¡Mira que barba! Es como de película. A mí se me imaginó uno de aquellos rusos que, en tiempos de Pedro I, tuvo que poner sus barbas en remojo.
Mi padre se dejaba la barba de cuando en cuando; pero no la dejaba crecer tanto y, aunque era buena barba, no creo que le hubiera crecido como la del personaje de la foto. Yo me dejé crecer la barba un par de veces en los 80; y aunque no crecía mal, estaba muy lejos de parecerse a las legendarias barbas del profeta.
La foto la tomé en el Parque Central de La Antigua.