El dulce de garbanzos es el postre estelar de esta temporada, en Guatemala. A mí me gusta su sabor, que integra muy bien la canela, el azúcar y los garbanzos; pero también me pierdo -como en un sueño- en su color dorado. Los de la foto son los que hicimos ayer, en casa.
Esta es primera vez que lo hacemos, luego de que allá a finales de los años 80 hicimos uno en casa de mi madre. El asunto con este postre es que hay que pelar los garbanzos uno por uno, tarea que consume cerca de dos horas por libra, por persona. El otro asunto es que mi tía abuela, La Mamita -que era la diosa del dulce de garbanzos- nos advertía que estos se podían pasmar si no eran debidamente trasladados de la cocción a la miel. Si los garbanzos se pasmaban, quedaban duros y la miel no les calaba. Así que hacer dulce de garbanzos no es cualquier cosa.
Luego de que falleció La Mamita, mi tío Rony se convirtió en el rey de los garbanzos en dulce. La mera verdad es que los suyos son magníficos y nunca han tenido nada que envidiarle a los de La Mamita, Siempre dorados, siempre calados y siempre clara la miel.
Hoy celebro que los que hicimos en casa siguen la tradición que sembraron La Mamita y Rony; y que, seguramente, viene de mi bisabuela Gilberta de donde venían muchas de las costumbres y comidas que hacía La Mamita.
En a Costa Sur el dulce de garbanzos se llama miel de garbanzos y se prepara con panela, en vez de azúcar. También se le añaden frutas como plátanos y mangos.