La política: una película repetida. ¿Qué viene después de la escena actual?

 

¿Te ha pasado? Ves un remake de una película clásica, digamos The Great Gatsby, con Leonardo DiCaprio; y vas recordando la versión con Robert Redford.  Sabes cómo termina la peli, vas reconociendo las escenas y comparas; pero no sabes exactamente qué viene después de cada escena.  Mencioné The Great Gatsby, como pude haber mencionado cualquiera otra, Ben-Hur, The Fly o Twelve Angry Men, por mencionar otras tres. 

Es lo que siento luego de las elecciones del domingo pasado.  Ya he visto esta película antes en otros países de Centroamérica y en América del sur.  Se cómo termina. Empiezo a reconocer escenas y puedo hacer comparaciones; pero no se -exactamente- qué viene después de cada escena.

Como me dedico a esto, a escribir, no falta quién me pregunte por quién voy para la elección de agosto; y no tengo respuesta.  Todavía no voy por nadie, y seguramente como ha sucedido en últimos años, terminaré votando por la opción que considere menos peligrosa.  ¿Estamos en una emergencia? Si. Si estamos en una emergencia; pero despacio, que llevamos prisa.

Hay muchas preguntas que hay que responder antes de decidir, tomando en cuenta que ambas posiciones son filosóficamente colectivistas, en el extremo de ese lado del espectro…aunque lo nieguen y lo escondan con humo y espejos

La cuestión es cuál de las dos opciones puede ser más efectivamente colectivista en el poder.  Tomando en cuenta que el poder no se suelta (como hemos visto en otros países hispanoamericanos), ¿qué opción tiene más posibilidades de maniobrar efectivamente para no soltar el poder? Como me preguntó un estudiante: ¿quién es más AMLO, y quién es más Petro? ¿Cuál de los dos grupos tiene más posibilidades de decepcionar a su electorado y de que su mandato se deteriore rápidamente? ¿Qué opción tendrá menos control sobre otros poderes del estado y otras instancias institucionales? ¿Cuál de los dos contará con una prensa alcahueta?

Ni el grupo de Torres es el pilar conservador que trata de aparentar desde hace cinco días; ni el grupo de Arévalo es comunista a pesar de algunos de sus miembros; pero, ¿qué propuestas de cada grupo son financieramente posibles sin que salga más caro el caldo que la gallina? Y cuando digo caro, no sólo me refiero a financieramente caro, sino a social y políticamente caro. Preguntas y todo, he visto estas escenas de la peli; y la cuestión es, ¿qué viene después de la escena actual?

En su libro El mito del votante racional, cuyo subtítulo es Por qué las democracias eligen malas políticas (`”policies”´), mi cuate Bryan Caplan sostiene que los votantes son irracionales en la esfera política porque tienen ideas sistemáticamente sesgadas.  Caplan se concentra en la economía; pero la observación también se aplica a la política como la parte de la filosofía que define los principios de un orden social que excluya -o tristemente incluya y en qué medida- la posibilidad de iniciar el uso de la fuerza contra otras personas, legalmente-.

¿Qué ideas sistemáticamente sesgadas influyeron en los resultados del domingo pasado?  ¿Podremos superarlas para el 20 de agosto? ¿Podemos mantener conversaciones civilizadas entre ahora y el 20A? ¿Todo va a ser tiradera de “hate”? ¿Y qué viene después? 

Los chapines tenemos una tarea importante en las próximas semanas.  ¿Es una ilusión pensar que podemos “bajarles dos rayitas” a los componentes emotivos?

Columna publicada en República.

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