Oro para Adriana Ruano

 

Yo, que soy llorón de películas… y te recomiendo mucho Blue Bayou…, el miércoles descubrí que también soy llorón de Olimpiadas. ¿Sabes? Cuando vi que le ponían la medalla de oro a Adriana Ruano -y sonó el Himno Nacional de Guatemala en el Centro de Tiro Chaterauroux- se me metieron basuritas en los ojos.

Adriana Ruano ganó una medalla de oro olímpica. La ilustración la tomé de X.

No porque sintiera que ganamos una medalla de oro, ni porque sintiera que Guatemala obtuvo un primer lugar de una forma colectivista; sino porque son fascinantemente admirables las personas que tienen propósitos bien claros y ejercen todas las virtudes necesarias para alcanzarlos. Una medalla olímpica -e incluso una participación en los Juegos Olímpicos, aunque no incluya presea- merece todo respeto, y aplauso si esa participación es virtuosa.

Ya Jean Pierre Brol había obtenido una medalla de bronce y eso había sido emocionante; pero ¿cómo no?, el oro y el Himno tienen significados muy profundos. Es muy humano compartir la felicidad de otros; y más aún si es la felicidad del prójimo (y prójimo viene de próximo).

Jean Pierre Brol obtuvo una medalla de bronce. La ilustración la tomé de X.

La virtud del orgullo y el valor de la autoestima son celebrados de forma personalísima en los Juegos Olímpicos por los atletas que participan; pero, por medio de la virtud de la empatía (la simpatía en términos smithianos), los mortales podemos ser partícipes de la alegría (sin decir Aramos, como le dijo la mosca al buey). A modo de experimento, hubiera sido interesante que los olímpicos guatemaltecos hubieran participado sin bandera y sin himno (por los líos del COG). Estoy seguro de que los chapines hubiéramos apoyado y celebrado las participaciones y éxitos de los atletas de Guatemala, aun sin aquellos símbolos que aportan cierto sentido de pertenencia; pero que grupos políticos interesados tratan de estatizar de forma inescrupulosa.

Cuando uno ve a los atletas ganadores en los podios recibiendo sus medallas, no es difícil comprender el valor de los ideales olímpicos. Valores asfixiados por la cultura woke que, injusta y absurdamente, se burla de ellos en casos como el de la boxeadora Angela Carini (por ejemplo), heroína olímpica que debe ser desagraviada tan pronto como sea posible. No sólo por ella, que ya es bastante y suficiente, sino por los mismísimos Juegos Olímpicos y su futuro incierto.

Los Juegos Olímpicos, ¿sobrevirirán a la cultura woke? La ilustración la tomé de X.

De vuelta a Adriana Ruano, ¡Chapó! Yo no conocía su historia de vida; no sabía que siempre quiso participar en las Olimpiadas, que había sido voluntaria, que había sido atleta y se había lesionado; y que nunca abandonó su propósito (¿viste que no dije sueño?), sino que perseveró y lo consiguió en otra disciplina. Adriana Ruano, además, es graduada de la UFM y uno no puede sino alegrarse cuando los alumni tocan las estrellas.

Jean Pierre Brol y Adriana Ruano serán fuente de inspiración para quién sabe cuántos jóvenes deportistas guatemaltecos. Ya tengo ganas de irme a parar a alguna calle y verlos pasar cuando vuelvan… y llevaré anteojos oscuros por si hay basuritas en el viento.

Finalmente, celebro que numerosos negocios chapines les ofrezcan premios y cortesías a los campeones; porque -con sus virtudes en pos de sus propósitos- nos están dando alegría a los guatemaltecos y nos unen más allá de las diferencias que nos enfrentan (muchas veces de más).

Columna publicada en República.

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