Los diputados guatemaltecos aprobaron la nueva ley de adopciones. Y al respecto, tengo algunas preguntas:
¿Cómo evitarán, los políticos chapines, que el monopolio que han creado sea diferente al monopolio que tenía Guatel, o al monopolio que tiene el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social?
¿Qué harán para que el Consejo Nacional de Adopciones no sea un foco más de inhumanidad como es el Centro de Atención Médica Integral para Pensionados?
¿Por qué es que los burócratas y políticos que medrarán en el CNA no cometerán las mismas sinvergüenzadas que cometen en el IGSS, en el Crédito Hipotecario Nacional, en las aduanas, o en las compras de medicinas para el Ministerio de Salud, por mencionar sólo unos casos paradigmáticos?
Cuándo dar un hijo no deseado en adopción deje de ser una opción deseable, ¿cuál creen que va a ser la siguiente posibilidad?
Dentro de cinco años, o menos, ¿quién va a tener las agallas de publicar cifras comparativas de, digamos: cuánto se tarda, de verdad, un proceso de adopción; cuánto cuesta en términos reales y en términos de “mordidas”; cuánto ha crecido el número de abortos y cuánto cuesta el CNA por cada niño que logre ser adoptado?
Para ese entonces, los Berger, Rodolfo Quezada, y los embajadores de los Estados Unidos de América, los Países Bajos y España, van a poder tener el sueño tranquilo?
¿Cómo van a ser los hospicios del Estado para los niños no deseados que no sean abortados? ¿Van a ser como el legendario Elisa Martínez? ¿Algún lector tiene idea de cómo era la vida de los niños en ese lugar y en los otros hospicios que estaban a cargo de las “buenas gentes” que dirigían esos lugares espantosos? ¿Van a ser como el “magnífico” hogar que Oscar Berger les dio a los “jóvenes en riesgo” en la Finca Santo Tomás?
¿Por qué es que el monopolio de las adopciones en manos de los burócratas y políticos que siempre criticamos por corruptos e ineptos, es bueno? ¿Le confiaría usted un hijo a esa gente? Para muchos niños cuyo sueño es tener una familia, la esperanza ahora está en manos de esa gente. ¿Qué va a hacer, usted, al respecto?
La foto de la vergüenza es por Erlie Castillo, de Prensa Libre