Las autoridades monetarias chapinas dicen que “uno de los factores que está apreciando el quetzal es la baja ejecución presupuestaria del gobierno, que causa una estrechez de liquidez o falta de dinero en circulación en la economía”. Para moderar la apreciación del quetzal (y subsidiar a los exportadores y a ciertos comerciantes) el Banco de Guatemala ha comprado unos $112 millones en el mercado interbancario; pero, al comprar aquellas divisas, el Banguat inyecta quetzales a la economía (¿esos quetzales que la administración socialdemócrata no está inyectando por la vía de la ejecución?).
Luego, mediante operaciones de mercado abierto y para controlar la inflación, el Banguat tiene que retirar esos quetzales que inyectó mediante operaciones cambiarias (¿y que debería haber inyectado la administración mediante el gasto público?). Estas operaciones elevan las tasas de interés en perjuicio de las inversiones de capital y de los que están pagando su casa, entre otros. Y hacen crecer lo que se conoce como La bomba monetaria.
¿Total? La arrogancia de las autoridades monetarias y de la administración nos ha llevado a este laberinto de despropósitos y de desatinos. ¿Dónde está el sentido común?