Anticipándose a una demanda por paternidad irresponsable, el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, admitió que
tuvo un hijo, mientras era obispo católico; este escándalo se suma al recientemente enfrentado, en México, por los Legionarios de Cristo, organización
afectada por luchas de poder internas y por el legado de su fundador, Marcial Maciel, que presuntamente estaba involucrado en abuso de niños. Y en Perú, por ejemplo, el Sodalicio es cuestionado por sus métodos
poco éticos de captación de adeptos.
Aquí en Guatemala, la de monseñores que son papás, no es historia nueva y si uno de los casos más trascendentales para la vida pública del país es el que se relata en el libro
Quién mató al Obispo, por Maite Rico y Bertrand de la Grange que, si usted no ha leído, se lo recomiendo mucho.