Quienes han gritado fraude sin tener pruebas serán denunciados en lo penal, advirtió el Vocal III del Tribunal Supremo Electoral; ¡Y que vocación totalitaria tiene esa gente! ¡Que gusto por la mordaza!
Me cuento entre los que sospechan que lo que ha habido en este proceso electoral es ineptitudes y chambonadas en cantidades industriales; sin descontar que desde el inicio del proceso hubo una manipulación institucional y legislativa grosera e intencional para favorecer a la candidata consentida: Sandra Torres. Y sostengo que eso que se conoce como fraude, no hubo. Los chapines nos dejamos dar atol con el dedo por parte de la CICIG y de los otros patrocinadores de la legislación electoral -en inglés- es lo que ocurrió. Y el atol nos lo tragamos a pesar de las advertencias que hicimos muchos a tiempo.
Dicho lo anterior, no está de más recordarle al Vocal y a sus colegas integrantes del TSE, que según el artículo 35 de la Constitución es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna; y que no constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos.
La desesperación es mala consejera…y algunos asesores, también; y va a ser de película si se atreven a hacer la primera detención.
Tal vez los señores magistrados deberían leer El principito: La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables. Si yo ordenara a un general convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la culpa del general. Sería mi culpa. El monarca sólo ordenaba puestas de Sol, a la hora de la puesta del Sol.