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Abr 07

Leche hedionda

Leo que la administración está repartiendo leche ligosa, granulosa y con mal olor como parte del programa Vaso de Leche Escolar, del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación . El caso fue denunciado en Chichipac, Rabinal; pero ¿será un caso aislado? Lo cierto es que es recurrente porque ya ha ocurrido durante tres años seguidos. Esto es lo que escribí, hace exactamente 2 años, sobre ese programa sospechoso.

Leche cortada

¡Pasé una Semana Santa de película!; es decir, viendo películas y comiendo delicias de temporada. Pero eso sí, en una salida al Centro, para ver procesiones, vi las pintas que lo ensucian. En varias se hace referencia al Gobierno “de” los empresarios; frase que me hizo pensar si realmente debería decir Gobierno para los empresarios, o mejor aún, Gobierno “para los empresaurios”.

¿Qué me llevó de la Pasión a aquellas meditaciones mundanas? El que los “empresaurios” lecheros hayan conseguido, del ministro Álvaro Aguilar, la ejecución del Programa Vaso de Leche Escolar. Un ardid populista diseñado para aprovecharse del erario y obtener rentas parasitarias a favor de sí mismos.

Hago aquí una pausa para aclarar que no estoy contra la alimentación de los niños, ni contra la educación; pero sí, ¡y mucho!, contra los privilegios que pretenden los grupos de interés.

Lo que los lecheros “nacionales” quieren es que el Gobierno les compre la leche sólo “a ellos”. De forma excluyente. Por eso es que se anuncia pomposamente que “los lecheros están fortaleciendo sus hatos”. ¡Cómo no, si ya tienen amarrado el negocio!

Otra aclaración importante: no estoy contra los negocios, ni contra los empresarios, ni contra el lucro. Al contrario ¡yo admiro a los empresarios!; pero a los “empresaurios” mercantilistas, no. Desgraciadamente, el Gobierno para los “empresaurios” está alentando a una clase de productores adictos a la teta del erario.

Que no nos extrañe, entonces, que los libreros quieran estar fuera del sistema del IVA. Que no nos parezca raro cuando los arroceros quieran servir arroz con leche en las escuelas, cuando los criadores de cerdos quieran añadirle tocino al desayuno escolar y cuando los productores de maíz amarillo quieran que haya tortillas doradas. ¡Todo sea por los niños!… o por una tajada del presupuesto del Estado.

La transa de los lecheros viene de lejos. En 1999 consiguieron un arancel que los protegía contra los competidores que tenían de Honduras, Costa Rica y Chile. Y allá por diciembre pasado obtuvieron, del presidente Berger, la promesa de darles Q45 millones (que no se invertirían en seguridad y justicia), para subsidiar sus negocios personales.

Lo que me da mala espina es un detalle que muchos no saben. Esto es, que hasta hace poco, la billetera de Óscar Berger contenía un escapulario, su carné del Colegio de Abogados, el del Club Guatemala, el del seguro, tarjetas de crédito, las fotos de rigor y… chanananán: un carné del Consejo Nacional de Fomento Lechero. A ver ¿qué concluye, usted, de esto?

En enero de 2005, los productores guatemaltecos de miel de abejas se vieron enfrentados a una caída pronunciada en el precio de su producto.

Contrario a lo que hacen ahora los “empresaurios”, aquellos empresarios no clamaron en la Prensa por privilegios, monopolios o subsidios.

Tanto Édgar Santizo como Imogen Sieveking hablaron claramente de “mejor administración de sus costos de producción, del manejo técnico de sus colmenas para mejorar la calidad, y de la búsqueda de nuevas opciones para exportar”; así como de “mejorar la calidad de la miel y la productividad de sus colmenas”.

Contraste usted la actitud demagógica y cortoplacista de los lecheros y de los otros “empresaurios” que buscan vivir del tesoro público, con la de los verdaderos empresarios como los de la miel; que en lugar de pedir que el desayuno de arroz con leche, tocino y tortillas sea endulzado con miel blanca, hablan de asumir una actitud emprendedora.

¡Estos son los empresarios de verdad! Estos son “la minoría más perseguida”, de la que hablaba Ayn Rand; porque estos pagan, con el desprestigio del sector empresarial, los platos que ensucian los “empresaurios” buscadores de rentas parasitarias.

¡Por los niños!, ¿qué necesidad hay de fomentar los monopolios y los privilegios? Yo sugiero, humildemente, que para combatir efectivamente la pobreza, el “Gobierno para los empresaurios” se torne en un Gobierno para todos.