Salí al balcón de mi casa y el niño que hay en mí se emocionó cuando vi fuegos artificiales en la ciudad. A las luces y a los colores se les sumaron los aromas; especialmente el de pólvora que en Guatemala grita ¡Fiesta!, añadido al de los fogarones con los que los chapines celebramos la Quema del diablo. El martes sólo faltó la fragancia de los buñuelos con miel de anís.
Tradiciones como aquellas son muy valiosas para la recuperación emocional de las personas luego de los encierros del año pasado y frente a la inestabilidad de 2021. Aquellas circunstancias han generado crisis emocionales en el contexto de la incertidumbre. Cuestiones cómo: ¿Cuánto más va a durar esto? ¿Cuántos más de la familia van a perder sus trabajos? y ¿Cuándo retomamos el control de nuestras vidas? son temas que generan desesperanza en muchas personas, en ambientes distintos. Las tradiciones y su capacidad de conectarnos les abren las puertas, a aquellas personas, para que ganen fuerzas y esas fuerzas son clave para proteger su salud.
Aquella función sanadora de las tradiciones -luego de lo que nos hicieron el año pasado y siguen haciéndonos- se suma a otras funciones reconocidas. Desde un punto de vista hayekiano, ciertas tradiciones son valiosas por su contenido específico y por su contenido intrínseco. La quema del diablo, desde aquella perspectiva, es el rechazo al mal en el espíritu del eslogan misiano: Tu ne cede malis (No cedas ante el mal); pero también se vincula a Prometeo que les dio el fuego a los hombres y a Lucifer, el traedor de luz; y nos recuerda que Venus precede al Sol cuando aquel planeta es el lucero de la mañana; y Venus es Ishtar, la diosa de la belleza y de la fertilidad.
Las tradiciones también crean comunidad, nos dan sentido de estabilidad y de pertenencia; y sentido de propósito común…cuando ese hace falta. De ahí que el valor sanador y constructor de las tradiciones sea consecuencia de un largo proceso evolutivo, y no pueda ser el resultado de imposiciones, ni de prohibiciones
El segundo semestre del año está lleno de tradiciones, aprovechémoslas y disfrutémoslas con alegría. ¿Qué opinas?
Columna publicada en elPeriódico.