La creencia de que los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales es la raíz del conflicto con los pobladores del área de la hidroeléctrica de Chixoy. Es la misma creencia en la que están enraizados otros conflictos como el de la minería.
Si la Constitución, las leyes y quienes las ejecutan respetaran plenamente los derechos de las personas (como su derecho de propiedad aún sobre el subsuelo), no habría tales conflictos. Si la Constitución, las leyes y quienes las ejecutan respetaran plenamente los derechos de las personas, aún frente a los reclamos y las exigencias de la colectividad, de la nación y del estado, no habría tales conflictos.
El caso es que -entre nosotros- prevalece la creencia falsa de que los derechos individuales deben estar sometidos a los intereses de el vecindario, la aldea, el país, el gremio, el sindicato, el gobierno, la nación, la étnia, la iglesia, y cualquier otro grupo que tenga un reclamo, o una demanda.
En una sociedad sana puede que los intereses colectivos prevalezcan sobre los intereses particulares; pero los derechos individuales no deben estar sometidos a los derechos de las personas individuales. En una sociedad sana es inaceptable que se obligue a unos a dejar sus casas y sus tierras, sólo porque otros -que aparentemente son mayoría- las necesitan. Incluso si se acude a procedimientos democráticos. Nadie debería de ser sacado de su casa y de su tierra, sólo porque otros votaron para que así sea.
La foto es por Félix Acajabón, de El periódico.