La película Primera plana o Spotlight -que está ahora en Netflix- hay que verla por tres buenos motivos. Muestra un ejercicio ejemplar del periodismo, es una lica buenísima y te acerca a los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes, un fenómeno al que, por aquí, no se le pone mucha atención.
En 2015 la peli ganó el Oscar a la mejor película y cuenta la historia de cómo fue que la unidad de investigación del diario Boston Globe llamada Spotlight desenmascaró un escándalo en el que la iglesia católica de Massachussets ocultaba docenas de abusos sexuales cometidos por curas en Boston. Por estos reportajes, el Boston Globe ganó un Premio Pulitzer en 2013. Radio Vaticano la calificó como honesta y convincente.
Aparte de aquello, la peli consigue retratar -y lo consigue muy bien- ese periodismo profesional que busca la verdad, verifica fuentes y no está satisfecho hasta que no tiene los pelos de la burra en la mano. Ese periodismo que no confunde venganza con justicia, y ese que no confunde el activismo con la búsqueda de la verdad. Ese que sabe que más importante que parecer justiciero es ser objetivo.
La peli es oportuna porque, próximamente, miembros del comité permanente de la Conferencia Episcopal de Chile se reunirán con Jorge Bergoglio para hablar sobre el camino recorrido, luego de la renuncia de 34 obispos chilenos -el año pasado- a causa de abusos sexuales cometidos por religiosos.