Alcalde Quiñonez: ¿Qué cree que le diría el difunto Alvaro Arzú, si viera como tiene la ciudad? Me refiero a que está toda llena de grafitis y a la gente que acampa en lugares como el Portal del Comercio?
Lo del portal es ominoso porque Arzú dejó ese espacio chulo, limpio e iluminado; y ahora hiede y es imposible pasar por ahí. Las acampadas también pueden ser vistas en el Parque Centenario, en la Plaza de la Constitución y en el viejo edificio del Banco Metropolitano en la Quinta avenida y Séptima calle. En un descuido, por el área parece que se escuchara ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre!
El adefesio que construyó en el Parque Centenario terminó siendo destrozado.
Por cierto, ¿usted sabe quiénes son responsables de que, a estas alturas, no se haya reparado el monumento a José María Reina Barrios, que también fue destruido por orcos?
Los grafitis se han multiplicado tanto que están presentes doquiera parte. No son obras de arte, ¿ya los vio?, en la mayoría de los casos son sólo garabatos y productos de sueños ácidos.
Me quejo porque tengo la dicha de mostrarles Guatemala a personas que nos visitan del extranjero. En general, esos visitantes de maravillan de lo verde y limpia que es la ciudad; y de que es un catálogo vivo de arquitectura y urbanismo. Y a mí me alegra mucho de compartir eso con las personas a las que acompaño.
El problema es que, al ritmo que va el deterioro, ¿cuánto más va a durar la urbe que da gusto enseñar a extranjeros? Y eso que no mencioné las zanjas que han dejado sus trabajadores, en muchas calles, para instalar los semáforos inteligentes que, ¿acabarán con los problemas del tráfico?