Tres guatemaltecos forman parte del grupo de 16 dirigentes o exdirigentes del fútbol latinoamericano acusados en los Estados Unidos de América por corrupción en aquel deporte. Los encartados son Héctor Trujillo, secretario de la Federación Nacional de Fútbol y magistrado suplente de la Corte de Constitucionalidad; y los otros dos son Brayan Jiménez y Rafael Salguero. Sin embargo, para este último, aunque fue mencionado por la fiscal Loretta Lynch, no hay solicitud de extradición. Trujillo ya fue capturado y Jiménez está prófugo.
Hay mucha candidez alrededor del deporte estatal (en todo el mundo), como la hay alrededor del arte estatal y de cualquier otra actividad en la que estén involucradas la coerción, la arbitrariedad y el dinero ajeno abundante. Así es en salud, en educación, en seguridad social, en ambientalismo, en aduanas, en transporte, en agricultura, en comunicaciones, en seguridad, y en docenas y docenas de actividades que están en manos de políticos y burócratas. ¿Por qué iba a ser diferente el deporte?
¿Cómo funciona el bisne en el fútbol?
Los encartados usaban su influencia y su capacidad de decisión -a cambio de sobornos- para favorecer a una empresa que se dedica a la transmisión y mercadeo de juegos de fútbol. Los sobornos variaban entre los US$20,000 y US$300,000 porque según era el sapo, así era la pedrada. Para lavar el dinero de los sobornos, los dirigentes acusados usaron bancos de los Estados Unidos y esa fue su perdición. Si todo se hubiera quedado en casa, ¿habría perseguidos y capturados?
¿Por qué ocurren este tipo de cosas? Porque se puede. Porque las federaciones de fútbol (y de otros deportes) operan con dinero ajeno tomado por la fuerza por medio del poder de políticos y burócratas; dinero que, como es de todos, no es de nadie. Dinero que está allí, en abundancia, para ser usado de forma antojadiza por quienes tienen el suficiente poder e influencia como para tener acceso a él. No es dinero privado, sino público. La teoría del análisis económico de las decisiones públicas arroja luz para aquellos que no pueden pensar que en el deporte (Mens sana in corpore sano), haya lugar para la misma podredumbre que abunda en otras actividades de tipo políticas. No porque la política sea intrínsecamente sucia, sino porque tiene que ver con el uso de la fuerza, y porque para quienes la idealizan es muy difícil ver que los políticos y burócratas responden a sus propios intereses…como el resto de personas.
¿Cómo se resolvería, de fondo, el asunto?
Como se resuelven este tipo de cosas: sacando al deporte de la esfera pública, que es la esfera coercitiva de las actividades humanas; y devolviéndolo a la esfera privada, que es la esfera voluntaria, pacífica y contractual de las actividades humanas.
Foto por Christopher Bruno (CC BY-SA 2.5-2.0-1.0 ), via Wikimedia Commons
Y al igual que con el arte, no faltará quien pregone la importancia del deporte, como si algún país ha mejorado a travez del deporte. Lo contrario es la norma, cuando en un país hay riqueza, las personas financian el deporte libremente.