¿A usted le extrañó que 48% de los participantes en una consulta de
Prensa Libre esté de acuerdo con la prohibición de que dos personas se conduzcan en una moto? ¿Le extrañó que 49% de los participantes esté de acuerdo con que se limite el número de pasajeros que viajan en esos vehículos? A mí no me extrañó, pero me decepcionó.
Cada vez me convenzo más de que la sociedad guatemalteca es una de ovejas; y que cada vez los chapines son más súbditos, que ciudadanos.
A mí me resulta obvio que este es un caso más en el que las personas prefieren perder su libertad, a cambio de percibir más orden y seguridad; y me parece un caso más en el que las personas, confían ciegamente en las decisiones de los mismos políticos a los que constantemetne critican por ineptos y por venales.
La libertad, claro, no se pierde de zopetón; sino que se va perdiendo poco a poco y por eso es que su precio es la eterna vigilancia. Se pierde de a poquitos cuando permitimos que quienes ejercen el poder regulen lo que comemos y lo que tomamos, cuando permitimos que regulen cómo viajamos y los contratos en los que nos comprometemos. La perdemos cuando permitímos que se nos robe para reasignar el fruto de nuestro trabajo a intereses que no compartimos. La perdemos cuando nos acostmbramos a vivir por permisos, y no por derechos.
Y como la libertad se pierde pulgada a pulgada, la mayor parte de la gente no se da cuenta de dicha pérdida; o piensa que no vale la pena defender cada una de aquellas pulgadas.
Cual ovejas temerosas, muchos chapines acceden no sólo a perder su libertad; sino que -peor aún- no ven nada malo en que otras personas sean sacrificadas. Yo diría que no falta quien piense que no importa que se frieguen los que necesitan y tienen derecho a andar en moto, total, lo que importa es que parezca que algo se está haciendo para detener la criminalidad.
Y digo que parezca, porque eso de las prohibiciones para las motos es
humo y espejos. De hecho, hoy leemos que ¡en plena vigencia de la prohibición abusiva! el industrial Khalil Musa y su hija Marjorie, fueron
asesinados…adivine usted:
por dos, o más personas que se conducían en una motocicleta. De hecho, también Kevin Castellanos, un jóven de 18 años, fueabatido de 2 balazos en la zona 1,
por dos hombres que lo seguían en moto. Esta nota está en la página 7 de
Siglo Veintiuno de hoy, pero no la encontré en su sitio Web.
¡Si el problema no son las motos!, ni que vayan dos, o tres en cada uno de esos vehículos. ¡El problema es la impunidad. ¿Cuántos policías nacionales y municipales dejaron pasar ayer a los asesinos de los Musa y de Castellanos? ¿Cuántos policías nacionales y municipales dispusieron arbitrariamente que no valía la pena aplicar la normativa vigente? ¿Serían policías los de las motos? Yo sólo pregunto…por si acaso.
Ya lo dijeron los colombianos que tanto
alaban la prohibición: para que funcione, se debe acompañar de más presencia policial y de controles de tránsito. Leo que el Congreso tipificó el delito de plagio rápido y que elevó la pena para el delito de extorsión. Y ya me imagino a los delincuentes medio muertos de risa. ¿De qué sirve tipificar delito tras delito, y subir las penas hasta el infinito si no hay quién persiga a los delincuentes, ni quién aplique las penas, ni dónde purgarlas. ¡
It´s the impunity, stupid! Ya ve usted que hay pena de muerte para los secuestradores…y ¿adivine cuántos de esos delincuentes han enfrentado la responsabilidad de sus acciones y las consecuencias penales de las mismas?
Niente.
La abusiva y fascistoide decisión de la administración socialdemócrata perjudica a miles de guatemaltecos; pero muchos chapines la apoyan. Esta regulación de las motos es un ejemplo de cuando los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales; y un ejemplo de cuando las ovejas y los súbditos reuncian a la libertad.
Y en este ambiente, la administración de Los Colom puede hacer micos y pericos para hacer que parezca que está haciendo algo para detener la delincuencia; pero si sólo sacrifican a la gente y no van a tener las agallas de aplicar ni siquiera este tipo de normativas abusivas, está jugando con fuego. Porque ¡hasta las ovejas y los súbditos!, de vez en cuando, se dan cuenta de que le están dando atol con el dedo. Sobre todo en las urnas electorales y cuando llenan sus declaraciones de impuestos.