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Sep 12

“Lecciones de Kei” en “Así es la vida”

A finales de agosto te recomendé Lecciones de Kei, ¿te acuerdas? Ahora- en la radiorevista de opinion, Así es la vida- está disponible una entrevista con el autor de ese libro hermoso y su esposa…los padres de Kei.  Haz clic aquí para escuchar la conversación y preparate para una avalancha de emociones.

El libro puedes encargarlo aquí.


24
Ago 12

Lecciones de Kei

Penetrar en la intimidad de una familia que sufre y se debate en intensos dilemas puede ser arriesgado y atemorizante. Puede dar pena ser inoportuno, inapropiadamente curioso, o tocar algo que es venerable.

En Lecciones de Kei, sin embargo, Edgar Urrutia la hace de generoso cicerone para conducirnos por la tragedia que él, su esposa Margarita, sus otros dos hijos y sus familias vivieron como consecuencia de la enfermedad y fallecimiento de su hijo Jóse o Kei, de quince años. Nos conduce por el camino doloroso; pero también nos comparte lecciones y nos deja con esperanza.

El año pasado, Kei murió de un cáncer cerebral que les dá a mayores de 50 años y la posibilidad de que un chico de 14 años lo padezca es de 0.0000012 por ciento.

¿Quiénes deberían leer Lecciones de Kei? Aquellos que están pasando por algo parecido; los que ya pasaron por algo similar; y los que, por nuestra condición humana, somos vulnerables a pasar por algo así. ¿Quién no ha llorado porque se le muere alguien a quien adora? De todas las posibilidades, ¿habrá algo más aterrador que ver morir a un hijo?

En el libro, hay un párrafo con el cual no pude contenerme. En él, Edgar le pregunta a Kei: ¿Te puedo abrazar y acariciar?; y el chico le respondió sí podés. Quise pedirle permiso, explica Edgar para que sintiera el respeto y la admiración que le tenía; el amor de padre que le profesaba. Lo abracé mientras él colocó su cabeza en mi hombro. Le acaricié su pelo, sus brazos; lo apreté suavemente contra mí; quise sentir su presencia, su olor, grabar cada parte de él en mí. Nos quedamos en silencio, escuchando caer la lluvia, mientras intentábamos capturar una parte de la esencia de la vida.

Edgar llama a su hijo, Mi Kei. Y cada vez que lo hace, el lector percibe el amor profundo que hay entre padres e hijos. Entre un padre y su hijo. Entre ese padre, y ese hijo.

Kei trascendió y su recuerdo se halla en árboles que tenían significado para él y su familia. Y Edgar escribió este libro para ayudar a otros, para ayudarse y para proveer de fondos a una Fundación que se ocupe de hacer realidad los sueños de niños y adolecentes en fase terminal. Si quieres saber algo más, u obtener el libro, recomiendo que visites leccionesdekei.com. ¡Carpe diem!

Esta columna fue publicada por El Periódico.