El presidente Alvaro Santa Clos Colom aseguró que las dos últimas administraciones, presididas por Alfonso Portillo y Oscar Berger planificaron la entrega del país a los narcotraficantes. No puedo decirle si fueron los presidentes o los ministros, pero sí que hubo una planificación acordada entre la mafia y sus conexiones en los respectivos Gobiernos. El mejor ejemplo es lo que ocurrió aquí, en el departamento de Petén. Los 12 destacamentos militares fueron desmantelados o enviados a la frontera con Belice para permitir el paso seguro de la droga hacia México, explicó Colom.
Efectivamente, en abril de 2004 el presidente Oscar Berger anunció una drástica reducción en las fuerzas militares para ahorrar recursos y cumplir con el largamente aplazado compromiso de reestructurar el Ejército incluido en los acuerdos de paz auspiciados por la comunidad internacional. Al presentar el programa ente diplomáticos y militares, Berger dijo que se trata de un cambio en la existencia nacional.
Así mismo, en 2002, El presidente, Alfonso Portillo, anunció la reducción del Ejército en unos 6,000 efectivos, un 20 por ciento del total de las Fuerzas Armadas, disminución contemplada en los acuerdos de pacificación, firmados entre la guerrilla y el gobierno de Alvaro Arzú, en 1996.
Yo no voy a defender a aquel inútil y a este sinvergüenza; pero si la hipótesis de Santa Clos es cierta, quienes estuvieron detrás de la reducción del ejército fueron la exguerrilla, Arzú, y los países amigos. Y yo creo que cerca del fin de su fracasada administración, lo que Colom está haciendo es zafar bulto y echarles la culpa a los otros ñaques.
De todos modos, la guerra perdida contra las drogas no es cuestión de cuántos soldados tenemos. Estados Unidos de América, que tiene posiblemente el ejército mas profesional y bien armado del mundo, ¡de todo el mundo!, no puede contra los narcos. México, que tiene un ejército bastante más nutrido que el humillado ejército guatemalteco, tampoco puede contra los narcos.
Lo cierto es que, como explicó hace poco Robert Higgs, del Independent Institute, el tráfico de drogas es una consecuencia de la ilegalidad en varias partes del mundo, pero principalmente de Estados Unidos. Esto crea una gran demanda que está insatisfecha, y que no puede satisfacerse legalmente. Esto provoca que el precio sea alto, atrae a gente que está dispuesta a romper la ley, y es donde se forman los carteles. Si se legalizaran, los precios tomarían niveles normales y el problema de la violencia y del combate contra los carteles desaparecería.
Ahora, los guatemalecos estamos poniendo los muertos de una guerra que no es nuestra. Y lo peor que puede hacer el Presidente es la del avestruz. Es decir, enterrar la cabeza en la arena, echarle la culpa a otros y abdicar de su responsabilidad.
Si hace tres años se hubiera rehusado a seguir con la guerra perdida contra las drogas, la violencia causada por la prohibición no estaría manchando la historia de su administración. Pero claro, ¿qué es una mancha para el tigre…aunque sean manchas de sangre?
Los muertos de ahora son suyos, don Alvaro. Y si fuera cierto que los muertos de hoy son responsabilidad de sus antecesores; entonces los muertos de 2015 y 2020 serán responsabilidad suya, también…si usted sigue involucrando a los guatemaltecos en esta guerra absurda.
¿Qué es lo que nos espera si usted sigue necio? Carroll de Rodríguez nos da hoy un vistazo: En México, las nercumuertes subieron de 2221 en 2006, subieron a 15273 en 2010, incluyendo niños y mujeres. Hasta abril de 2011, los mexicanos lamentan la pérdida de casi 40 mil personas producto de su involucramiento en la guerra perdida contra las drogas. Murieron 12,913 civiles menos, en la guerra de Iraq, que en la guerra que se tiene México. De ahí que el expresidente Vicente Fox, así como otros exmandatarios latinoamericanos, están tomando en consideración la legalización de las drogas.
Si yo fuera usted, sería menos servil y atendería los consejos de Higgs; además de leer algo sobre la verdadera naturaleza de esta guerra, en elcato.org
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