La llamada regla monetaria del Banco de Guatemala es un procedimiento que, basado en normas explícitas, transparentes y comprensibles -sin discrecionalidad- le permiten al Banguat participar en la compra-venta de divisas para intervenir en el mercado de aquellas y modificar el precio del dólar, por ejemplo.
Como toda intervención de estado en los mercados, esta es de carácter político; pero si hemos de buscarle una ventaja, está la de que no es discresional. El miércoles, la Junta Monetaria no se atrevió a modificar aquella regla; pero le jugó la vuelta. Las autoridades monetarias resolvieron que el Banguat emitirá Certificados de Depósito a Plazos, en dólares para que el quetzal no se siga apreciando frente a aquella divisa.
El banco central tiene facultades legales para hacer eso; pero está jugando con fuego porque le ha abierto la puerta a la arbitrariedad. ¿A quiénes sirve esta decisión tan aventurada, tan arriesgada?
Al vender los CDP recogerá dólares del mercado y elevará su precio. Como el Banguat no emite dólares, es evidente que tendrá que comprarlos para pagar los intereses de los CDP y para redimirlos. Estas compras elevarán el precio de los dólares. La mano de los exportadores -por medio de sus amigos en el gabinete y en la Junta Monetaria- ¿es la mano invisible en esta medida?
La venta de CDP es peligrosa porque le ha abierto la puerta a la arbitrariedad en un área donde -desde hace añales- había sido eliminada. Todos perdemos con esta movida. Pero también es peligrosa porque el endeudamiento en dólares y la venta de papeles por parte del banco central hace crecer la bomba monetaria ya que las pérdidas cuasifiscales del Banguat siguen sin ser reconocidas y sólo se están acumulando.
Si eres visitante frecuente de este espacio, sabes que la intervención política de los precios en el mercado es una forma de censura. Esto es porque los precios son mensajeros que llevan y traen información sobre la escasez y abundancia de recursos. Esta información es usada por los actores económicos para tomar decisiones económicas sobre dónde colocar, o donde no colocar sus recursos. Si esa información está alterada -por la política al servicio de intereses particulares- todos perdemos.