Talvez es que soy muy suspicaz; pero cuando lo una noticia como la siguiente, me suena una alarma de alerta. Y dice la noticia en cuestión: Una investigación, realizada por la Asociación Promotora de Combustibles Renovables de Guatemala, indica que este país tiene una capacidad instalada de producción de biodiésel, de 4 mil galones diarios; sin embargo, no se llega a esa cantidad por falta de materia prima y la no utilización de aceite de palma. La directora ejecutiva de la Gremial de Palmicultores de Guatemala señala que no existe el consumo interno de biodiésel.
La señal de alarma es porque no vaya a ser que a alguien se le ocurra que debería haber una ley que obligue a usar aquella capacidad productora; o que obligue a producir las materias primas que necesita la industria del biodiesel. Yo digo que en materia de uso de combustibles (como en otros consumos y decisiones de carácter económico) lo mejor es que los potenciales usuarios decidan voluntaria y libremente sin intervención política y sin leyes que los obliguen a tomar decisiones que no tomarían de otra forma.
Por muy buenas intenciones que haya detrás, no es bueno que productores, o consumidores, usen leyes para garantizarse negocios, bienes, o servicios. Ojalá que nadie esté pensando en cosas así.
Adicionalmente, en Can the World Feed Itself, por Brian M. Carney, encontramos la siguiente advertencia que vale la pena tomar en cuenta: La energía almacenada en un bushel de maíz puede alimentar un automóvil, o una persona. Y cada vez más, gracias a la obligatoriedad y al subsidio que hay en los Estados Unidos para el Etanol, y los incentivos que hay en Europa para los biocombustibles, las cosechas que antes servían para alimento humano o de ganado, ahora son usadas para combustibles. El más reciente estimado del Departamento de Agricultura de los EUA predice que este año, por primera vez, los agricultores estadounidenses cosecharán más maíz para producir etanol, que para producir comida. En Europa en Europa, más del 50% de las cosechas de semillas de colza serán usadas para producir biocombustibles. De acuerdo con el presidente de Nestlé, Peter Barbeck-Letmathe, en el mundo 18% del azúcar está siendo usada para biodiesel.
Por eso es que están caras las tortillas, y ese uso del azúcar sin duda influye en el precio del edulcorante. Si esto no dependiera de aquella obligatoriedad, y de aquellos subsidios, no sería objetable. Empero, uno ve, en esas obligatoriedad y subsidios, las manos de los empresaurios que pudieron conseguir leyes para beneficiarse de ellas.