En la cuarta zona del noveno círculo del infierno, en la Divina Comedia, se encuentra Judas Iscariote. Está completamente inmerso en hielo, en el infierno más profundo y ahí es castigado por el mismísimo Lucifer que desgarra su cuerpo con sus dientes. El noveno círculo -si uno cree en esas cosas, o si sólo disfruta del relato de Dante- está reservado para los traidores y en consecuencia ahí van a ir a parar los gobernantes de Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá y República Dominicana que han traicionado a Taiwán y han abrazado a China continental y al régimen del Partido Comunista de China.
Establecer relaciones diplomáticas con el régimen de Pekín es hacer negocios con un gobierno totalitario que viola los derechos individuales. El gobierno chino encarcela disidentes políticos, reprime la libertad de expresión y comete abusos contra los miembros de las minorías étnicas. ¿Hasta dónde es inmoral buscar relaciones con gobiernos que irrespetan los derechos individuales, a cambio de estadios y bibliotecas?
Taiwán es un país independiente que ha funcionado como una república durante décadas. Establecer relaciones diplomáticas con China Popular significa negar la existencia de Taiwán como país independiente y socavar su sistema republicano. Cortar relaciones con Taiwán es un error ético, ya que priva a los países de la oportunidad de mantener relaciones con una sociedad abierta en la que se vive por derecho, y no por permiso. Taiwán, además, es una economía avanzada que hace contribuciones importantes en tecnología, ciencias y medicina.
Establecer relaciones diplomáticas con China continental tiene efectos negativos en la política interna de los países. El gobierno del PCC a menudo exige que los países que establecen relaciones diplomáticas con Pekín, tomen medidas contra las voces críticas hacia China roja, incluidos defensores de los derechos individuales y grupos que apoyan el sistema republicano.
Establecer relaciones diplomáticas con China Popular podría tener implicaciones en la seguridad nacional de los países. China continental usa la tecnología y el comercio para ejercer influencia sobre otros países y usa la diplomacia del dólar para imponer su voluntad. Establecer relaciones diplomáticas con China roja luce como una muestra de apoyo a sus políticas expansionistas.
Establecer relaciones diplomáticas con China Popular tiene implicaciones en la seguridad cibernética. China continental usa la tecnología para robar secretos comerciales y militares de otros países. Establecer relaciones diplomáticas con China roja pone en riesgo la seguridad de la información confidencial de los países.
A pesar de los estadios y de las bibliotecas que ofrece el PCC, hacer negocios con un régimen que viola los derechos individuales, socavar el sistema republicano de Taiwán y cortar relaciones con una sociedad abierta no son las decisiones adecuadas para un país en el largo plazo.
La cuestión de Taiwán y China Popular es un asunto que debe ser resuelto por los taiwaneses y chinos. La comunidad internacional debe respetar la autodeterminación y la soberanía de Taiwán y China Popular, y trabajar para promover el diálogo y el respeto entre partes. No olvides que Taiwán es la República de China, la legítima República de China que tuvo que mudarse a Formosa luego de que los comunistas tomaran el poder por la fuerza en el continente.
La cuestión de establecer relaciones diplomáticas con China Popular y romper relaciones con Taiwán es compleja y requiere una evaluación cuidadosa de las implicaciones políticas, económicas y sociales. En general, es importante mantener una política de compromiso y diálogo con ambas partes involucradas. Al hacerlo, se puede contribuir a la estabilidad regional y mundial, y se promueven los valores republicanos y los derechos individuales que son fundamentales para occidente.
Al hacerlo, los políticos y gobernantes pueden evitar un viaje eterno por la cuarta zona del noveno círculo, donde están los traidores.
Columna publicada en elPeriódico.