete- de donde es que hay las ofertas que me convienen, a qué deudos debería irles a dar el pésame, quiénes de mis amigos talentosos están ganando premios, o participando en exposiciones y cosas así.
Los diarios, además, tienen para mí un gusto especial. Me place, de sobremanera, desayunar mientras los leo. Ahora ya sólo estoy suscrito a uno (porque hay que reducir costos) y los otros les echo un ojo en la Web antes de ir a la oficina, para luego leerlos allá. Pero me resisto a dejarlos todos de una sola vez porque medisfruto mucho mi café con leche, mis panes de manteca, mis frijoles y mis huevos acompañados por el sonido de las páginas de un diario y por el placer de leer en papel. Y…es que a mí me gusta leer en papel.
Admitirá usted que no es lo mismo desayunar mientras uno lee pintas, que hacerlo con un periódico a la mano.
De todos modos y desde siempre, los chapines la han tenido con los diarios. Ahora no me crea; pero seguramente fue en alguna obra de Pepe Milla que leí que ya en el siglo XIX los guatemaltecos eramos muy tacaños con los diarios; y el célebre costumbrista contaba que era común que en una manzana uno de los vecinos estuviera suscrito a un diario y que todos los demás lo leyeran por turnos.
Leo diarios, con regularidad, dede que tenía unos ocho años. Pero ya antes estaba familiarizado con ellos. Recuerdo muy bien cuando tenía cerca de seis y mi abuelito Jorge me leía las tiras cómicas de no recuerdo si de El Imparcial, o de La Hora. El primero me incomodaba mucho porque era tamaño estándar; y recuerdo que mi padre trató de enseñarme a doblarlo como lo doblaban en el metro de Nueva York, según él para que yo lo pudiera leer con comodidad.
En casa de mis padres siempre se recibían dos diarios y en ellos fui descubriendo a los columnistas favoritos de mi niñez: Antonio Nájera, Jim Bishop, Guzmán de Alfarache, y Manuel José Arce. Y también tiras cómicas como El fantasma, Mandrake, Ojo Rojo, El príncipe Valiente, y otras.
Con un diario, mi abuela, Frances me enseñó a hacer crucigramas y mi tío Freddy me enseñó los rudimentos del ajedréz. Y resulté mucho mejor para los primeros que para el segundo.
Con un diario les enseñamos a Simón, a Manix y a la Panchita -los mejores perros del universo mundo- a no ensuciar la casa.
En un diario crecí, y en otro crecí más. En un diario ví la foto de mi nana, Elena, cuando era llevada por unos policías luego de una riña en una cantina (¿o me lo imaginé?); en diarios envuelvo mi vida cuando tengo que mudarme de un lugar a otro; y con un diario espantaré a los gusanos durante mi último viaje.
La verdad sea dicha, no cambio los diarios por las pintas.

22
Jun 09

…¿y si sólo leyera pintas?

¡Hijos!, y si sólo leyera pintas, en vez de diarios, ¿con qué me encontraría? Con pintas como esta y con consignas seteneteras. Pero yo la tengo contra las pintas porque desde chiquito sabía que quien pinta pared y mesa, demuestra su bajeza.

Además, si no leyera diarios, cómo me enteraría -en un sólo paquete- de donde es que hay las ofertas que me convienen, a qué deudos debería irles a dar el pésame, quiénes de mis amigos talentosos están ganando premios, o participando en exposiciones y cosas así.
Los diarios, además, tienen para mí un gusto especial. Me place, de sobremanera, desayunar mientras los leo. Ahora ya sólo estoy suscrito a uno (porque hay que reducir costos) y los otros les echo un ojo en la Web antes de ir a la oficina, para luego leerlos allá. Pero me resisto a dejarlos todos de una sola vez porque medisfruto mucho mi café con leche, mis panes de manteca, mis frijoles y mis huevos acompañados por el sonido de las páginas de un diario y por el placer de leer en papel. Y…es que a mí me gusta leer en papel.
Admitirá usted que no es lo mismo desayunar mientras uno lee pintas, que hacerlo con un periódico a la mano.
De todos modos y desde siempre, los chapines la han tenido con los diarios. Ahora no me crea; pero seguramente fue en alguna obra de Pepe Milla que leí que ya en el siglo XIX los guatemaltecos eramos muy tacaños con los diarios; y el célebre costumbrista contaba que era común que en una manzana uno de los vecinos estuviera suscrito a un diario y que todos los demás lo leyeran por turnos.
Leo diarios, con regularidad, dede que tenía unos ocho años. Pero ya antes estaba familiarizado con ellos. Recuerdo muy bien cuando tenía cerca de seis y mi abuelito Jorge me leía las tiras cómicas de no recuerdo si de El Imparcial, o de La Hora. El primero me incomodaba mucho porque era tamaño estándar; y recuerdo que mi padre trató de enseñarme a doblarlo como lo doblaban en el metro de Nueva York, según él para que yo lo pudiera leer con comodidad.
En casa de mis padres siempre se recibían dos diarios y en ellos fui descubriendo a los columnistas favoritos de mi niñez: Antonio Nájera, Jim Bishop, Guzmán de Alfarache, y Manuel José Arce. Y también tiras cómicas como El fantasma, Mandrake, Ojo Rojo, El príncipe Valiente, y otras.
Con un diario, mi abuela, Frances me enseñó a hacer crucigramas y mi tío Freddy me enseñó los rudimentos del ajedréz. Y resulté mucho mejor para los primeros que para el segundo.
Con un diario les enseñamos a Simón, a Manix y a la Panchita -los mejores perros del universo mundo- a no ensuciar la casa.
En un diario crecí, y en otro crecí más. En un diario ví la foto de mi nana, Elena, cuando era llevada por unos policías luego de una riña en una cantina (¿o me lo imaginé?); en diarios envuelvo mi vida cuando tengo que mudarme de un lugar a otro; y con un diario espantaré a los gusanos durante mi último viaje.
La verdad sea dicha, no cambio los diarios por las pintas.

25
Oct 08

Letreros urbanos

Los letreros y rótulos nunca dejan de sorprender. La foto es gracias a mi cuate Raúl y su móvil.


07
Oct 08

¡¿En qué mundo vivimos?!

Cuando yo era niño, así aprendí a montar bicicleta: Mis cuates me encaramaron en la cicle y me dejaron ir por la bajada que hay entre el acceso al Hotel Tzanjuyú y lo que entonces era la gasolinera Gulf que estaba en la entrada de Panajachel. Aunque la carretera estaba asfaltada, la calle que me recibía, frente a la Gulf, era de puras piedras y tierra. No me dejaron ir una vez…sino varias…las que fueron necearias para que yo aprendiera a sostenerme.

Así aprendía uno las cosas; y uno barranqueaba, y uno tomaba agua de la manguera del jardín. En todo eso he pensado cuando leí la advertencia que encontré en mi bicicleta:

No monte esta bicicleta hasta que haya leído y entendido exaustivamente el manual de propietario.

¡Chispas!, me dije; ¿en qué mundo vivimos y qué clase de gente somos? Nótese que no basta con leer y endender el manual; sino que hay que hacerlo exaustivamente. Yo, que no leo el manual de mi compu y que aprendía montar cicle a fuerza de trancazos y raspones en calle de piedras, me pregundo ¿qué clase de gente estamos criando, que necesita leer y entender exaustivamente el manual de una bicicleta? ¿Qué clase de gente estamos criando, que el fabricante de bicicletas tiene que poner semejante advertencia en su producto?


04
Oct 08

Letreros urbanos: con una estrella en el diente

Este anuncio se halla en San Juan Sacatepéquez; y me gusta por la estrella de oro en los dientes. Ponerse dientres de oro, o colocar una estrella en la dentadura, es costumbre entre algunos chapines.

Claro que la de ponerse coronas del metal auro no es una costumbre exclusivamente guatemalteca; pero los antiguos mayas se limaban la dentadura para darle formas caprichosas; también se ponían jade en los dientes. Yo supongo que -localmente- la costumbre actual de ponerse oro tiene que ver con aquella práctica ancestral. Y seguramente algún lector podrá ilustrarnos al respecto. ¿Es una señal de estátus, o un recurso de estética?

“Los dientes postizos de oro van en camino de desaparecer en Asia Central, donde han sido hasta hace poco un símbolo de riqueza y también parte de la dote de las novias. El presidente de Tayikistán, Ejmomalí Rajmónov, ha tomado medidas para restringir el uso de las brillantes piezas, sin llegar tan lejos como su colega de Turkmenistán, Saparmurat Niyázov. Este dictador centroasiático prohibió los dientes de oro, aunque gusta de darles un aspecto dorado a las numerosas estatuas que manda construir en honor de su propia persona.”, según un reporte de El País.com


04
Oct 08

Anuncios urbanos: la dama de concreto

Este dibujo, hecho en concreto, se halla en una de las banquetas de la Calle Real de la Villa de Guadalupe.


01
Sep 08

Anuncios urbanos

Si uno vive suficiente…ve de todo: Reconstrucción de himen (virginidad) No importa si ya tuvo bebés.


19
Ago 08

Anuncios urbanos 2

El día que publiqué la primera versión de Anuncios urbanos, Espyder comentó que me faltaba el de las enfermedades venéreas; y bueno…ya lo encontré.