Leer por goce es un acto de consumo capitalista, dijo Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, en México. ¡¿Vas a creer?!
Cuando uno cree que ya vió todo un burócrata de nombre Marx (por si no habías notado ese detalle) sale con algo así.
Arriaga añadió que dijo que quienes leen por diversión lo hacen porque el mercado pretende generar en ellos ideas de consumo; y que, por lo tanto, son personas automatizadas que no cuestionan su entorno.
El funcionario criticó que la lectura divirtiera a las personas porque las ayude a salirse de su realidad y las hiciera sonreír.
Siempre entendiendo que no se trata de leer por leer, sino asumiendo que el acto de lectura es un compromiso y genera un vínculo con el texto y el autor, y en la medida que se asume este ejercicio como algo que fomenta las relaciones sociales en donde no se trata de un acto individualista de goce, sino un análisis profundo sobre las semejanzas y diferencias con los demás, se estará formando a sujetos críticos que busquen la emancipación de sus pueblos, explicó.
¿Hay progres de por aquí que comparten esas ideas?
En contraste con el disparate de Marx…Arriaga…Jorge Luis Borges era de la opinión de que la lectura debe ser una forma de felicidad.
Coincido con Borges. Desde siempre, desde que no sabía leer y sólo veía las fotos en revistas y en enciclopedias; desde que admiraba a mi padre que leía en las tardes; desde que exploraba la biblioteca de mi abuela; desde siempre, para mí la lectura ha sido motivo de felicidad. ¿Y para ti?
Con respecto al goce (joy, o happiness), Ayn Rand escribió que es el estado de vida exitoso, el dolor es un agente de muerte. La felicidad es ese estado de conciencia que procede del logro de los valores propios. Una moral que se atreve a decirte que encuentres la felicidad en la renuncia a tu felicidad, que valore el fracaso de tus valores, es una negación insolente de la moral. Una doctrina que te da, como ideal, el papel de un animal de sacrificio que busca el matadero en los altares de otros, te está dando la muerte como estándar. Por la gracia de la realidad y la naturaleza de la vida, el hombre —todo hombre— es un fin en sí mismo, existe por sí mismo, y el logro de su propia felicidad es su propósito moral más elevado.
No sorprende, entonces, que en algún punto del espectro ético y político haya personas que crean que el goce, la alegría, e incluso la felicidad, sean ajenas al colectivismo y al misticismo, como son propias del individualismo y del capitalismo.
En La mentalidad anticapitalista, Ludwig von Mises advirtió sobre intelectuales del tipo de Arriaga.